Entre no pocas opciones del impetuoso discurrir de la existencia, el doctor Abinader se identificó, de inmediato, con la democracia, la justicia y la libertad.
En una ocasión, digna de respeto y recordación, el filósofo Jean Paul Sartre, reconocido pensador francés de trascendencia universal, diría que el sujeto verdaderamente libre es consciente de sí, ya que sabe elegir lo más correcto y conveniente.
Por tanto, decidir lo más idóneo, entre muchas posibilidades, sería un acto inteligente que, en cierta medida, implicaría no poca lucidez racional.
El doctor Abinader, de un vez y para siempre, asumiría la desafiante y positiva tarea de cultivar y dominar varios ámbitos del saber.
Por eso, justamente y la ardiente pasión de la vocación (además varias razones de carácter social y humanas), escribiría, una y otra vez, para dejar en la conciencia ciudadana el espíritu de la criticidad, el respeto, la disciplina, el bien y la responsabilidad, así como sabias enseñanzas sobre economía, política, historia, literatura, contabilidad, administración, poesía y narrativa.
José Nicolás Almánzar García, quien fuera político, educador y rector (en distintos momentos) de dos prestigiosas instituciones educativas país: la Universidad Eugenio María de Hostos (UNIREMHOS) y la Universidad de la Tercera Eda (UTE) afirmaría:
“(…) es muy difícil encontrar un ciudadano como el Dr. José Rafael Abinader quien se desempeñó en importantes cargos públicos y privados donde manejó recursos millonarios y salió limpio porque en lugar de hacer uso de los dineros ajenos, prefería en muchas ocasiones hacer uso de sus recursos para solucionar necesidades urgentes”.
“(…) las cuales- continúa explicando- ni siquiera como era justo, lo cobraba, dejándolos en favor de la instituciones que dirigía, entre las cuales se destaca la de vicerrector administrativo de la UASD, habiendo sido quien firmó la resolución de peso a favor de la Universidad(…)”.
Esas palabras, justas y verdaderas, son testimonios explícitos de la reciedumbre moral, honestidad y transparencia del doctor Abinader respeto al manejo de recursos económicos de instituciones donde laboró y dirigió.
El destacado abogado, politólogo, poeta, historiador y ensayista Tony Raful (del cual tuve la dicha de ser alumno en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)) señalaría:
“El doctor José Rafael Abinader es una figura prestante de la sociedad dominicana, por sus altos servicios profesionales como por su compromiso histórico con las mejores causa democráticas del país (…)”.
“Estuvo vinculado- prosigue diciendo- activamente a la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde fue Vicerrector Administrativo en un momento difícil para la sobrevivencia de esa alta Casa de Estudios, frente al acoso y la animosidad de las autoridades gubernamentales”.
Dichas aseveraciones, además de justas, son, evidentemente, muy significativas.
En el decurso de su fructífera y ejemplar existencia, el doctor Abinader se caracterizó por ser, entre otras cosas no menos importantes:
- Disciplinado.
- Trabajador.
- Perseverante.
- Solidario.
- Honrado.
- Noble.
- Respetuoso.
- Cortés.
- Creativo.
- Firme.
- Eficiente.
- Visionario.
- Ejemplar.
- Culto.
- Sabio.
- Prudente.
- Lúcido.
- Inteligente y responsable.
Además de esas y otras razones, el doctor Abinader fue gran ser humano, de nobles ideales, que luchó, incansablemente, por el bien y la democracia de la sociedad dominicana.
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