La asistencia humanitaria, en los países que hoy se encuentran en guerra, se ha convertido en una de las labores de asistencia humanitaria más peligrosas. Rusia, Ucrania, Israel, Palestina e Irán, países que se encuentran en serios conflictos bélicos, han dejado un total de más de 2 mil trabajadores humanitarios muertos.

Las ofensivas militares israelí contra el pueblo palestino en Gaza, desde octubre del 2023, ha dejado a más de 1,500 trabajadores humanitarios muertos. Ese número ha incrementado en las últimas horas con el intercambio de cohetes entre Israel e Irán.

Los informes presentados por Naciones Unidas y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios dan cuenta que también la guerra de Rusia y Ucrania han  provocado la muerte de 13 mil civiles y más de 29 mil heridos; entre las víctimas se encuentran 2 mil 500 niños y decenas de trabajadores humanitarios.

El personal humanitario caído en operaciones de emergencias pertenece a diferentes organizaciones. Organismos humanitarios como Media Luna Roja, entidades de socorro y asistencia fueron asesinados mientras ofrecían socorro a las poblaciones civiles afectadas.

A la lista se suman socorristas fallecidos en instalaciones médicas y locales de defensa civil atacados y destruidos totalmente en el Medio Oriente y en parte de la Europa en situación hostil, lo cual profundiza la crisis humanitaria.

Los territorios en guerras se enfrentan a graves restricciones y a un acceso limitado a la ayuda humanitaria.  El bloqueo a las ayudas y las limitaciones de acceso humanitario siguen matando a miles de personas en esas regiones.  La disminución de entrada a territorios con alimentos y medicamentos de los organismos humanitarios desconsuelan a los que sufren y a quienes gestionan ayudas.

En la medida que esos conflictos escalen, especialmente entre las naciones enfrentadas, con sus operaciones de guerras: “El León Naciente” y “La Promesa Eterna”, la primera, de los israelíes; la segunda, de los iraníes, las derivaciones impactarán a poblaciones civiles que sufre el horror de las secuelas de daños que ese tipo de conflictos ocasionan.

Se tratan de millones de personas que como consecuencias de esas guerras viven aterrorizadas y en miedo constante; seres humanos vulnerables que se encuentran bajo amenazas y en riesgo.  Y aunque parece imposible, urgen aires de paz en todo el mundo para que las poblaciones vulnerables, hambrientas y heridas logren salir de esa realidad espantosa.

En el mundo no se puede continuar viviendo como personas intolerantes, de espaldas a los países que quieren hegemonizar a los Estados pequeños mediante injerencia que buscan despojarles de sus recursos.

Los planes hegemonistas no deben seguir adelante matando a personas inocentes (civiles, médicos  y socorristas) mientras organismos humanitarios planifican las estrategias para llegar hasta los desprotegidos que necesitan asistencia humanitaria: cobija, alimentos, medicamentos y atenciones médicas de urgencia.

El mundo no debería seguir de espaldas a lo que está ocurriendo en esas naciones y regiones en guerras. Miles de seres humanos están esperando que las instituciones de asistencia humanitaria lleguen hasta ellos para salir de la angustia.

El derecho internacional humanitario llama a proteger a los trabajadores y servidores humanitarios, así como a las personas que no participan en los conflictos. Manda a llevar ayudas a los vulnerables y a proteger a los centros de albergues y refugios de civiles, escuelas, hospitales, academias,  entre otros.

Bernardo Rodríguez Vidal

Psicólogo clínico

Subdirector Ejecutivo de la Defensa Civil Psicólogo Clínico, Maestría en Alta Gerencia y Especialista en Gestión de Riesgo de Desastres.

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