La Ilíada, atribuida a Homero, es una de las obras más influyentes de la literatura universal. Su premisa gira en torno a la cólera de Aquiles y la manera en que este sentimiento desencadena una serie de acontecimientos que marcan el destino de los héroes griegos y troyanos. No se trata simplemente de una historia de guerra, sino de un retrato complejo de la condición humana en situaciones extremas. En este sentido, resulta interesante compararla con un cómic moderno como Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, que, aunque surge en el contexto del siglo XX y bajo un medio completamente distinto, también se centra en la fragilidad moral de sus personajes y en la tensión entre lo personal y lo colectivo. Ambas obras, aunque separadas por siglos y formatos, comparten una mirada profundamente crítica sobre el poder, la violencia y las motivaciones humanas.
La sinopsis de La Ilíada podría resumirse en la disputa entre Aquiles y Agamenón por una cuestión de honor y orgullo, lo que lleva al primero a retirarse del combate. Su ausencia pone en riesgo a los griegos, hasta que la muerte de su amigo Patroclo lo empuja a regresar con un furor imparable. Este conflicto personal altera el rumbo de toda la guerra de Troya. En contraste, Watchmen plantea una sinopsis aparentemente más sencilla: la investigación del asesinato de un antiguo superhéroe, el Comediante. Sin embargo, a medida que avanza la historia, descubrimos un complot que involucra a todos los héroes retirados y que amenaza la supervivencia de la humanidad. Así como La Ilíada transforma un desacuerdo entre dos hombres en el motor de un conflicto épico, Watchmen convierte un crimen aislado en la punta del iceberg de una crisis global.
Los personajes en La Ilíada representan modelos arquetípicos que reflejan los valores de la Grecia arcaica: Aquiles encarna la furia y el deseo de gloria; Héctor, la valentía y el deber hacia la familia y la patria; Agamenón, la ambición de poder; y Príamo, la dignidad y la compasión incluso en medio del dolor. El arco de Aquiles es uno de los más potentes: pasa de la ira irracional a la experiencia de la pérdida y, finalmente, al reconocimiento de la humanidad en su enemigo cuando entrega el cuerpo de Héctor a su padre. En Watchmen, los héroes no son modelos de virtud, sino retratos de las debilidades humanas: Rorschach es obsesivo e inflexible; el Comediante, nihilista y brutal; el Doctor Manhattan, distante y deshumanizado; Ozymandias, calculador y ambicioso. Sus arcos no buscan gloria, sino exponer la fragilidad moral de quienes supuestamente deben salvar al mundo.
El clímax de La Ilíada se alcanza con el duelo entre Héctor y Aquiles. Se trata de un momento cargado de tensión, no solo por lo que representa en la batalla, sino porque condensa los valores de ambos personajes: el heroísmo resignado de Héctor frente a la furia vengativa de Aquiles. El resultado es devastador, pues Aquiles no solo vence, sino que ultraja el cadáver de su enemigo. En Watchmen, el clímax ocurre cuando Ozymandias revela que ya ejecutó su plan: sacrificar millones de vidas para evitar una guerra nuclear. Este momento confronta al lector con una pregunta imposible: ¿es moralmente justificable un acto monstruoso si asegura la supervivencia de la humanidad? En ambos casos, el clímax no resuelve las tensiones, sino que las profundiza, dejando al público con más preguntas que respuestas.
Un punto de giro fundamental en La Ilíada es la muerte de Patroclo. Hasta entonces, Aquiles se había mantenido al margen, encerrado en su ira, pero la pérdida de su amigo lo obliga a regresar al campo de batalla con una violencia renovada. El relato cambia de un conflicto entre líderes a una tragedia personal. En Watchmen, el asesinato del Comediante es el primer gran punto de giro, pues desencadena la investigación de Rorschach y revela poco a poco las fracturas dentro del grupo de héroes. Lo que parecía un misterio aislado se convierte en un engranaje dentro de una conspiración global. Ambas muertes cumplen una función similar: no solo mueven la acción, sino que revelan la verdadera esencia de los protagonistas.
La estructura narrativa de La Ilíada responde a su origen oral. Se compone de cantos episódicos, fórmulas repetitivas y epítetos que ayudaban a los aedos a memorizar y transmitir la historia. Además, se centra en un solo fragmento de la guerra, dejando fuera el inicio y el final, lo que la convierte en un relato intensamente concentrado en las emociones y los conflictos internos. Watchmen, en cambio, utiliza los recursos del cómic de manera innovadora: viñetas paralelas, saltos temporales, relatos dentro del relato (como el cómic del “Náufrago Negro”) y un diseño gráfico simétrico que refuerza su simbolismo. Aunque sus medios son distintos, ambas obras buscan impactar a través de la forma, haciendo que la manera de contar sea tan relevante como la historia misma.
La figura del héroe es uno de los puntos donde la comparación resulta más reveladora. En La Ilíada, el héroe es alguien que busca la kleos (gloria eterna) y cuyo valor se mide en el campo de batalla. Aquiles prefiere morir joven pero ser recordado para siempre, antes que vivir una vida larga y anónima. En cambio, en Watchmen, los héroes son cuestionados en su legitimidad: algunos son violentos, otros egoístas, y ninguno es completamente admirable. Rorschach muere defendiendo una verdad que el mundo no quiere aceptar, y su sacrificio no lo convierte en un héroe glorioso, sino en un mártir incómodo. Mientras Homero exalta la heroicidad, Moore la deconstruye hasta mostrar sus contradicciones más crudas.
La violencia es otro punto de contacto y contraste. Homero describe las muertes en combate con un nivel de detalle sorprendente: lanzas que atraviesan gargantas, cascos partidos, cuerpos desmembrados. Estas descripciones no solo buscan realismo, sino que transmiten el dramatismo de la guerra y el valor de los héroes. En Watchmen, la violencia es gráfica, pero su intención es distinta: no glorifica al combatiente, sino que expone la brutalidad de una sociedad enferma y la corrupción del poder. Así, la violencia en Homero es un vehículo para la épica; en Moore, es una herramienta crítica y desmitificadora.
El contexto cultural es determinante. La Ilíada refleja los valores de la Grecia arcaica: la importancia del honor, el destino inevitable marcado por los dioses y la gloria como meta suprema. Cada decisión de los personajes está enmarcada en un universo donde lo divino y lo humano están íntimamente entrelazados. Watchmen, en cambio, refleja los miedos del siglo XX: la guerra fría, la amenaza nuclear, el desencanto político y la desconfianza hacia quienes detentan el poder. Aunque nacen en mundos radicalmente distintos, ambas obras cumplen la misma función: ser un espejo de su época y poner en evidencia las tensiones más profundas de la sociedad que las produjo.
En conclusión, La Ilíada y Watchmen dialogan a través del tiempo porque ambas exploran los dilemas eternos de la humanidad frente a la guerra, la pérdida y el poder. La primera lo hace con hexámetros y héroes inmortales; la segunda, con viñetas y antihéroes fracturados. Sin embargo, ambas plantean la misma pregunta: ¿qué significa ser humano cuando todo alrededor se desmorona? Esa vigencia es lo que convierte a estas dos obras en clásicos de sus respectivos géneros. Y al compararlas, descubrimos que, aunque cambien los formatos y los escenarios, las grandes historias siguen tocando las fibras más profundas de nuestra experiencia colectiva.
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