Del 3 al 5 de recién pasado mes de junio y actual 2025, hace apenas algunos días, fue organizado por la Fundación CARIBEWAK, en el Museo del Hombre Dominicano, en la ciudad de Santo Domingo, un encuentro internacional sobre nuestros antepasados indígenas, nuestras raíces, nuestros ancestros, en el camino para una definición más auténtica de nuestra identidad y de nuestra dominicanidad, “sanando las raíces, con diálogos, saberes interculturales sobre el patrimonio originario”.

Fue apoyado por diversas instituciones, ente ellas, la Dirección General de Mecenazgo del Ministerio de Cultura y revalorizado por las instalaciones artísticas-culturales de los consagrados artistas dominicanos Genaro Reyes (Cayuco) y Geo Ripley.

Ritual antes de comenzar el evento

Las siete novedades más trascendentes de este evento: por vez primera hubo la presencia de indígenas de pueblos originarios, de Tupinambá y de Shanenawá del Orinoco-amazona del Brasil, destacándose la presencia del cacique en plenitud de ejercicio Maná Shanenawá, la famosa investigadora y artista Glicéria Tupinambá, la etnomusicola Janina Shanenawá y la líder internacional, portadora de los secretos de la medicina popular Garífuna de Honduras y de sus ancestros africanos, Wanayran Álvarez y Angerer.

Segundo, lograr la participación de gran parte de las más destacadas investigadoras e investigadores dominicanos sobre el tema y del internacional arqueólogo francés André Delpuech, actual Conservador General del Patrimonio Francés e investigador del Centro Alexandre-Koyré-Ehess, los cuales redimensionaron los diálogos y contribuyeron a la ruptura de prejuicios ancestrales, presentes en las expresiones neocolonizadas de las ideologías occidentales.

Encuentro de participantes

Tercero es el primer evento científico que asisto donde en la programación general se definen las líneas de contenido temático de cada ponencia para que todos las desarrollen en coherencia con los temas centrales y se puedan profundizar los mismos sin irse para otro lado.

Cuarto, fue un evento científico de investigadoras e investigadores con la presencia original de verdaderos protagonistas, con testimonios culturales, en una atmósfera de respeto y de espiritualidad como en ningún otro evento académico, con rituales de vida y de autenticidades.

Quinto, fue un evento de luces, de aportaciones teóricas-metodológicas sobre el tema, con una dimensión pedagógica-educativa, plural y democrática, con diversos talleres para niños, juventud, artistas, con visitas guiadas al Centro Cultural Taíno, la Casa del Cordón y las Cuevas del Pomier.

Y sexto, las aportaciones son al mismo tiempo una ruptura con dogmas, como invitación de honestidad intelectual para seguir profundizando temáticamente con conceptualizaciones no colonizadas, abiertas a la verdad, para que cada vez nos acerquemos más a la realidad histórica en la definición de nuestra identidad y nuestra dominicanidad.

El evento culminó con una visita y un compartir en las Cueva del Pomier, en San Cristóbal, donde está el complejo de cuevas más impactantes del Caribe, guiado por el excelente espeleólogo dominicano Domingo Abreu, laureado investigador y especialista de este complejo arqueológico.  Antes de entrar a la cueva número uno, se realizó un emotivo ritual de protección y sabiduría, con alabanzas, rezos y cantos, compartido por todos, en una dimensión espiritual de respecto a un lugar de ancestros profanado, irrespetado y violado, que merece ser protegido.

Ceremonia a la Madre Tierra para entrar a la cueva

Después de concluida la jornada de diálogos con esencias y símbolos, en un intercambio de admiración y devoción, de respecto y de amor, llegaron las reflexiones de los siglos y de las irreverencias a la naturaleza, a los ríos, al sol, a la luna, a los valles y a las montañas de donde las profanaciones son heridas y las ofensas, rebeldías, indignaciones y justicia.

Cuando bostezaba la mañana, hace más de cinco siglos, llegaron a esta isla unos hombres extraños, hablando otro idioma, con barbas, lanzas, espadas, “casas flotantes”, muchas cruces, montados en caballos para verse más grandes y aparentar que llegaban del cielo.

Pero muy pronto los nativos se dieron cuenta de que estos llegaron realmente del infierno.  Su sonrisa era una máscara y sus palabras una mentira. Decían que eran descubridores de un lugar donde hacía miles de años que estaba habitada, que eran seres superiores y antes de que entraran las estrellas, se apoderaron de sus tierras, de sus riquezas, sometiendo a la fuerza a los habitantes originales a la esclavitud en un proceso represivo, de desprecio de su cultura, de sus creencias, de sus dioses y de su espiritualidad.

La ambición de riquezas, el espejismo del oro, los deshumanizó, ofendiendo no solo a sus habitantes, sino también a la naturaleza y a la madre tierra.  No eran seres humanos, “civilizados” ni “cristianos”, eran piltrafas con desprecio de la vida humana.  Vinieron con nuevas enfermedades, pero fueron secundarias, su represión, su maldad, su desprecio, hizo que en los primeros años fueran responsables de diezmar, asesinar y eliminar físicamente a pueblos originarios que los habían acogido con amistad, respeto y amor.  Sin memoria ni pudor de la historia repitieron lo mismo con los esclavizados africanos.  ¡Esa es la verdad histórica!

Hoy, la búsqueda de genes para tener la satisfacción de nuestro acercamiento con los ancestros indígenas, definir el número original de sus habitantes o mantener la obsesión de encontrar cercanos descendientes, es secundario.  Lo fundamental es la determinación de descubrir sus herencias culturales, su espiritualidad, sus patrimonios, para conocerlas, revalorizarlas, difundirlas, protegerlas e integrarlas a la búsqueda de nuestra identidad y en la definición de nuestra dominicanidad.  ¡Gracias Soraya Franco y Annette Dalmasi!

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