Los conocimientos previos son aquellos que los estudiantes poseen relacionados con las experiencias de la vida y las actividades escolares realizadas con anterioridad a un nuevo grado de enseñanza. Constituye uno de los conceptos fundamentales en nuestro currículo, por lo que se hace necesario una reflexión pedagógica detenida sobre el mismo.

Los conocimientos previos informales, son aquellos que los alumnos construyen de manera cotidiana, no planificada, como resultado de la observación   espontánea y necesaria de hechos, objetos o personas en los diversos lugares donde se desenvuelve, ya sea en la casa, cine, club social, autobús, etc.

Los conocimientos previos formales son aquellos que se han elaborado en un trabajo previo de reflexión y en grados anteriores, en el marco de la organización escolar.

Los conocimientos formales pueden presentarse ante la clase de un nuevo grado de la enseñanza, de tres maneras de acuerdo a los niveles de profundidad con que se hayan logrado por el estudiante. Por el grado de su peso cualitativo con relación a los saberes cotidianos, que son:

  1. Cuando el estudiante se presenta en el nuevo grado con un sistema de conceptos correspondientes a la asignatura o asignaturas cursada en años anteriores, con marcados vacíos en sus enlaces, que le hacen incapaz de establecer vínculos con los contenidos conceptuales y procedimentales que se les presentan en el nuevo curso.
  2. El segundo escenario es cuando el pensamiento del alumno cuenta con disposición de ideas y principios lógicos sobre ciertos aspectos o dimensiones de las materias estudiadas, que le facilitan hacer combinaciones con las nuevas informaciones de carácter científico, aunque con alguna dificultad.
  3. En la tercera posibilidad es cuando el educando se ha hecho de una estructura cognitiva coherente, una síntesis de los principios fundamentales de la asignatura; una masa de conceptos lógicamente ordenados, que le facultan establecer las uniones lógicas necesarias con loc contenidos ofrecidos por el nuevo proceso de enseñanza.

Dependiendo de cuál sea el conocimiento previo formal predominante, en esa proporción ayudará al trayecto venidero de análisis y construcción del sistema conceptual y de principios de la materia. El conocimiento previo con el mayor grado de abstracción es el que posee más elevada firmeza, garantizando un fuerte equilibrio entre el pensar del alumno y los nuevos acontecimientos de carácter cognitivo presentados.

De lo que se desprende que la importancia del conocimiento previo formal no se limita a  la  fase inicial de una clase, sino que sirve de base cognitiva a todo el proceso posterior de elaboración. Tanto el conocimiento previo formal como el informal irán aflorando en cada una de las diversas etapas de los encuentros entre el educador y sus estudiantes.

El conocimiento previo informal que se elabora a partir de la cotidianidad, refleja las necesidades, deseos inmediatos, costumbres, hábitos, así como las formas, dimensiones y movimientos de objetos de la realidad, tal y como los ha estructurado el sujeto educando fuera del aula y de los planes escolares.

La magnitud de los conocimientos previos informales de los niños, adolescentes y adultos; su tamaño y profundidad, está condicionada por la cantidad y calidad de las experiencias de las personas en el tiempo en que han vivido. Este tipo de conocimiento resulta ser vital, sobre todo en el caso de niños que cursan los primeros grados, donde se requieren ciertas habilidades para realizar operaciones formales de asociaciones conceptuales, y en el caso de adultos que se han encontrado alejados de los procesos escolares.

En estos casos la función docente juega un papel central en la creación de situaciones en las cuales, a partir de las experiencias previas cotidianas, los alumnos llegan al punto de construir nuevos juicios.

David Ausubel afirmaba que los “organizadores previos son estructuras cognitivas que permiten conectar conocimientos nuevos con conocimientos previos relevantes.” En esa dirección la enseñanza debe lograr combinar el conocimiento cotidiano con el científico, sin limitarse a esta fase. Su labor debe proseguir hasta conseguir en cada alumno una reconstrucción cognitiva, a partir de las premisas anteriores. Para esto debe producirse un encuentro entre el sistema de conocimientos de cada educando con informaciones provenientes de los saberes científicos, generando como resultado una renovación constante del pensar.  De tal manera, que las acciones de creación de nuevas explicaciones se realizan cada vez con mayor grado de conciencia y autonomía personal.

