Por décadas en el país se ha estado debatiendo la necesidad de que Santo Domingo tenga un centro de convenciones y un puerto de cruceros funcional. Ningún gobierno, sin embargo, ha podido lograr esas metas, aunque de materializarse se traducirían en un formidable acicate económico para la ciudad. Noticias recientes, por suerte, dan cuenta de proyectos embrionarios que conjurarían esas carencias.  Al doblar de la esquina estarían un centro de convenciones y un nuevo puerto de cruceros (Santo Domingo del Mar). A continuación, se ofrecen algunos requisitos de racionalidad para ayudar a viabilizar estos emprendimientos.

Respecto al centro de convenciones este gobierno primero declaró de utilidad pública los 35,000 m2 del solar donde está ubicado el antiguo Hotel Hispaniola. También Banreservas y el MITUR gestionaron la contratación del Instituto Ferial de Madrid (IFEMA) para realizar el diseño arquitectónico y el estudio de factibilidad correspondiente. Sin embargo, un litigio sobre la propiedad de esos terrenos retrasó el proyecto (aun cuando MITUR alego tener en banco los RD$1,200 millones para su compra). Por eso las autoridades han optado por la alternativa de ubicar el centro en el solar del antiguo Hotel Santo Domingo. Es una decisión inteligente ya que la consultora ITB Consulting, en su excelente estudio de factibilidad del 2008, había recomendado al Hospital Reid Cabral como la mejor ubicación y el solar del mencionado hotel es casi igual en ubicación y condiciones.

La consecuente declaratoria de utilidad pública indica que se compraría solo unos 34,000 m2 (una cantidad similar a la del solar del Hispaniola) de los 67,000 m2 de ese solar que pertenece al Central Romana. El diseño del centro, elaborado bajo la asesoría de IFEMA, contempla una capacidad para albergar hasta 5,000 personas, con el objetivo de fortalecer el turismo de reuniones y eventos en Santo Domingo. Según el ministro de Turismo, David Collado, el proyecto tendrá un impacto urbanístico significativo y se espera que incremente en al menos un 7% la ocupación hotelera en el Gran Santo Domingo. El ministro también ha anunciado el desarrollo de un bulevar turístico costero entre la Ave. A. Lincoln y la Ave. W. Churchill.

El primer reparo sobre estos planes tendría que ver con las anticipadas características del edificio. Mientras IFEMA aboga por un edificio que acoja a solo 5,000 personas, no se sabe si esa seria la capacidad del salón de la plenaria o si solo se refiere a la totalidad de la capacidad del edificio. De igual modo, el estudio de ITB Consulting había recomendado, por su parte, que el solar tuviera entre 45,000 y 80,000m2 y que pudiera acomodar hasta 10,000 personas, con la posibilidad de que pudiera expandirse en el futuro. Esas son medidas más congruentes con el tamaño. la población y el creciente sector turístico de la ciudad. En consecuencia, estamos a tiempo para ordenar un nuevo diseño arquitectónico que posesione a la ciudad como un hub regional de eventos internacionales, ferias y congresos.

Esa revisión no se limita al tamaño de la edificación. Es que la ubicación privilegiada del centro –justo frente al mar y a un cocotal público de ensueño—sugiere la incorporación de esos elementos en el nuevo diseño. Con algo de imaginación se podría también incorporar al mar mediante un espigón semicircular que proteja el área de baño y un embarcadero para botes de recreo. (Habría que pensar también en cómo conectar el nuevo centro con el salón de convenciones de la Cancillería.) En adición, no se conoce cuál sería la capacidad del estacionamiento del diseño de IFEMA y si una parte sería subterráneo. Pero se puede presumir que requeriría espacio para unos 1,000 vehículos. (El espacio necesario podría ser el del Hispaniola cuando se destrabe el actual litigio.) Estas incorporaciones, suponemos, no se contemplan en el diseño de IFEMA, el cual no ha sido publicado en las redes.

