De eso no se trata la modificación reciente al reglamento cambiario por la Junta Monetaria.

Durante la pandemia, ese vergonzoso episodio de la coordinación para ensayar el totalitarismo a nivel global, las mascarillas se consideraron un bien estratégico cuya producción, almacenamiento y distribución tenía que estar en manos del gobierno.

Solo así se podía garantizar que cada habitante del planeta contara con las que necesitaba para combatir el COVID.  Espantar manu militari a los acumuladores, confiscando almacenes o despensas en las que estaban en cantidad excesiva, y a los especuladores, con control de precio que les impidiera el arbitraje lucrativo, fue política aplaudida y aplicada en muchos países.

En todo caso, si no le gustan los precios que están en la plataforma puede tranquilamente no vender, ni colocar en bancos

En el nuestro no y, quisiera creer, que en algo pudo contribuir la defensa a los acumuladores y especuladores de mascarillas presentada en artículos de opinión en este medio en los tiempos nos forzaron andar con un bozal.

Guardar más de lo que se necesita sobre un bien para asegurar un consumo futuro o para llevarlo al mercado en la eventualidad de una mayor demanda que impulse los precios es una actividad legítima, realizada con recursos propios y motivada por evaluaciones distintas sobre el valor de un bien que está en el mercado.  En ambos casos los productores tienden a aumentar su producción porque reciben un aumento de órdenes por encima de lo que esperaban u observan compras que se realizan a precios mayores a los del día anterior.

Si la anticipación de un aumento extraordinario de la demanda ocurre (como pasó con la pandemia) la oferta total de mascarillas será en ese momento mayor (porque los encontró con inventario pueden colocar en el mercado) y, en consecuencia, reducen el impacto sobre el aumento de precios cuando un bien se percibe de repente que no alcanzará para todos.

Eso fue justamente lo que pasó con las mascarillas en nuestro país. Los guardias no fueron a expropiar inventarios, no se fijaron precios y a nadie se le impidió importar, producir o mercadear los tapabocas.

En poco tiempo por ahí andaban guagüitas de las plataneras con ofertas económicas de las normales por todos lados, surgieron mascarillas con diseños con fondo de murales de Vela Zanetti, la Catedral o el Obelisco Macho y alumbramos esta noticia digna de una antología de historias mercantilistas: el llamado urgente al candidato a la presidencia Gonzalo Castillo para que dispusiera el rescate a “decenas de mujeres microempresarias que se dedicaron a fabricar mascarillas y que por los precios tan bajos ahora no pueden recuperar lo coto (sic)”.

Bueno, pero y por qué ese fascinante episodio de la libertad de mercado que nos atiborró de mascarillas no se aplica también para el dólar; que el Banco Central simplemente se desentienda de lo que pasa entre los que quieren comprar o vender esa divisa.

¿Volveremos a los tiempos de Operación Duarte, encerrar a casa cambistas, a tener un Sistema de Reintegro de Divisas Siglo XXI, con obligación a los generadores a venderles a un precio y asumir la distribución por cuota de los dólares a las necesidades más importantes para el desarrollo de la nación: mucho para materias primas, poco o nada para importar cachivaches chinos por TEMU?

Nada de eso se desprende de la lectura de la modificación al reglamento cambiario.  De hecho, cita varias veces que se ajusta a las disposiciones de libre convertibilidad que establece el Código Monetario y Financiero.

El objetivo del Banco Central es que los participantes en el mercado cambiario operen con una plataforma de negociación donde presenten posiciones reales de compra y venta de divisas, con requisitos de información amparados en la legislación vigente para quienes generan dólares y apego a normativas prudenciales existentes para quienes participan con fondos de terceros.

Como dueño de un Coliseo de Gallos de cinco estrellas lo que busca es tener condiciones equilibradas de participación a todo el que quiera tener una traba, cumpliendo con requisitos de capital razonables, información de operaciones, origen de los fondos y estados financieros.  Un gallero con orgullo habla del pedigrí de sus guerreros y no tiene miedo a una prueba de dopaje. Acepto, bienvenido.

