En los últimos días, el país ha estado atento al comportamiento de la tasa de cambio, observando cómo la prima del dólar registra alzas que generan incertidumbre en los hogares y empresas. Algunos sectores se benefician, como los exportadores y quienes mantienen ahorros o inversiones en dólares.

Ciertamente, es correcto afirmar que la devaluación favorece a los exportadores al mejorar su competitividad en los mercados internacionales, y que quienes poseen activos en dólares preservan o aumentan su poder adquisitivo. Sin embargo, no podemos ignorar que esa ventaja está concentrada en la clase empresarial, los grandes inversionistas y parte de la clase media alta.

La pregunta clave es, ¿qué ocurre con la mayoría de la población, especialmente los más pobres?

Para ellos, el encarecimiento del dólar no representa un beneficio, sino un golpe directo a su bolsillo. El alza se traduce en precios más altos de alimentos, medicinas, combustibles y bienes básicos, ya que una parte significativa de lo que consumimos se importa. Así, mientras unos ganan, la gran mayoría pierde.

A esta realidad se suma un problema particular que enfrentan muchos dominicanos que residen en proyectos turísticos y residenciales del país los servicios básicos como agua, energía eléctrica, seguridad o mantenimiento son facturados en dólares.

El gran inconveniente es que, aunque los ingresos de esas familias son en pesos, sus gastos se disparan doblemente primero, por el alza del costo de vida en general y segundo, por el impacto directo de la tasa de cambio al momento de pagar esos servicios.

Si bien la ley establece que en República Dominicana la moneda oficial es el peso, y que todo pago debe hacerse en esta moneda, en la práctica se factura en dólares y se cobra en pesos al tipo de cambio vigente. Esa dinámica encarece injustamente el costo de vida de los dominicanos residentes en esos lugares.

Por ello, se hace necesario que el Gobierno y el Congreso legislen para corregir esta distorsión. Servicios públicos esenciales, aunque provengan de empresas privadas en proyectos turísticos, no deberían facturarse en dólares a los dominicanos. Una salida razonable sería que las tarifas para los propietarios nacionales se expresen y se paguen en pesos, eliminando así esta carga adicional.

El Estado no puede quedarse como simple espectador. Tiene la responsabilidad de implementar políticas que mitiguen el impacto de la subida del dólar en los más vulnerables. Entre las medidas posibles, se pueden señalar, fortalecer la producción nacional para depender menos de las importaciones, especialmente en rubros alimenticios, programas de subsidios focalizados en los productos de la canasta básica, garantizando que las familias pobres no carguen con el peso de la volatilidad cambiaria.

Ajustes en la política monetaria y fiscal, para mantener la estabilidad sin frenar el crecimiento, promover la educación financiera, para que la población comprenda cómo proteger sus ingresos y ahorros en un entorno de fluctuaciones.

Es cierto que la tasa de cambio sube y baja, y que eso no debe interpretarse únicamente como una tragedia nacional. Forma parte de la vida económica de un país que participa en el comercio mundial. Pero también debemos entender que la estabilidad social y el bienestar colectivo dependen de cómo se distribuyen los costos y beneficios de esa realidad.

Hoy más que nunca, necesitamos confianza. El país ha superado crisis más complejas que esta, y con decisiones acertadas podemos salir fortalecidos. El dólar seguirá marcando el pulso de nuestra economía, pero lo importante es que ese pulso no se convierta en angustia para la mayoría.

Nuestro mensaje es claro, la economía tiene desafíos, pero también oportunidades; lo esencial es que las soluciones lleguen a todos y no a unos pocos.

Rafael Ramirez Medina

Ejecutivo turístico

Rafael Ramírez Medina, es egresado de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde obtuvo los títulos de Licenciado en Economía y Contabilidad, con una maestría en Administración y Finanzas en la misma universidad. Posee una vasta experiencia de más de 25 años en el área de Administración y Finanzas, ocupando diversas posiciones de mucha responsabilidad en empresas como la PriceWaterhouseCoopers (PwC), Banco BHD, Falconbridge Dominicana, Grupo Farah y Grupo Puntacana. Desde febrero del 2000 hasta la fecha trabaja en el Grupo Puntacana, Actualmente es el Director de Administración y Finanzas del Aeropuerto Internacional de Puntacana y Oficial de Cumplimiento de Grupo Puntacana. Es, además, el creador de la columna Finanzas para no financieros del periódico semanal Bavaro News, donde expone artículos de interés financiero, y es el Autor del libro Finanzas para no Financieros, publicado el pasado año 2019. Es miembro del voluntariado Junior Achievement la cual es una institución Internacional sin fines de lucro, formado por profesionales que contribuyen a la formación de valores, actitudes y espíritu emprendedor de los jóvenes. Rafael Ramírez ha participado en varios seminarios, talleres y diplomados, tanto a nivel nacional como internacional, tocando temas como: Lavado de Activos (Finjus), Certified Professional in Anti Money Laundering de Florida International Bankers Association (FIBA), Programa de Eficiencia Grupo Puntacana (Instituto Tecnológico de Monterrey), Seminario Internacional de Economía y Contabilidad (Cuba) , Operacionalización de la estrategia (Link Gerencial) Eficiencia Operativa y Financiera de los Aeropuertos (Costa Rica) etc.

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