La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, no asistirá a la Cumbre de las Américas en el país porque está en desacuerdo con que sus amiguitos de Venezuela, Cuba y Nicaragua sean excluidos.
México juega con Dios y con el Diablo, aunque debería ser un país abanderado de la democracia en Latinoamérica y El Caribe. Se arrodilla ante los Estados Unidos para evitar ser castigado con los aranceles, mientras les da cabida y beligerancia a gobiernos, como el de Cuba, con una dictadura que ha perdurado por 66 años.
Enviar miles de soldados a la frontera para reducir el tráfico de estupefacientes hacia Estados Unidos y complacer a Trump es un mero acto simbólico porque una frontera de 3,150 kilómetros es imposible de cubrir.
La presidenta de México no parece sentir el sufrimiento del pueblo cubano, que pasa hambre, pobreza extrema, falta de electricidad, persecuciones, violaciones constantes a los derechos humanos y sin ninguna libertad para levantar su voz de protesta.
La presidenta Sheinbaum tiene mucho apoyo de los mexicanos con apenas un año en el poder y su gestión ha seguido los pasos de su predecesor Manuel López Obrador. Pero su política exterior debe ser más consecuente con los pueblos que sufren de la represión, persecución y total falta de libertad.
México juega con Dios y con el Diablo, aunque debería ser un país abanderado de la democracia
Lo que hace Daniel Ortega y su esposa en Nicaragua es una vergüenza para la región. Y robarse unas elecciones descaradamente, como lo hizo Nicolás Maduro, es inaceptable y tiene que abandonar el poder, tarde o temprano.
No queremos a esas personas en tierra dominicana. No queremos que vengan a acusar a nuestro país de seguir los pasos y ser títeres de Estados Unidos. La decisión de Luis Abinader de no invitar a esos tres países es parte de su convicción democrática y así lo demostró cuando fue de los primeros en no reconocer el triunfo de Nicolás Maduro en un fraudulento proceso electoral.
Las relaciones entre República Dominicana y México deben seguir siendo sólidas, ya que ese país se convirtió en un refugio para muchos dominicanos que huían de la dictadura de Trujillo. Además, hay importantes inversiones mexicanas en nuestro país en sectores estratégicos. La amistad con México es legendaria.
Así como Venezuela luchó para acabar con la dictadura de Trujillo, nosotros debemos hacer lo mismo con la dictadura de Nicolás Maduro. Es una deuda histórica con ese país.
Y en cuanto a la Cumbre de las Américas, ojalá algo bueno salga de ella que no sean discursos vacíos y proclamas inútiles. La región pasa por momentos difíciles y confrontaciones geopolíticas, como el caso de Brasil y Colombia con Estados Unidos, donde su presencia en la cumbre puede limar asperezas.
Finalmente, estamos apenas a tres horas de Washington en avión, y el presidente Trump, que ha viajado mucho a nuestro país, podría estar presente en la Cumbre por un día, lo que sería de gran trascendencia para la región.
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