Considero esto una intención loable para mejorar la cobertura, la calidad y la responsabilidad de los pregoneros y proteger los intereses de todos los participantes

Si genera dólares por exportaciones ahora tendrá la oportunidad de inscribirse en la plataforma y subastar para conseguir el mejor precio. “Sí, hay evidencia de transacción legítima con contrapartes en EUA; habilita el usuario y pon fecha para la inducción que es nuevo en esto.”

La diferencia con mecanismos aberrantes del pasado es evidente porque el dueño de la divisa mantiene su propiedad, no es expropiado ni se le roba parte de su valor con tipo de cambio fijo distanciado de la realidad del mercado.

En todo caso, si no le gustan los precios que están en la plataforma puede tranquilamente no vender, ni colocar en bancos. Los puede acumular, son suyos, el origen es legítimo y puede tener su caleta de billetes con todas las recomendaciones se ven en televisión para preservar aquellas caletas que tienen origen non sancto. Eso sí, resista la tentación de probar suerte en una gallera informal porque en caso de operativo sorpresa todos los dólares se parecen y aclaraciones para determinar el origen se tendrán que dar en la fiscalía.

Lo recomendable, entonces, es esperar el momento en que se sienta mejor para participar y llevar sus dólares legítimos a la plataforma del Banco Central en un ejercicio también legítimo que es, justamente, la definición de especulación, un concepto que nada tiene que ver con el insulto de malparido que se cree es su sinónimo.

Los participantes que usan fondos de terceros para adquirir divisas y obtener rentabilidad en operaciones de cambio tampoco son afectados por la resolución de la Junta Monetaria. Que, a propósito, de intrusa no está en el caso de las entidades financieras reguladas. Estas no pueden aspirar a que el Banco Central se concentre en actividades estadísticas y culturales y deje al mercado cambiario libre “como el viento que recoge mi lamento y mi pesar”.

En un sistema de reserva fraccional donde la entidad monetaria es prestamista de última instancia aspirar a eso es hasta un agravio para una entidad que otorga suficientes grados de libertad para exhibir unos flujos de rentabilidad altos y consistentes con respecto a estándares internacionales.

El objetivo del Banco Central es que los participantes en el mercado cambiario operen con una plataforma de negociación donde presenten posiciones reales de compra y venta de divisas

Capta depósitos y coloca préstamos en libertad de tasas de interés, informa diariamente de las operaciones para ver tendencia de las tasas.

Utiliza liquidez para operaciones de tesorería con valores, una actividad impulsada principalmente por la modalidad de endeudamiento público con bonos, y reporta las operaciones de compra y venta para que emisores oficiales vean los rendimientos planificar subastas.

Sigue participando como hasta ahora en la actividad cambiaria con libertad, pero me cuentas con más detalle si estás acumulando in loco parentis para responder a demanda en firme de importador o es de motu proprio para romper en la competencia de rentabilidad cambiaria con mis pares; vamos a profundizar un poco más sobre los participantes importantes, para detectar patrones de compra y venta y tener modelos de comportamiento, como hacen ustedes para monitorear los consumos por tarjetas…

Es por ahí la cosa, de manera que está garantizada la participación de los más grandes en lograr una intermediación cambiaria más ajustada a la forma como se transan acciones y valores de forma organizada.

Aquí el pregón del precio de la divisa no se ha podido ensordecer con éxito, ahí está la historia que no se intenta repetir.  Considero esto una intención loable para mejorar la cobertura, la calidad y la responsabilidad de los pregoneros y proteger los intereses de todos los participantes.

José Alfredo Guerrero

Economista

Economista con experiencia bancos privados, públicos, entidades reguladoras, asociaciones empresariales y centros investigación.

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