Como se sabe, todos los seres humanos experimentamos estrés cuando percibimos una amenaza que podría poner en peligro nuestras vidas. El estrés es una reacción física o psicoemocional del organismo humano que nos permite asumir nuestras responsabilidades y actividades diarias.
No obstante, cuando el estrés es constante y las personas no logran canalizarlo adecuadamente, este se vuelve crónico. Como tal, el estrés crónico afecta negativamente la salud física y mental de los seres humanos, sin distinción de raza, sexo y edad.
Según nos consta, libera las hormonas de la adrenalina y el cortisol, las cuales preparan al organismo humano para quedarnos quietos, luchar o escapar. Es decir, el estrés crónico produce ansiedad y trastorno de ansiedad, lo que podría dar paso a una depresión leve, moderada o mayor.
Por su parte, la depresión es un trastorno del estado de ánimo que causa sentimientos persistentes de tristeza y pérdida de interés por la vida, el aseo, la alimentación, las actividades sociales y culturales y, a su vez, produce fatiga, dificultad para la concentración, conciliar y mantener el sueño.
Libera las hormonas de la adrenalina y el cortisol, las cuales preparan al organismo humano para quedarnos quietos, luchar o escapar
De nuestro lado, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que la depresión causa, además, sentimientos de inutilidad o culpa y, en los casos severos, se producen pensamientos de muerte o suicidio, cuadro que muchas veces no es percibido por los familiares de la persona que está viviendo o experimentando un cuadro depresivo.
Asimismo, sabemos que la depresión se puede presentar debido, entre otros, a los factores genéticos heredados de los padres y sus ancestros, así como también por factores ambientales y sociales o por un evento desencadenante que está fuera de control de la persona afectada por un cuadro de depresión mayor.
Según el protocolo del Diagnóstico Estadístico de las Enfermedades Mentales (DSM-V), una persona con depresión moderada y/o mayor debe ser vista por un profesional de la Psicología, quien evaluará los síntomas e identificará las posibles causas, lo que le permitirá establecer si es propicio aplicar Terapia Cognitiva Conductual o, refiere al paciente para que lo vea un Médico-Psiquiatra.
De su lado, la Neuropsicología utiliza técnicas para canalizar el estrés mediante el uso de prácticas fisiológicas que activan el sistema nervioso simpático. Por su parte, los datos científicos manejados por la neuropsicología les permiten a los neuropsicólogos canalizar el estrés, sin depender del uso de estrategias de control mental.
Las técnicas a las que hicimos referencia en el párrafo anterior para reducir el estrés son, entre otras: (a) caminar entre 15 y 30 minutos descalzos sobre la tierra o sobre el césped, lo que permite que el organismo humano descargue los electrones de estrés que tiene acumulados.
Además, (b) colocar los pies en agua tibia durante 30 minutos y, a su vez, recordar las cinco cosas positivas que la persona experimentó durante el día antes de irse a dormir; (c) cenar ligero dos horas antes de irse a la cama, lo que le permitirá al organismo concluir la digestión completa de los alimentos; (d) no fumar, no tomar alcohol, no tomar café, té y gaseosas en exceso, así como evitar hacer ejercicios físicos fuertes antes de irse a dormir.
También, (e) no utilizar los aparatos electrónicos emisores de luz, sonido y movimiento dos horas antes de irse a dormir; (f) escribir a puño y letras las tareas más importantes que la persona se propone realizar el día siguiente; y (g) conversar con su pareja, si es que la tiene, sobre sus planes para el corto y el mediano plazo, lo que reduce los niveles de cortisol y aumenta la producción de las endorfinas o las hormonas de la felicidad.
Como hemos visto en el cuerpo de este artículo, el estrés leve y moderado se puede canalizar sin tener que practicar técnicas sofisticadas de relajación y concentración, si planificamos y organizamos nuestras responsabilidades cotidianas, lo que nos permitirá ralentizar nuestros estilos y ritmos de vida.
En tal sentido, al planificar y organizar nuestras responsabilidades personales, familiares y laborales, las personas estamos en capacidad de manejar y canalizar el estrés, delegando en nuestros colaboradores las tareas que estos están en capacidad de realizar bajo nuestra supervisión.
Bajar los niveles de estrés es posible cuando las personas asumimos los criterios de creatividad e innovación y contamos con el apoyo decidido y transparente de nuestros colaboradores más cercanos. Atrévase a manejar y a canalizar el estrés por su propia cuenta, sin la intervención de terceros.
Las técnicas expuestas en este artículo, más otras que usted está en capacidad de identificar, simplificar y aplicar, son claves para usted manejar el estrés y, a su vez, ser cada vez más productivo, eficiente y eficaz en una sociedad globalizada generadora de estrés en cantidades industriales.
Atrévase, por su propia cuenta, a reducir, manejar y canalizar los niveles de estrés a los que usted está expuesto, consciente y responsablemente.
“Respira profundo, no todo tiene que resolverse hoy” (ANÓNIMO).
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