El pasado 30 de septiembre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó una importante resolución que crea la Fuerza de Supresión de Pandillas, compuesta por 5,500 efectivos. Esta iniciativa fue impulsada por Estados Unidos junto a Panamá y contó con el respaldo de los países de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de la Comunidad del Caribe (CARICOM), sin votos en contra. Solo se abstuvieron China, Rusia y Pakistán, debido a inquietudes sobre los origines de la crisis, la financiación, la supervisión, respeto a los derechos humanos, y otras regulaciones.

Esta fuerza militar tendrá como misión enfrentar a las bandas criminales que, según las evidencias y la ONU, saquean, asesinan, secuestran, agreden, comenten violaciones sexuales y aterrorizan a la población haitiana, y han convertido el país en un almacén y exportador de drogas. Estiman que cerca del 90% del territorio lo dominan las bandas, incluidas ciudades y campos, y que controlan el movimiento de personas y mercancías.

En Haití, algunas personas pensantes como Colette Lespinasse, respetable periodista y trabajadora social residente allá, califican a las mujeres haitianas como heroínas porque van muy lejos por caminos muy peligrosos a buscar comida a la familia. Incluso el año escolar no se ha podido iniciar. El programa Médicos Sin Frontera denunció que cerca del 80 por ciento de los centros sanitarios de la capital haitiana no funcionan.

Toda esta situación ha incrementado los desplazamientos internos, y la emigración de ciudadanos a otros países; ha provocado que más de un millón trescientas mil personas carezcan de hogares incluidos niños y mayores, y que millones sobrevivan castigados por el hambre y la pobreza extrema. Es una crisis tan profunda que amenaza la existencia misma del Estado haitiano.

La nueva fuerza de tarea sustituirá a la Misión Multinacional de Seguridad comandada por Kenia, aprobada en 2023, que contó apenas con mil efectivos de los 2,500 prometidos, entre ellos militares de El Salvador, Guatemala, Jamaica, Belice y las Bahamas, con importante apoyo de Canadá; la cual sufrió más de veinte bajas. Dicha misión ya anunció su retirada esta semana, evitó —según la ONU— el colapso total del Estado haitiano, aunque no recibió el personal, y los recursos necesarios para cumplir plenamente con sus objetivos.

La aprobación de esta resolución fue posible gracias a los esfuerzos del presidente de la República Dominicana, Lic. Luis Abinader, quien logró que tres expresidentes firmaran, junto a él, una carta dirigida al presidente de Estados Unidos, a los quince miembros del Consejo de Seguridad motivando esta decisión; además de gestionar el apoyo ante gobiernos, entre ellos, China y Rusia. El presidente Abinader celebró dicha resolución y la valoró como una oportunidad para la paz en Haití y la estabilidad en toda la región.

Sin embargo, al mismo tiempo, el Congreso estadounidense, lamentablemente, rechazó la renovación de los incentivos a las exportaciones textiles de Haití. Una decisión que afectará profundamente tanto al pueblo haitiano como al dominicano.

Esta resolución refleja la importancia de preservar y fortalecer las instituciones del Estado, especialmente las fuerzas armadas, el respeto a los derechos ciudadanos, la defensa del territorio y la protección de la población; y va en la dirección de evitar los golpes de Estado. Recordemos que en Haití en la década de los 90 ocurrieron varios golpes de Estado y desmantelaron las fuerzas armadas y hace solo cuatro años asesinaron su presidente.

Esperamos que la crisis haitiana —que ha motivado una decisión de tanta trascendencia— sirva de espejo para países como la República Dominicana, “colocados en el mismo trayecto del sol”, como diría el poeta Pedro Mir.

Al desear muchos éxitos a esta misión, insisto en que, controlar la corrupción gubernamental es clave para la paz y el progreso de nuestros pueblos, como lo han demostrado las autoridades chinas al sancionar tan drásticamente a los que incurren en estos delitos.

William Galván

Profesor de psicología y antropología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Investigador académico y consultor de empresas.

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