Ligado al estacionamiento debe también considerarse la obvia necesidad de proveer una movilidad que abarque todo el litoral marino involucrado. Deseable que lo desarrollado cubra un trayecto que inicie en la Plaza Juan Baron –o mejor aún desde Montesinos– y empalme con el bulevar turístico anunciado por el ministro. Así se proveería transportación fácil tanto para los huéspedes de los hoteles del Malecón que asistan a las convenciones como a los turistas, nacionales y extranjeros, que pululen por las instalaciones del proyecto Santo Domingo del Mar. Las opciones son conocidas: un teleférico, un tranvía, un tren o una extensión del Metro. (Existe ya un diseño para vincular el Metro, desde su estación del Centro de los Héroes.) Tanto el nuevo puerto como el centro de convenciones deberán incorporar el proyecto de movilidad escogido.

Otra gran interrogante que se vislumbra se refiere al necesario inventario de habitaciones hoteleras que debe existir para un centro de las dimensiones visualizadas. Se estima que actualmente la ciudad tiene unas 5,000 habitaciones de clase mundial (ver gráfico adjunto).

Pero tomando en consideración una ocupación promedio anual estimada en un 60%, eso equivaldría a unas 3,000 que habría que rebajar a la disponibilidad. Si recordamos que el nuevo puerto de cruceros también añadirá a la demanda de alojamiento de la ciudad, especialmente cuando inicien operaciones homeport, resulta lógico suponer que se requerirán otras 3,000 habitaciones a ser construidas al tiempo que se desarrollan los dos proyectos aquí señalados. Un horizonte de mediano plazo sería el adecuado para prever la satisfacción de la enorme demanda generada por ambos proyectos.

Finalmente, es oportuno que se piense en la conformación del Bureau de Convenciones. Dependiendo de si el centro resulta una entidad público-privada, el Bureau promovería a Santo Domingo como un destino de reuniones, congresos e incentivos (MICE) en coordinación con los hoteles, operadores turísticos y gremios empresariales. Se conoce que este tipo de marketing es muy especializado y, al país no contar con candidatos idóneos para su dirección, es necesario que se contemple la contratación de un personal dirigencial extranjero. Esa contratación debe hacerse tan pronto tengamos un nuevo diseño aprobado en función de las incorporaciones mencionadas más arriba. Y eventualmente, el Bureau deberá tener su sede en el mismo centro de convenciones.

El anhelado centro de convenciones puede convertirse en un ancla de revitalización urbana y económica, fortaleciendo la posición de Santo Domingo como ciudad capital de negocios, cultura y eventos del Caribe. Para lograrlo, se necesita una visión ambiciosa, sustentable y de clase mundial, con fuerte respaldo institucional y empresarial.

Por su lado, es deseable que Santo Domingo del Mar sea autorizado por el Congreso tan pronto se determine si la apreciada franja del Malecón que ocuparía será simplemente concesionada, arrendada por 30 años u objeto de una alianza público-privada (donde el Estado figure como accionista).

La anterior reseña sugiere que las intervenciones propuestas para el Malecón de Santo Domingo deben ser bien concebidas. Eso implica la conveniencia de que se conciban de manera integral como parte de un gran Plan Maestro. Con la racionalidad que este prometería tal vez la inversión privada pueda involucrarse para facilitar el desarrollo de una envidiable franja de mar que engalana a la Ciudad Primada de América.

Juan Llado

Consultor económico

Con entrenamiento universitario en los campos de la psicología, las ciencias políticas, la educación y la economía, obtuvo títulos universitarios en EEUU y se desempeña actualmente como consultor económico y articulista. Su experiencia de trabajo ha sido diversa, incluyendo misiones de organismos multilaterales y gerencia de proyectos internacionales. El principal hobby es la investigación y las tertulias vespertinas en el Centro Histórico de Santo Domingo. Aunque no partidarista y un libre pensador, ha abrazado últimamente la causa de la alternancia en el poder como requisito cumbre para fortalecer la democracia dominicana.

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