¿Quién pretende rediseñar al Botánico? ¿Quién osa lucrarse con la calidad de la ciudad interviniendo el pulmón para desintoxicarnos de los millones de vehículos que llenan nuestras calles?

Hasta el Presidente Abinader habló: el Parque Botánico Nacional no será “canibalizado” como se ha temido por los anuncios de una intervención a su diseño. En palabras presidenciables, es sólo una intervención a la acera de la Ave. República de Colombia para adecuarlo a otra amenaza: el hiper-tapón producido por la importación de chatarra como parque vehicular y el retraso en la implementación de la red del transporte colectivo.

He vivido en mi época estudiantil, frente al parque que cruza la ciudad de Washington, frente a la Riviera del río Hudson en el Alto Manhattan, y en los alrededores del Lago Michigan en Chicago. Para completar, también al lado del Jardín Botánico Nacional por casi dos décadas. ¿Cómo no rememorar el ánimo matutino que llega desde la selva ordenada desde las plantas?

Vale, porque si es por poesía, viví a orillas del Rimac, para recordar  a la “flor de la Canela” e ir al Paseo de los Descalzos a rememorar su construcción para que la “Perricholi”, la amante virreinal se pasease con sus amigas, justo detrás del Palacio de Pizarro y la Plaza de Armas. Lo de aquí es la antítesis de construir sin sentido de la historia…

O ¿es que se nos olvida la poesía de una ciudad que se va rehaciendo sin perder sus encantos, que residen en sus plantas y su gente? El Ozama no es lo que fue, el Malecón ha sido hecho, deshecho y rehecho sin alma, ni vida ni corazón; y a nuestra ciudad colonial no la dejan envejecer de nuevo, porque parece una fantasía nueva de Disney, con todo hecho hoy para parecer que es casi cinco centenaria.

Es nuestra adicción el olvidar la historia…

Miguel Sang Ben

Economista

Economista y politólogo. Profesor Universitario en la PUCMM. Articulista. Coordinador de Extensión de la Escuela de Graduados de Altos Estudios Estratégicos.

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