Como cada tercer miércoles del mes de octubre, se celebró ayer el Día Mundial de la Ética, conmemoración que surgió por la iniciativa del Consejo Carnegie de Ética en Asuntos Internacionales. (Carnegie Council for Ethics in International Affairs | Home).
El referido consejo es una organización no partidista con 101 años de historia, dedicada a la promoción del debate ético en torno a los temas más acuciantes de las sociedades contemporáneas.
Así como acontece con otras conmemoraciones, como las del “Día Mundial de la Filosofía” y el “Día Mundial de la Lógica”, auspiciadas por la UNESCO, dedicar un día a conmemorar actividades del pensamiento crítico es un esfuerzo por visibilizarlas y concientizar sobre su relevancia en una época donde la agenda neoliberal las margina por su “improductividad”.
La agenda neoliberal margina el pensamiento crítico por considerarlo improductivo
Se conmemora como un acto simbólico de reafirmación y rememorización de la tradición reflexiva que nos ha conformado como civilización, para repensar los límites de dicha tradición y construir redes de conversación y de acción que aborden las situaciones éticas de nuestro tiempo.
Es una oportunidad para formular preguntas incómodas sobre lo que entendemos por ética y su instrumentalización biopolítica, sobre la deriva autoritaria que amenaza con cerrar los espacios del debate público, sobre los nuevos paradigmas morales que canonizan las redes sociales, sobre los modelos de éxito y sus implicaciones y, por supuesto, sobre las consecuencias éticas de la IA.
En República Dominicana, se agregan nuestros propios temas de reflexión ética: la asunción de la violencia como ejercicio disciplinario y la cultura autoritaria, los discursos de odio por razones raciales, sociales o de género, nuestro modo de conciliar una adhesión religiosa de carácter cristiano con una práctica cotidiana negadora de sus principales valores, así como la cultura del abuso y la hipercorrupción.
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