Las ocurrencias publicitarias persiguen a Miguel D. Mena. Mira qué cosa, ahora, en Santiago lo anuncian como radicado en Berlín, Alemania. Es como si en la urbe europea hubiera una comunidad llamada San Carlos. Igualita a la de aquí.

El mensaje sobre el libro “Apuntes”, de Antonio Zaglul tenía como propósito informar, no vender. El parte publicitario de ahora, por el contrario, ansía atraer público al través de trucos y acertijos publicitarios. Pero qué era lo que decía el anuncio, veamos la descripción:

El diseño: el boceto consistía en una foto de medio cuerpo, muestra el perfil derecho del rostro de Miguel mirando al infinito. En la imagen, D. Mena luce espejuelos para alargar la vista y, de paso, le imprimen un carácter de intelectual agudo.

El tocayo aparece sentado con camisa azul, chaqueta negra con botones dorados y protección de piel tipo gamuza en los codos. El fondo morado, enmarcado con una línea amarilla habla más de la cuenta. La fotografía ocupa el lado derecho completo del cartel.

El lado izquierdo, por el contrario, se dedicó al texto. Resaltaban letras grandes con el nombre del producto humano en venta. Con tipografías poco más pequeñas, debajo del nombre de Miguel se ubicó el acertijo. El resto de la información complementaria era casi ilegible.

Sería discutible la validez de artimañas para sorprender a clientes inocentes u otros menos inocentes. Sobre todo, si los convocados son candidatos a ingresar al club de los pensadores cibaeños. Igual se lo tragaron.

El fondo del cartel presenta libretas abiertas y páginas sueltas repletas de textos escritos a mano. La gama de grises simula la sensación de estar ante la presencia de un pensador tan consagrado que escribe y lee bajo una luz opaca. Como si fuera una lámpara “jumiadora”.

El texto decía: “Encuentro con Miguel D. Mena, escritor y ensayista. Desde Berlín a la Tertulia”. Comparto a continuación un facsímil del anuncio de marras.

La publicidad sobre el libro del Dr. Zaglul provocó asombro por la sencillez y el objetivo. Este otro fue todo lo contrario. Lo inverosímil del acertijo —nada subliminar— me dejó pasmado. Me resistía a creer que había salido de la cabeza del tocayo. De manera que decidí llamarlo.

Pero antes le compartí el cartel publicitario. Entonces él se desesperó y me llamó primero. Hablaba haciendo un énfasis especial en una “L” más sancarleña que capitaleña. Como para reafirmar sus raíces.

— Hola Miguel Ángel, mielda loco que velgüenza, fueron ellos que hicieron eso, no tuve nada que ver. Qué pena.

Para devolverle un poco el aliento, le quité importancia a la treta. Hermano, tranquilo, eso no pasa de ser un recurso para atraer público. D. Mena aceptó, sin embargo, aclaró que desconocía a los miembros del grupo que lo invitó. Por eso Miguel Ángel —sugirió— me gustaría que me acompañe en esa actividad.

— Tranquilo tocayo, la costumbre en el Cibao aconseja que a los visitantes se les brindan todas las atenciones. Y los santiagueros llevan la bandera de la hospitalidad— le dije.

Yo, ni tonto ni perezoso, aproveché el artificio para sondear los rasgos del San Carlos berlinés. ¿Cómo es su gente? Descifrar las características de uno y otro. Es decir, deslindar las costumbres comunes entre el San Carlos dominicano y el San Carlos alemán. Las diferencias deben ser del cielo a la tierra. Por lo menos, en la mancha urbana.

La tertulia de Santiago se desarrolló como estaba prevista. El Miguel D. Mena locuaz habló hasta por los codos. La narrativa sobre literatura dominicana se vistió de gala. Pero con ropa casual. Sin el rosario de anécdotas contadas por el tocayo la conversación habría sido aburrida.

Lo cierto es que los Miguel D. Mena andan por donde quiera. Uno en San Carlos, Berlín, Alemania; otro sociólogo, urbanista, egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD); un tercero propietario de la Editorial Cielonaranja…

Pero entre todos, el Miguel D. Mena con mayores perspectivas, el que conjuga todos los anteriores, es ese. ¿Cuál? El que nació y vive en el barrio San Carlos de Santo Domingo.

Ese Miguel D. Mena es un conversador impenitente. Y como se dice en la calle, el tipo es, un tercio.

Miguel Ángel Cid Cid

Municipalista

Especialista en fortalecimiento y planificación institucional, con experiencias exitosas en RD y Haití. Experto en resolución de conflictos y capacitación de jóvenes y adultos. Creador e impulsor de la primera experiencia de presupuesto participativo en Villa González, República Dominicana, recorriendo decenas de municipios promoviendo iniciativas de planificación estratégica y participación socio-política a nivel local.

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