La ciencia abierta, movimiento científico de alcance global, se abre paso en diversas instituciones de educación superior (IES) en el mundo. Esta apertura cuenta con regulaciones claras y transparentes; por ello, ha adquirido relevancia, por lo menos en América Latina, la política nacional de ciencia abierta. Esta política está orientada a que los países que la formulan y aplican favorezcan el acceso abierto, la reutilización de los resultados de investigaciones y una producción científica colaborativa. La ciencia abierta se plantea, también, el impulso de una ciudadanía abierta y una corresponsabilidad social y económica más abierta. La dimensión de apertura gana terreno en el campo de las ciencias y los Estados están tomando posición ante este movimiento que es lento, pero continuo.
La política nacional de ciencia abierta les garantiza a las IES un trabajo en favor de la investigación y de la producción científica con seguridad, con una regulación que no busca limitar su trabajo investigativo, sino, por el contrario, ofrecer dispositivos legales que salvaguarden los derechos que les corresponden a las partes involucradas en los procesos de ciencia abierta. Sin una política nacional que regule, se corre el riesgo de que se violenten derechos y que, tanto la tarea investigativa como la producción científica colaborativa, pierdan su carácter y su legitimidad. En América Latina y el Caribe, todavía faltan Estados que no se han comprometido con la propuesta de la UNESCO sobre ciencia abierta. Una política nacional de ciencia abierta ha de tener como base un respaldo estatal y empresarial responsable a la producción científica orientada a la mejora de la calidad de la educación, al fortalecimiento de la ciudadanía abierta y a la mejora de la vida de los ciudadanos.
Las IES, por su parte, tanto en el continente como en otras zonas del mundo, se van abriendo paulatinamente a la ciencia abierta. Van constatando que es una estrategia que favorece la calidad de la educación superior y la desprivatización del conocimiento y de la producción científica. Del mismo modo, van descubriendo que la ciencia abierta, además de fortalecer la transparencia institucional, favorece el impulso a un diálogo sociedad-academia más claro y permanente. Las IES, también, van detectando que el desarrollo de la ciencia abierta puede sostenerlo y fortalecerlo a través de la constitución de redes. Estas contribuyen a una mayor diversificación de la producción científica y al fortalecimiento del intercambio de saberes y de recursos interinstitucionales.
La ciencia abierta, como toda actividad científica, requiere recursos económicos, dispositivos legales y un conjunto de investigadores e instituciones probadas en la cultura investigativa. Por tales razones, las IES que se comprometen con la ciencia abierta han de contar con las herramientas necesarias para introducirse en ese ámbito. En el mundo y en la región en que habitamos, no todas las IES están preparadas y dispuestas a la ciencia abierta. Pero este es un proceso. El impulso que va teniendo contribuirá para que, progresivamente, las IES vayan definiendo su posición y su acción con respecto a la ciencia abierta. Lo primero que las IES han de tener son posibilidades para garantizar una cultura investigativa que muestre la evidencia científica de su práctica, de su trayectoria institucional. En este campo, la evidencia es fundamental.
En el caso de la República Dominicana, la ciencia abierta todavía no es tema de diálogo ni de debate en la mayoría de las IES, en particular, ni en las asociaciones que las articulan. Parecería importante que este tema ya fuera ocupando algún espacio del quehacer de las IES en su trabajo cotidiano. Plantearse la ciencia abierta exige de las IES ruptura con prácticas con más fundamento empírico que científico. Constituye una oportunidad debatir qué tan necesaria e importante es la ciencia abierta para el desarrollo de la educación superior y de la sociedad dominicana. Hacerlo pondrá a las IES frente a desafíos nuevos; y, sobre todo, a la irreversible necesidad de una revisión crítica de sus concepciones y práctica sobre ciencia, producción científica y ciencia abierta. Aún más, las pondrá en condiciones de fortalecer sus compromisos con una educación actualizada, productiva e innovadora. Esta innovación colaborativa ha de ganar, también, en apertura, en contextualización y en responsabilidad social.
Para las IES de la República Dominicana abrir el debate sobre la ciencia abierta, han de encontrar condiciones para ello. El Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología es la primera entidad responsable de pensar, proponer e impulsar este movimiento en el sistema de educación superior del país. El MESCYT todavía no se ha comprometido con la propuesta de la UNESCO. Se constata falta de información sobre la ciencia abierta entre los profesores y los dedicados a la investigación (De-Filippo, Lascurain-Sánchez & Sánchez, 2023). Por ello, la acción del MESCYT es importante.
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