A fines de septiembre, cuando las agencias internacionales comenzaron a divulgar las decisiones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre Haití, me quedé en un misterioso silencio.
Desde 1994 hasta nuestros días, siempre quise describir lo que honestamente debemos llamar las complicidades nacionales. 1994 inaugura el ciclo de intervenciones de fuerzas armadas internacionales que continúa con una extraordinaria puntualidad: 1994, 2004, 2010 (con el pretexto del terremoto de enero), etc.
En torno a estas fechas principales, una impresionante lista de "misiones" de las Naciones Unidas. A partir de julio de 2021, con el espectacular asesinato del presidente Jovenel Moïse, había que esperar nuevos escenarios: teóricamente, el ciudadano más protegido del país fue abatido en su habitación, como si su seguridad cercana se paralizara de repente para abrir las puertas a los asesinos.
Hasta ahora, los prisioneros involucrados seriamente en el asesinato fueron juzgados y están encarcelados en los Estados Unidos… Esta seguridad tuvo prácticamente la misma actitud cuando "la policía haitiana reconoció el 13 de marzo de 2021 haber perdido cuatro agentes y material en un barrio pobre de Puerto Príncipe, durante una operación contra las bandas que parecía un fiasco para las autoridades del país". En agosto de 2023, los desplazados del barrio de Carrefour-Feuilles se manifestaron en la plaza del Campo de Marte, frente al cuartel general de las Fuerzas Armadas de Haití. No hubo ninguna disposición para perseguir a las bandas…
La solidaridad muere cuando el dolor es ajeno
Estas complicaciones nacionales en nuestro sangriento desorden siempre existen. Pero desde la salida de la llamada "dictadura" de los Duvalier (1957-1986), la mayoría de los responsables (¿?) nacionales se sienten a gusto para desarrollar los crímenes, la precariedad y la miseria, con la mentira como doctrina. Muchas veces me he preguntado si no hacían preparar su discurso, generalmente obra maestra de mentiras, antes de cometer sus fechorías.
El 30 de septiembre de 2025, las Naciones Unidas autorizaron la creación de una nueva fuerza para romper el dominio de las bandas. Las divergencias por Puerto Príncipe sobre esta decisión son tremendas. Al tiempo que "el Gobierno de la República de Haití acoge con beneplácito la aprobación por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de la resolución sobre la transformación de la Misión Multinacional de Apoyo a la Policía (MMAS) en una fuerza reforzada de lucha contra las bandas armadas", el pesado peso de las complicidades nacionales no permite, aún no, a la población ver claro… En este macabro juego, el mundo entero sabe perfectamente quiénes son los principales beneficiarios del poder de las bandas; las poderosas embajadas en Puerto Príncipe saben perfectamente quién hace qué y para quién lo hace…
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