El obsequio de un diminuto violín a una chiquilla de casi cinco años me llevó a la inquietud de aprender las nuevas notas musicales escondidas en las cuerdas del instrumento y al final de la deliciosa ceremonia de entrega, fui yo el más agradecido en el primer intento de la lección.
Mi atrevimiento consistió en aceptar el consejo de un buen amigo en considerar un violín de un luthier chino, lo que inmediatamente levantó en mí, la necesidad de conocer más de ellos.
Hasta ese momento desconocía el desarrollo de la reconocida calidad y sonoridad de los violines chinos y allá fui, a la lectura y a su historia.
Todo comienza en 1980 con el fin de algunas de las restricciones económicas y culturales del gobierno chino, con ello el gran empuje por el conocimiento y desarrollo económico en general y con ello las destrezas en la elaboración de estos instrumentos musicales.
Muchos chinos fueron a educarse como los que sabían, en Italia, Francia y otros países europeos. Con ello comenzaron a lograr grandes premios en certámenes internacionales en la elaboración de instrumentos de cuerdas, poniéndose a la par de los grandes luthiers del mundo.
Pero distinto a los europeos, los chinos agregaron a la calidad la cantidad y variedades de todos los instrumentos musicales, particularmente los de cuerdas.
Todo marchaba a pedir de boca; sus violines comenzaron a venderse en los nuevos mercados, tanto europeos como en el mundo. Hoy accesibles en las grandes tiendas norteamericanas tanto como por páginas dedicadas a ellos.
Pero el cambio vino con las modernas escuelas de pensamientos geopolíticos y de cómo la geografía influye en las relaciones políticas y el poder. Y hay que sumarle igual las nuevas escuelas geoeconómicas como herramientas de poder e influencias en la política internacional.
Ambos conceptos son estratégicos y complementarios, analizando cómo los factores geográficos, como los recursos y las infraestructuras, se cruzan con los intereses económicos y la competencia por la hegemonía global.
Las nuevas restricciones económicas norteamericanas en geoeconomía han afectado muchos de los productos de elaboración china como europeos en precio y accesibilidad, pero aún sin perder calidad.
Sin ampliar más en ambas escuelas en las que no soy diestro, fue que llegué a una tienda de violines cerca de donde vive mi nieta y, sin reparos, pedí el precio de un violín tamaño 1/4 para una niña de casi cinco años.
Fue amplia la variedad en calidad y precios que me mostraron y decidí por uno de ellos.
Y fue en el momento de la entrega, acompañada de su alegría e inocencia, mi nieta, con manitas, raspó con el arco las cuatro cuerdas. Ella escuchó algo del do, re, mi, fa, sol, la, si. Yo igual, pero además otra lección.
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