En la medida en que el proceso educativo progresa, el saber sistemático, más general y abstracto, debe ir tomando la jefatura del pensar del estudiante. Las nociones científicas en base al principio de la generalidad van sometiendo al orden la antigua dispersión del conocimiento empírico. La disgregación de los saberes cotidianos va desapareciendo, en una integración metódica bajo la orientación del razonamiento científico y sus fundamentos.

Cuando esto no se va alcanzando de manera sostenida; cuando la disposición de las ideas que tienen su origen en el mundo real continúa siendo predominantes, a pesar de que el alumno va pasando a cursos superior, se afirma un deterioro en el proceso educativo. en esta situación la actividad formativa no alcanza a satisfacer las aspiraciones establecidas para cada periodo   y ciclo del proceso instructivo.

El conocimiento previo colectivo

El conocimiento previo formal e informal, mantienen una lucha interna en la conciencia de cada alumno por la supremacía.  La dominancia en esta contradicción depende del desarrollo de los acontecimientos de la enseñanza, del curso de las conexiones lógicas consumadas respondiendo a los objetivos establecidos. De manera que el éxito del educando en el camino de la actividad formativa, se condiciona por el orden de las ideas elaboradas y el grado de principalía de los saberes formales relativos a la disciplina que estudia, sobre el conocimiento alcanzado de manera informal.

El conocimiento previo en general, en su lucha en cada alumno, debe hacerse aflorar en los debates o conversatorios como contribución ante una actividad de enseñanza, en la cual todos los alumnos dan a conocer sus experiencias previas. En esta primera fase, el maestro se apura por lograr que estas contribuciones realizadas se integren de manera creativa en el colectivo. Esto como vía hacia una comprensión de conjunto relacionadas con las ideas iniciales expuestas.

El docente debe aplicar las estrategias metodológicas para afianzar en cada discípulo la incorporación cognitiva a partir de los aportes realizados por cada uno de los miembros del grupo. El sujeto educando pone a disposición sus ideas elaboradas con anterioridad, y la dirección magisterial asegura que sirvan de fuente segura para una reconstrucción colectiva, en el marco de los intercambios orales en el salón de clases. Aquí el colectivo se convierte en el primer manantial de ideas para iniciar el curso formal de la enseñanza. En este punto la relación didáctica bien concebida ha vencido la dispersión conceptual que existía en el conjunto.

No todos los alumnos poseen experiencias previas acerca de determinados hechos, y en otros casos no la tienen en igual magnitud. Pero una adecuada metódica instruccional debe hacer posible la participación plena del equipo en el intercambio, manteniendo una unificación de saberes preexistentes. La situación educativa mencionada, promueve mayor grado de condiciones para dar comienzo al nuevo nivel en cuestión.

Alcanzada esta síntesis colectiva de ideas iniciales, cada alumno estaría en condiciones de conseguir la coherencia de pensamiento con los nuevos contenidos científicos que vendrían como parte del desarrollo educativo en una nueva fase de la enseñanza.

De esta manera se alcanza la superación de las deficiencias de experiencias iniciales encontradas en algunos individuos, certificando una organización mental más armónica. El conocimiento previo colectivo que se obtenga tiene vida en los primeros momentos de la clase, pero su contribución será perdurable en todo el trayecto a seguir de la enseñanza. Formará parte del nuevo pensamiento elaborado acerca de la materia científica, en la fase final de la instrucción en el grado en cuestión de que se trate.

Víctor Salazar Medina

Licenciado en Educación

Licenciado en Educación Mención Ciencias Sociales, con Especialidad en Educación Superior. Obtuvo el Certificado de Estudios Avanzados con la Universidad Complutense de Madrid y Maestría en Filosofía en un Mundo Global con la Universidad del País Vasco, en el marco del curso doctoral del mismo nombre. Ha recibido diversos certificados de participación sobre temas pedagógicos y de investigación, así como reconocimientos a su labor magisterial de más de 40 años. Docente de la UASD desde hace 28 años. En la actualidad se dedica a la investigación de temas sociales de interés nacional.

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