Introducción

El libro, El loco de Dios en el fin del mundo (2024), del escritor Javier Cercas[1], nos adentra en un terreno inusitado: el retrato del papa Francisco y su dimensión espiritual en un mundo que parece marchar hacia el colapso.

Ahora bien, el autor no explicita ese propósito desde la perspectiva de un biógrafo tradicional ni de un apologeta católico, sino desde su propia posición de ateo empedernido, feroz escéptico y excelente narrador comprometido con la búsqueda de sentido.

Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso. Pero aquí me tienen, volando en dirección a Mongolia con el anciano vicario de Cristo en la Tierra, dispuesto a interrogarle sobre la resurrección de la carne y la vida eterna. Para eso me he embarcado en este avión para preguntarle al papa Francisco si mi madre verá a mi padre más allá de la muerte, y para llevarle a mi madre su respuesta. He aquí un loco sin Dios persiguiendo al loco de Dios hasta el fin del mundo.”

De ahí que la obra esté suscitando un amplio espectro de reacciones. Para algunos, se trata de una crónica lúcida y valiente que revaloriza la figura del pontífice latinoamericano, recién fallecido el pasado mes de abril de 2025. Para otros, el libro exhibe una muestra de ambigüedad ideológica y de cuestionable complacencia con las estructuras eclesiásticas.

Desde mi escritorio, esta reseña propone un examen crítico e imparcial, del libro de referencia, comenzando por su estilo híbrido y su aproximación ética y política, hasta llegar a su resonancia en el debate contemporáneo –cuantas veces surge el tema de cualquier extremismo– sobre ideologías, religiones y libertad humana.

Compendio

El libro de referencia no es una biografía al uso. Es una crónica subjetiva, una suerte de viaje intelectual y emocional que lleva a Cercas, de su radical escepticismo, hasta alguna especie de admiración contenida por Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, nacido en Buenos Aires, un 17 de diciembre de 1936, y muerto en Ciudad del Vaticano, el 21 de abril del año en curso.

Circunscrito así, el “loco de Dios”, es el papa Francisco. Y, el “fin del mundo”, implica, tanto una alusión geográfica a su Argentina natal, como una metáfora del colapso de toda una civilización humana en pleno siglo XXI. De la mano con su narración, Cercas acompaña al lector en un itinerario donde se cruzan la historia del papado, los dilemas morales del presente, las contradicciones internas del Vaticano, y la continua autorreflexión del propio narrador.

En ese contexto, el libro de 485 páginas, editado por Penguin Random House, en Barcelona, alterna escenas, recuerdos, análisis, confesiones y entrevistas con un tono que recuerda al ensayo narrativo de autores como Emmanuel Carrère.

Por demás, no se pierda de vista que la mirada sobre el pontífice es curiosa, humana, cálida, empática, pero no por eso menos crítica. Francisco aparece como un papa que predica con hechos, que reza en silencio por los migrantes muertos en el mar, que se enfrenta a la curia vaticana y que habla con sencillez sobre los pobres, la compasión, el perdón e, incluso, las debilidades y dudas más humanas. Todo eso y mucho más, sin jamás apartarse ni un milímetro del magis ignaciano, tampoco de la fe y del dogma de la tradición de una iglesia que ostenta galas apostólicas de universalidad.

Por tanto, uno de los aspectos más interesantes de ese cúmulo de páginas diversas es su estilo híbrido: combinación de crónica, anecdotario, diálogo, ensayo político, meditación espiritual y relato autobiográfico. Cercas, como el pontífice del que escribe, no pretende ocultar su subjetividad: al contrario, con ella, más bien expone un elemento constitutivo del acto de escribir. La primera persona vertida en esas páginas es programática, no caprichosa. Lo que está en juego no es solo el retrato de un papa, sino el modo en que un ateo, el escribiente, puede encontrar sentido en figuras religiosas que desbordan la fiducia de una creencia, sus prácticas litúrgicas y su dimensión dogmática.

Cierto, ese enfoque genera críticas. No faltan las que consideran que el tono confesional tiende a la autoindulgencia. Quizás, porque Cercas no narra solamente. Él más bien explica, reitera, insiste, subraya. En ciertos pasajes, el lector puede llegar a resentir que el autor se esfuerza demasiado por justificar su cercanía al mundo religioso sin dejar de reafirmar su ateísmo.

Ese vaivén puede resultar exasperante para quienes prefieran un análisis más desapasionado, aunque también puede interpretarse como rasgo fundamental, constitutivo, de la honestidad radical del autor.

El meollo de la cuestión

En el centro del libro se encuentra una pregunta crucial: ¿puede un líder religioso encarnar una ética –digamos, no tradicional, sino revolucionaria– sin por ello dejar de pertenecer a una institución eminentemente tradicional?

La respuesta de Cercas es ambivalente. Por un lado, muestra a Francisco como un disidente interno, un reformador que desafía a los sectores más conservadores de su iglesia. Por otro, reconoce los límites de ese poder, los pactos (…arreglos, no chanchullos…) con la tradición, y, ni qué decir, de las resistencias internas.

