En Estados Unidos el presidente Donald Trump y su carnal Elon Musk están disminuyendo fuertemente la nómina pública norteamericana. En nuestro país se cita mucho el caso de la USAID por lo que nos concierne, pero hay otros muchos departamentos afectados. El propósito es primero disminuir la cantidad de miembros del Partido Demócrata en la nómina pública y, segundo, eliminar proyectos con los que los republicanos conservadores no están de acuerdo como los que involucran asuntos de género, sexo y raza. Un tercer propósito ha sido disminuir el gasto público y con el ahorro permitir el mantenimiento de la reducción en los impuestos que gravan a los ricos, como Trump y Musk. En fin, empeorar aún más la distribución del ingreso en Estados Unidos.

Algo parecido, pero con muy diferentes propósitos, podría iniciarlo Luis Abinader en nuestro país. Cuando Balaguer era presidente de cada peso recaudado en impuestos la mitad se dedicaba a obras públicas como carreteras, caminos, puentes y presas. Hoy día apenas se aplica un 10% para estos fines, ya que el 90% restante va a gastos corrientes que incluyen el pago de intereses de la deuda pública externa e interna, así como la inflada nómina y los enormes subsidios. Durante los gobiernos de Luis Abinader este ha aumentado la cantidad de empleados públicos en un 14% en cuatro años, llegando ahora a 750,000 para que muchos “compañeritos” voten a favor del partido de gobierno, tal y como también lo hizo el PLD. Creemos que si ahora la cantidad de empleados públicos baja en un 10%-15% la eficiencia en la administración pública dominicana no se vería afectada.

Con motivo de la pandemia el PLD correctamente estableció subsidios a través de múltiples tarjetas de débito (Supérate, Sisalril, etc.) para los pobres y, además, decidió seguir dando luz a los que no pagaban y que ni siquiera podían salir de sus casas. Pero hoy día, sin pandemia, lo de las tarjetas de subsidios se mantiene a través de múltiples bonos. Actualmente un 51.1% de los dominicanos reciben algún tipo de bono de nuestro gobierno, pero como un 15% de la población es menor de edad, resulta entonces que un 60% de los adultos recibe hoy un subsidio a través de algún tipo de bono, una proporción altísima. También se les sigue dando electricidad a los que no pagan por montos que llegan a una tercera parte de la electricidad que venden las tres Edes. Con menos subsidios y menos burócratas estatales la inversión pública aumentaría y volvería a ser, como en el pasado, el principal motor del crecimiento. Hoy lo es la impredecible inversión privada nacional y extranjera.

Hacia finales del régimen de Trujillo los enormes gastos militares, así como los vinculados a la “Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre” de 1955, crearon un déficit tal que el gobierno decidió disminuir la cantidad de empleados públicos y para esos fines se asignó esa labor a un individuo que iba de oficina pública en oficina pública reduciendo las nóminas. No recuerdo su nombre, pero sí su apodo: “Morolejos” porque ponía al moro “bien lejos”.

¿Estará dispuesto Luis Abinader a disminuir la nómina y los subsidios y con los ahorros así generados aumentar las obras públicas y también reducir el déficit fiscal para de esa forma igualmente fortalecer nuestra moneda? ¿Podría actuar como Elon Musk, o como “Morolejos”? Como dijimos, la inversión total aumentaría y, consecuentemente, también el crecimiento y el empleo. Habría, en fin, más “moro” para todos nuestros “cristianos”.

Bernardo Vega

Historiador, economista

Economista, historiador, autor de decenas de libros. Impenitente columnista, fue gobernador del Banco Central y embajador ante la Casa Blanca. Ex director del periódico "El Caribe" y de la revista "La Lupa Sin Trabas". Actualmente es presidente de la Academia Dominicana de la Historia.

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