No es un día de flores. No es una efeméride de calendario para saldar conciencias. El 25 de noviembre es un grito tallado en la memoria de las Américas, un luto que se convirtió en bandera.

Sangra desde 1960, cuando la tiranía de Trujillo convirtió a las hermanas Mirabal —Patria, Minerva y María Teresa— en un símbolo eterno de lo que el Estado patriarcal es capaz de hacer con las mujeres que osan desafiar su orden. “Las Mariposas” no murieron en un accidente. Fueron asesinadas por ser mujeres, pensantes y libres. Fue un feminicidio político.

Y desde esa cuna de dolor caribeño, la fecha se alzó hasta ser el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Se ganó una ley, un espacio en el discurso oficial. Pero en los barrios hacinados, en los bateyes donde el sol quema la miseria, en las lomas que esconden el olvido, la violencia machista sigue siendo el pan nuestro de cada día. Se normaliza, se justifica, se susurra. Y cuando estalla en un crimen atroz, aún hay voces que se atreven a negar la palabra más justa: feminicidio.

Prefieren “crimen pasional”, “drama de pareja”, “asesinato”. Eufemismos cobardes que buscan ocultar la verdadera naturaleza del horror: es un crimen de odio. Odio hacia lo femenino, hacia la autonomía de la mujer, hacia su derecho a decir “basta”. Como manifestaba la incansable Magaly Pineda, una de las pioneras del feminismo dominicano, “el feminicidio es la expresión más brutal del control patriarcal sobre el cuerpo y la vida de las mujeres”. Negar este concepto es la primera piedra en la tumba de la justicia.

En la República Dominicana y el Caribe, la deuda es histórica y se paga con cuerpos de niñas y mujeres. La lucha no debe concluir porque la impunidad es la norma. Porque la justicia llega con cuentagotas, si es que llega. Porque, como manifiesta Yildalina Tatem Brache, “no se puede erradicar la violencia solo desde la ley, y las condenas. Explica que se necesita educación para un cambio cultural que promueva la igualdad de derechos y elimine del imaginario social la idea de que las mujeres son propiedad de los hombres. Ese cambio cultural tendría entre sus actores fundamentales a los docentes y al sistema educativo” la violencia machista se entrelaza con la pobreza y el racismo estructural, creando un caldo de cultivo donde la vida de las mujeres pobres y racializadas vale menos.

Bajemos a la tierra. A la realidad cruda. En los parques, malecones, en los coolmadones,  aún se escucha: “Si le dieron, es porque algo hizo” “no se metan en eso que luego se arreglan”. Allí, en la psicología popular, anida el monstruo. Sergia Galván ha desnudado con denuncias constantes, cómo el fundamentalismo religioso y un Estado laico solo de nombre han blindado un sistema que nos condena. Se nos niega la educación sexual integral, se obstaculiza el aborto legal y seguro, y se nos entrena para la sumisión. La deuda es con la vida, con la libertad.

Mamá Tingó, esa guerrera de la tierra de Yamasá, no dudó en empuñar su azada para defender lo justo. Su legado nos grita que la resistencia es el único camino. Virtudes de la Rosa, desde su trinchera académica, nos recuerda que la sororidad es un acto político revolucionario que debe aplicarse con intersexionalidad y permanencia. Y Maribel Núñez, con su mirada afrodiaspórica, clama por un feminismo descolonizador que no imponga modelos eurocéntricos, sino que beba de nuestras propias luchas y resistencias.

Quiero cerrar, pero es justo aquí donde surge la pregunta; tendremos acaso que reafirmar eternamente: a Simonne de Beauvoir, cuando afirma que “El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres” dominación y control, ¿he ahí el gran motivo?

Las deudas pendientes son un catálogo de indignación:

  1. Justicia con perspectiva de género:Tribunales que no revictimicen, fiscales que investiguen con diligencia, sentencias que no premien al agresor.
  2. Prevención real:Educación no sexista y antirracista desde la primera infancia. Romper el ciclo de la violencia.
  3. Protección efectiva:Casas de acogida con fondos suficientes, órdenes de alejamiento que se cumplan, un sistema que crea en la palabra de la mujer.
  4. Datos y verdad:Estadísticas oficiales, claras y actualizadas sobre la violencia machista. No se puede combatir lo que no se nombra y no se cuenta.
  5. Interseccionalidad:Políticas públicas que reconozcan que una mujer pobre, migrante, racializada o con discapacidad vive violencias agravadas.

El 25N es, por tanto, un día de rabia organizada. De memoria activa. De honrar a las Mirabal escuchando el grito de las que hoy luchan por no ser la próxima cifra. Es un “KLK” urgente a la conciencia social, un mensaje directo para preguntarnos: ¿Qué vamos a hacer hoy para que mañana una niña, una adolescente, una mujer, no tenga que planear su ruta de escape en lugar de soñar con su futuro?

La lucha no ha concluido. Respirar, para una mujer, sigue siendo, en demasiados lugares, un acto de valor.

Este artículo es un recordatorio que busca orientar o educar desde dónde venimos y dar una mirada intencionada a algunos nombres de mujeres que han acompañado nuestras luchas por décadas y hoy continúan acompañándonos, así como a cada una de esas adolescentes, jóvenes y mujeres de los diferentes contextos comunitarios que hacen del día a día la lucha por la defensa de los derechos humanos con énfasis en garantizar la vida en dignidad de las niñas y mujeres que son la verdadera esencia de la patria.

EN ESTA NOTA

Anny Minerva Jáquez Reyes

Abogada y activista pro derechos

Anny Minerva Jaquez Reyes. Abogada, Magíster en Derecho constitucional y procesal constitucional, con especialidad en Políticas internacionales y empleo decente, Género, protección de NNA. Experta en diseño, monitoreo y evaluación de proyectos sociocomunitarios. Forma de vida/el moro/empleo. Consultora BID-Superate sobre temas de cuidado. Consultora Regional para la NNUU Atravez de la FAO (Organizacion de naciones unidas para la alimentación y la agricultura). Docente experta en Educación popular.(Política, políticas públicas, género, Derechos Humanos, derecho civil y derecho Constitucional). Educadora popular CEO: @negritu_rd @Elranchodelapatria Vida social y política: Comunista, activista Feminista, política, lideresa comunitaria, premio Provincial de la juventud en Superación y logros personales, Comunicadora. Familia: Madre de Patria Lilith. Compañera de Octavio Peña. Hija de Elizabeth y Frank Hija de Palmarito y adoptada por la Guazara. Negra, afrocaribeña. Necia y propulsora de que se debe vivir desde la felicidad, pues quien es feliz, respeta, ama y no jode a NADIE.

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