Desde una perspectiva académica, opino que el valor del libro reside en esta tensión. Cercas no convierte al Papa en un santo laico, pero tampoco lo trivializa como si fuera una burda figura mediática. Se sitúa en el borde entre admiración y crítica, fe y escepticismo. En ese sentido, el libro dialoga con tradiciones filosóficas que —como en Spinoza— entienden la religión como potencia ética más que como dogma. Y también resuena con Octavio Paz, cuando este defendía una “libertad religiosa sin religión impuesta”, una fe como forma de poética moral.

Pero atención a esto: el libro también resiste una lectura política. Esta da pie a situarlo en el debate sobre los principales extremismos ideológicos contemporáneos.

El retrato de Francisco como figura que incomoda e inquieta, tanto a la derecha ultraconservadora y hasta recalcitrante, como a la izquierda dogmática y repetidas veces ensordecedora, no hay que buscarlo entre líneas, pues está implícito a lo largo de las páginas. Cercas intuye y sugiere explícitamente que el papa Francisco representa una forma de liderazgo que escapa la dialéctica fingida de etiquetas binarias: ni neoliberal, ni neomarxista, ni autoritario, ni libertario, ni inquisidor, ni indiferente.

En ese dominio, se inserta la crítica indirecta al centrismo. A diferencia del puro pragmatismo que a menudo caracteriza al centro político, el hoy difunto Francisco —de acuerdo al autor de referencia— mantiene una ética diáfana en sus principios: la defensa de los excluidos. Esa ética no se traduce en una ideología de raigambre circular, sino en una praxis flexible, incluso contradictoria. Bien pudiera tratarse de una reprimenda, quizás, a ese sinfín de intelectuales europeos que siguen atrapados en las viejas categorías del siglo XX.

En medio de la narración, hay un dato significativo y sorprendente. Se trata de la inclusión implícita del pensamiento de Enrique Krauze en el horizonte ideológico del libro. Krauze, defensor de una modernidad liberal con raíces éticas, sostienen actualmente que la libertad de conciencia y la separación entre religión y política son esenciales para la democracia. Sin embargo, también ha reconocido el papel civilizatorio de ciertas figuras religiosas que, como Francisco, encarnan valores universales.

Desde la óptica krauziana, la última crónica de Cercas puede leerse como un intento serio y honesto de reconciliar la fe con la libertad, pero sin caer en el dogma ni en el nihilismo. De ser esa interpretación certera, Cercas, así como Krauze, convergen en este punto: una sociedad necesita referentes éticos, aunque estos no deben imponer su supuesta verdad absoluta. A partir de ese  punto nodal, ambos autores coinciden en rechazar, tanto el clericalismo autoritario, como el laicismo militante; y, por tanto, reconocen e incluso veneran el predominio de verdaderos valores universales encarnados por personajes de incidencia histórica.

De ahí, la admiración que Cercas reconoce en el papa Francisco. Entre otras razones porque admira “el pragmatismo humilde del Gran Inquisidor de Bergoglio –que horrorizaría al Gran Inquisidor de Dostoyevski–“.

A modo de conclusión

Conviene agradecer a Javier Cercas por un libro provocador, íntimo e inusual. Su mayor mérito está en abordar una figura religiosa desde la honestidad intelectual, sin recurrir para ello al uso de clichés embobados, ni al abuso del “magister dixit” en apoyo a opiniones infundadas. Estamos ante una lectura que a cualquiera le garantiza poder pensar y reflexionar la espiritualidad desde fuera de la fe confesional de una Iglesia jerárquica y católica, dado que parte del axioma de que una mirada laica no es necesariamente prejuzgada y, por consiguiente, no tiene por qué ser irremediablemente reductora de otras posiciones.

En resumen, este libro tiene pasajes brillantes y otros menos logrados, pero en conjunto ofrece una reflexión necesaria sobre el lugar de la ética en tiempos de confusión ideológica. Y, por tanto, ojalá cuente con una amplia lectura por doquier. Al fin y al cabo, en una época en la que domina el clásico cinismo político y la modernizante polarización ideológica, El loco de Dios en el fin del mundo reivindica algo tan difícil como la insospechada caída súbita del caballo paulino; a saber, la compasión, la lucidez y el coraje, tanto el intelectual, como el moral y el ético, en búsquedas de la verdad, el bien y la confianza recíproca de nosotros, los mortales.

Por todo lo cual, agradezco a quien tuvo la deferencia de traer este libro a mis manos con una dedicatoria sin igual; y, de serme dada alguna influencia, invitaría a tantos lectores como me fuera posible, a salir de sus certezas, para habitar —aunque sea por un instante infinito— el libre espacio de la duda fértil. Ubicados en el fin del mundo descubrirán entonces que “el secreto de Bergoglio es que no tiene ningún secreto”. Fue, entre todos nosotros, “un hombre normal y corriente”, al igual que su compañero y Señor, Jesús.

[1] El autor, Javier Cercas, nacido en España, en 1962, es reconocido por su maestría en la novela ensayística y el tratamiento ético de la historia reciente española (Soldados de Salamina, Anatomía de un instante, Independencia).

Fernando Ferran

Educador

Profesor Investigador Programa de Estudios del Desarrollo Dominicano, PUCMM

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