En el libro Recuerdos del barrio de San Miguel, publicado por Mario Emilio Pérez en 1978, aparece retratado, entre otros aspectos, el entorno educativo formal e informal de los residentes del Barrio San Miguel (los migueletes).

Pérez, quien nació en el referido barrio el 28 de septiembre de 1935, se refiere a las hermanas Nelia y Tula Ozuna, quienes regentaban una escuelita transformada  luego en colegio y que según sus recuerdos: “en los albores de la década del cuarenta en todas las casas del barrio de San Miguel donde había muchachos chiquitos, por lo menos uno estudiaba donde las Ozuna”[1].  Esta escuela tenía fama de que, aunque se practicaban los castigos físicos, todo el mundo aprendía.

En dicha escuela, los estudiantes estaban obligados a llevar su asiento al momento de realizar su inscripción y, en caso de que no tuvieran, se ayudaban de diferentes tablas de madera que colocaban sobre sillas ya desfondadas para sentar los alumnos.

Describe a la maestra Tula Ozuna como “una maestra apegada a las reglas pues usaba este último instrumento auxiliar de las matemáticas para castigar con él las palmas de las manos de los alumnos que cometían faltas en la lectura o la escritura, que hablaban mucho, o realizaban alguna travesura mayor o menor.”[2]

La maestra Tula también organizaba veladas artísticas en donde se recitaban poemas breves y se interpretaban canciones de moda, en una de las cuales se destacó el estudiante Ellis Pérez por su gran interpretación de “Olei lei”.

El recreo tenía una duración de unos quince a veinte minutos en los que se podían comprar helados y dulces que las mismas profesoras vendían. Al mismo tiempo, la profesora Neli Ozuna utilizaba una segunda sala de la edificación para impartir sus clases de piano.

Lamenta que las hermanas Ozuna hayan partido de este mundo sin obtener el reconocimiento merecido por la labor que llevaron a cabo, pero pronostica que:

…como la dimensión de los héroes anónimos de la pedagogía y de todas las ramas de la humana actividad se agigantan con el paso de los años no será de extrañar que un día cualquiera veamos en los periódicos la noticia de que por disposición de la sala capitular del ayuntamiento del Distrito Nacional será bautizada con el nombre de hermanas Ozuna algunas de las calles de esta capital.”[3]

Pérez afirma que sus primeras letras las aprendió con la maestra Diana Santiago, quien tenía su escuelita en la calle La Noria en su casa familiar de la que recuerda un hermoso patio sembrado casi en su totalidad de aromáticas dalias, escuela de la que fue expulsado por riña.

Narra su paso por la escuela primaria Luisa Ozema Pellerano y el encuentro con el maestro Marino Castillo Jiménez, en 1948, así como la profesora Selenia Cabral.

Remarca cómo la asistencia a los planteles escolares determinaba la división de clases, por ejemplo, se consideraba a los migueletes como riquitos que estudiaban en el Colegio de la Salle y de San Francisco de Asís, matrícula que solo podían pagar los vecinos de apellido Corso Cuello.

Con su acostumbrado sentido del humor, el articulista, humorista y compañero de vida de la ex ministra de educación, Ivelise Prats, nos narra sus vivencias infantiles y escolares en una de las barriadas populares más icónicas de las afueras de la ciudad vieja.

[1] Pérez, Mario Emilio, Recuerdos del barrio de San Miguel, Ediciones taller, Santo Domingo, 1978. P. 21

[2]. P. 23

[3] P. 25

Duleidys Rodríguez Castro

Duleidys Rodríguez Castro es filósofa egresada del Instituto Filosófico Pedro Francisco Bonó. Posee una maestría en Filosofía en el Mundo Global por la Universidad del País Vasco. Es coleccionista especializada en historia de la educación dominicana. Desde hace 17 años se desempeña como profesora de Literatura.

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