Es conocido el muy acusado desequilibrio existente entre las regiones este, norte y sur del país, es notable el sostenido crecimiento de las dos primeras y el estancamiento, en este caso, retroceso relativo, de esta última. Sin embargo, en los últimos cinco años se han diseñado varios proyectos para el desarrollo del sur, algunos de ellos en plena ejecución y orientados a estrechar la brecha que lo separa de las otras regiones del país. En el marco esas iniciativas, diversas autoridades provinciales electas a nivel congresual y municipal, juntamente con sectores de la sociedad, han estado discutiendo y consensuando un conjunto de propuestas de carácter local, las cuales se articularán con el Proyecto Ruta Azul que es una visión integral para el despegue de ese territorio.
Este proyecto lo está impulsando la Empresa Generadora de Energía Hidroeléctrica Dominicana, EGEHID, con la colaboración de la mundialmente acreditada Fundación Metropoli. Desde hace más de dos años ha promovido la participación de los principales agentes de desarrollo provinciales, municipales y de la sociedad civil para que lo interioricen y asuman. Ningún proyecto es sostenible si no es asumido por la población, si no se basa en la conjunción virtuosa del saber popular y el saber científico. En esa perspectiva, se concibe el Proyecto Ruta Azul, la ruta del agua que simboliza el litoral marino de la región y de muchas de su sistema de ciudades, identificando objetivos comunes y consensuados para incentivar la inversión pública y privada desde una perspectiva de desarrollo local, regional y nacional.
El proyecto parte del principio básico del desarrollo local como nuevo paradigma del desarrollo de las naciones: aprovechar los recursos endógenos de una localidad o localidades para generar capital social y material, renta, empleos, cohesión social y territorial para promover el desarrollo humano. A tal efecto, para el despegue del Sur Ruta Azul asume la economía del agua, la cual se sustenta en el equilibrio interterritorial, los recursos naturales; la energía hidráulica, pesca sostenible, acuicultura, energía renovable, reforestación, gestión urbana/territorial, presas y embalses y la movilidad sostenible que, en el nuevo paradigma del desarrollo, constituyen los principales factores que lo impulsan. El éxito de la puesta en valor de estos atributos descansa en la participación ciudadana.
Esta visión, sustenta la alianza estratégica de las diez las provincias de la región a través del aprovechamiento articulado de los atributos particulares de cada una. De ese modo, el proyecto se inscribe en uno de los objetivos del Plan Nacional de Ordenamiento Territorial, PNOT, porque contribuye a generar políticas territoriales para tres regiones únicas de planificación dentro de la macrorregión suroeste: Valdesia, Enriquillo y El Valle servirá para la articulación de los proyectos y planes tendentes a estimular la integración a los proyectos de desarrollo provinciales, municipales y regionales con las acciones comunitarias que algunas ONGs ejecutan en la región con el auspicio de organismos internacionales.
La intervención urbana que se lleva a cabo en la salida hacia al Sur, especialmente en el inicio de la autopista 6 de Noviembre, es el inicio de la Ruta Azul teniendo a San Cristóbal como puerta de entrada. Esta intervención significa una cuantiosa inversión orientada hacia el desarrollo del territorio nacional, no sólo de Sur. Pero, si bien la inversión en infraestructura vial constituye uno de los principales factores para el desarrollo regional, es imprescindible saber aprovechar la potencialidad que tienen este este tipo de inversión para promover de manera efectiva políticas interterritoriales tendentes a promover el desarrollo rural y urbano y potenciando un sistema de ciudades, que en este caso, es la clave para la promoción del turismo, uno de los principales objetivos del gobierno con su inversión en Pedernales.
En su informe “El Estado de la población Mundial” de 1998, la ONU decía que el crecimiento de las ciudades será el primer factor de desarrollo del presente siglo, pero en las condiciones en que se encuentran las ciudades del Sur difícilmente podrían jugar ese papel. Por consiguiente, el Proyecto Ruta Azul tiene entre sus objetivos la puesta en valor de las ciudades de la región, reorientando sus tejidos urbanos, mejorando los servicios y hacer de ellas un sistema de redes. La intervención en Plaza de la Bandera tenderá a potenciar la conectividad de la región, por lo cual debemos prepararnos para enfrentar las externalidades, positivas o negativas, que generaría esa intervención no sólo en esas ciudades, sino al territorio de la región toda. De no hacerse, desaprovecharíamos parte esencial de la pertinencia de esa inversión.
El Sur carece de centros urbanos como el Cibao, y en cierta medida como el Este, que sirven de pivote para el desarrollo de esas regiones, pero si se logra un sistema de ciudades en redes estas podrían articularse en una economía de escala de cierta relevancia, atraerían la inversión del capital local y extranjero, mejorarían la oferta de servicios municipales y la calidad de vida de la población, evitando así la fuga de talentos hacia otros centros urbanos y polos de desarrollo turístico que, desafortunadamente, es la constante. La región necesita fijar in situ su capital social para hacer sostenibles los proyectos turísticos que, entre otros, allí comienzan a despuntar. Para ello, Ruta Azul es clave.
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