Sucedió, siendo él, como todo presidente de esa chismográfica República, el ser mejor informado (ayudantes, militares y policías, amigos y compañeros de partido se encargan de eso), que nunca se percató de que hermanas y cuñados se enriquecían exageradamente, con miles de millones de pesos que no podían ocultar, aunque quisieran. Nunca se preocupó por las fortunas que exhibían ni nunca les habría pedido su parte. Eso dice él, pasando por ignorante absoluto de todo lo que sucedía en la familia y en el Palacio Nacional y sus cuentas bancarias… (Ja ja ja ja…Risa: es lo único que provoca con su falsa ignorancia, pues nadie le acepta tamaña mentira).
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.