Historias tras la historia: Secretos entre sombras

Rembrandt Harmenszoon van Rijn (1606-1669) es considerado uno de los artistas barrocos más importantes de la historia del arte. Aunque practicó todos los géneros pictóricos, incluso, los proscritos en su natal Holanda protestante del siglo XVII, como el religioso, el mitológico y el desnudo, se destacó sobre todo como retratista. Además de numerosas presentaciones individuales, es autor de retratos en grupo o corporativos, una variedad muy popular en sus tiempos. Solían ser encargados por gremios profesionales, regentes de hospitales o grupos de comerciantes para fines propagandísticos y conmemorativos y resultaban ser una opción mucho más económica que un retrato personal. Cada miembro pagaba una parte proporcional a la posición que ocuparía dentro de la composición. Normalmente eran presentaciones muy formales, con los protagonistas sentados alrededor de una mesa o de pie en fila.

Rembrandt revolucionó este género con la Ronda de noche. Sustituyó la típica composición estática por una escena informal ambientada en un entorno urbano, con personajes en acción y figuras no relacionadas con el grupo. Esta innovación no fue apreciada por sus clientes y la obra, hoy día considerada maestra, terminó de arruinar la frágil e inestable posición social y económica de Rembrandt a la mitad de su exitosa hasta este momento carrera.

Le tomó casi tres años terminarla, en parte debido a sus colosales dimensiones (3.59 por 4.38 metros) y también por la complejidad de la composición y cantidad de preciosos detalles.

Aunque su título está históricamente consolidado, no es exactamente una ronda ni es de noche. El error radica en una equivocada interpretación del Sir Joshua Reynolds, primer presidente de la británica Royal Academy of Arts del siglo XVII.  El cuadro estaba muy deteriorado y oscurecido por la oxidación del barniz y la suciedad acumulada a través de los años, las figuras eran casi indistinguibles y la escena parecía nocturna. Tras su restauración en el año 1947, se descubrió que el título no se ajustaba a la realidad, la acción presentada se desarrollaba de día, en el interior de un portal en penumbra iluminado por un potente rayo de luz, creando un intenso juego del claroscuro tan característico del estilo de Rembrandt.

En realidad, la obra se llamaba La compañía militar del capitán Frans Banninck Cocq y el teniente Willem van Ruytenburgh, nombre que aparece en uno de los bocetos preparatorios. Fue encargada por la Corporación de Arcabuceros de Ámsterdam para decorar su sede. En la época en la que fue realizado el cuadro, estas milicias habían perdido su inicial sentido militar. No eran soldados de profesión, sino personalidades destacadas de la sociedad que pretendían exhibir su fortuna e importancia social. Cada uno de los integrantes de la Compañía tuvo que aportar alrededor de cien florines, una suma bastante considerable para la época. El pago final se retrasó debido a que no todos quedaron conformes, pues unos se presentaron completos, otros parcialmente y algunos apenas se ven.

El encargo se convirtió en la culminación de la evolución estilística de Rembrandt, pero estuvo lejos de satisfacer a sus protagonistas. En vez de disponer las figuras según la jerarquía y cantidad de dinero pagado, el pintor las colocó guiándose por motivos puramente artísticos. La monumental composición “cuidadosamente caótica” con 22 figuras se asemeja a una fugaz instantánea de un grupo de soldados en el momento de empezar su misión, consiguiendo así no solo la originalidad, sino una evidente expresividad dramática y plástica.

Adelantándose al impresionismo por más de dos siglos, Rembrandt usa la técnica de pinceladas sueltas, los contornos y los detalles están borrosos. La importancia del dibujo queda disminuida ante la relevancia del colorido y el claroscuro.

El verdadero protagonista del cuadro es la luz que crea un espacio mágico de penumbras doradas y brillos cegadores. El concepto de iluminación es completamente teatral, no actúa uniformemente, resalta a algunos personajes, relega a otros a la sombra y a veces parece emanar desde el interior de las figuras, como en el caso de la niña en la parte central de la composición.

Por cierto, esta última es uno de los personajes más enigmáticos de la obra; es una figura anónima y fantasmal que se cuela furtivamente en el medio de la escena. No tiene relación directa con el grupo retratado ni ha pagado la cuota y, sin embargo, es la que más atención llama gracias a un segundo foco de luz sobre ella para destacar su presencia. Se ha especulado mucho sobre su significado, para algunos se trata de Saskia, la esposa de Rembrandt fallecida el mismo año de la realización del lienzo. Para otros podría ser la presentación simbólica de la mascota del grupo, ya que tiene un gallo blanco (el emblema de la compañía) colgado de su cintura, que de esta singular manera sustituye el habitual escudo de retratos colectivos.

Junto a ella está el capitán Frans Banninck Cocq, que con un gesto de su mano izquierda da la orden de marchar y la alarga al espectador, incluyéndolo en la escena. A la derecha el teniente Willem van Ruytenburgh recibe el mandato de preparar la compañía para la formación.

Llama la atención la figura del tamborilero Jacob Jorisz. Este humilde músico probablemente no podía costear su inclusión en el cuadro y debió ser incorporado por Rembrandt para aportar un toque de informalidad a su creación.

Una de las figuras apenas visible en el fondo con boina y un ojo mirando hacia arriba ha sido identificada como el propio Rembrandt que encontró así una manera de inmortalizarse en su propia pintura sin faltarle respeto a sus protagonistas.

Terminada la obra fue colocada en 1642 en Kloveniersdoelen, un recinto de Ámsterdam dedicado a los guardias civiles.

Alrededor de 1715 fue trasladada a una pequeña sala del Ayuntamiento de Ámsterdam. Por las dimensiones del espacio, el cuadro fue recortado del lado izquierdo y algunas franjas del resto de los contornos, haciendo desaparecer tres personajes y algunos detalles del entorno.

Además de esta mutilación la obra ha sido objeto de tres actos de vandalismo en el Rijksmuseum en Ámsterdam donde se encuentra desde 1885. El primero fue en 1911, cuando un zapatero intentó cortar la pintura con un cuchillo protestando así por su condición de desempleado. Por suerte, la gruesa capa de barniz, aquella misma que fue culpable de oscurecer el cuadro, lo protegió de laceración.

En 1975 la pintura fue atacada con un cuchillo por un enfermo mental, provocándole varios cortes en forma de zigzag.  El culpable, quien se suicidó antes de que pudiera ser acusado, explicó que "lo hizo porque el Señor le ordenó hacerlo.” La restauración tardó cuatro años y aún se pueden ver de cerca algunas marcas del daño.

Finalmente, en 1990 otro enfermo mental que se había fugado de un psiquiátrico roció el cuadro con un ácido que, por suerte, no penetró más allá del barniz.

Tantas alteraciones impulsaron en 2019 Operación Ronda de Noche, un proyecto de investigación y conservación en el que participaron historiadores del arte, científicos, restauradores, ingenieros y fotógrafos. Durante cinco años se han tomado más de 12,500 fotografías de alta definición, han sido aplicados rayos fluorescentes y técnicas de espectroscopia y microscopía, con ayuda de la inteligencia artificial ha podido reconstruir el aspecto original de la pintura. Finalmente, a partir de 2024 un equipo de ocho especialistas comenzó el proceso de la restauración que aún no ha concluido y que puede ser observado por los visitantes del museo, pues los trabajos se realizan en una cámara de cristal instalada en la sala.