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Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, y Donald Trump, en la Casa Blanca

Coup de théâtre es una expresión francesa usada para significar una sorpresa, golpe de efecto. Esta expresión ilustra muy bien las encerronas, con inesperado final, que Donald Trump reserva a algunos de sus invitados al Despacho Oval. Esta vez el turno le ha tocado al presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa.

La sorpresa no se hizo esperar, luego de ordenar apagar la luz de la pieza, apareció un video de cuatro minutos mostrando algunos extractos de un discurso del turbulento líder de la izquierda radical africana, Julius Malema, llamando a matar a los Boes (granjeros en lengua afrikáans). Después, señalando las imágenes de centenas de cruces blancas a lo largo de una ruta, el presidente explica que se trata de tumbas de granjeros blancos de África del Sur.

Pero la agencia de prensa Reuters no tardó en revelar (22 de mayo) que las imágenes presentadas por Trump para probar la supuesta matanza de cultivadores blancos eran capturas de imágenes de un video tomado en Congo, para su sorpresa, por esa misma agencia de prensa.

El montaje de esta historia de genocidio había comenzado un poco antes. El 12 de mayo, un grupo de alrededor de cincuenta miembros de la minoría blanca, descendientes de colonos europeos, abandonaron su país para refugiarse en Estados Unidos, atendiendo a un llamado de Donald Trump, que ya tenía preparado para ellos un programa de reinstalación.

Contrario a esta leyenda, las víctimas de la elevada tasa de homicidio en África del Sur son los jóvenes negros de las zonas urbanas, no los granjeros blancos.

Estas historias no son nuevas, vienen rodando desde el fin del apartheid en 1991. Se argumenta que desde la elección de Nelson Mandela los blancos están siendo masacrados por los negros. En algún momento, estas supuestas matanzas de blancos circularon con tanta intensidad que muchos granjeros blancos optaron por abandonar el país. Sin embargo, la mayoría regresó, luego de comprobar que esas supuestas matanzas eran falsas.

El genocidio a que Trump se refiere es, pues, un viejo fantasma que tiene varias décadas rodando.

Pero ahora más que nunca conviene recurrir a él, por las siguientes razones:

  • África del Sur se destaca por haber puesto una acusación de genocidio contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia.
  • El país de Mandela, amigo de Yasser Arafat, siempre ha tenido lazos de amistad con Palestina.
  • En el plano económico, el país forma parte del Brics, grupo de Estados que, junto a China, compite con el G7 y la dominación americana.
  • A principios de años, el gobierno sudafricano pasó una ley que autoriza confiscar algunas tierras, para promover la inclusión y el acceso a los recursos naturales. Contrario al vecino Zimbawés, Mandela no quiso confiscar las tierras de los blancos para dárselas a los negros. Una cierta restitución progresiva de tierras se ha realizado en el país, pero sin alcanzar los resultados esperados. Solamente el 30 % de las tierras han sido restituidas. Mientras que la minoría blanca tan solo representa el 7 % de la población, posee más del 70 % de las tierras.

Es por todas estas razones que Trump y su principal socio, Elon Musk (de origen sudafricano), ambos especialistas de la desinformación, atribuyen a Sudáfrica el genocidio que Israel está perpetrando contra los palestinos.

Si alguien puede ser hoy acusado de estar perpetrando un genocidio, con irrefutables pruebas en su contra, es Benjamin Netanyahu, pero este nunca será objeto de un  coup de théâtre en el Despacho Oval.

Carlos Segura

Sociólogo

Master en sociología, Université du Québec à Montréal, estudios doctorales, Université de Montréal. Ha publicado decenas de artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras, sobre inmigración, identidad y relaciones interétnicas. Es coautor de tres obras sociológicas, La nueva inmigración haitiana, 2001, Una isla para dos, 2002 y Hacia una nueva visión de la frontera y de las relaciones fronterizas, 2002. También es autor de tres obras literarias, Una vida en tiempos revueltos (autobiografía) 2018, Cuentos pueblerinos, 2020 y El retorno generacional (novela), 2023.

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