Según conocemos los especialistas en higiene y salud mental, la mayoría de los adolescentes no soportan a sus padres, actitud influenciada por su sistema hormonal y el impacto social y ambiental que éstos/as reciben de su entorno.
Además sabemos, que la adolescencia es un período crucial para el desarrollo del cerebro humano, ya que durante este período dicho órgano aumenta la velocidad de conexión de sus diferentes redes neuronales.
También sabemos, que durante la adolescencia maduran las partes claves del lóbulo prefrontal, las cuales son las encargadas de la planificación, la organización y la toma de decisiones conscientes.
Como tal, “el período de la adolescencia es crucial para la adaptación, se produce la identidad y la formación de los hábitos dé cada adolescente en particular, proceso que ocurre a través del podado neural y la poda simpática” (Reportes de los Estudios de los neuropsicólogos de la Universidad de Stanford, 2024).
Asimismo, estudios realizados por neuropsicólogos de la Universidad de Stanford con resonancia magnética funcional identificaron un cambio en el cerebro de los adolescentes, lo que explica el por qué los jóvenes tienden a alejarse de sus padres y volcar su atención en sus pares y/o amigos.
Por su parte, el hallazgo referido en el párrafo anterior reveló además que, los circuitos de recompensa del cerebro humano se reconfiguran durante la pubertad, lo que influye en que los adolescentes valoren más las voces ajenas que las voces de sus padres, especialmente las voces de sus madres.
De su lado, los estudios en cuestión trabajaron con adolescentes con edades entre 7 y 16 años, a quienes se les pidió escuchar dos tipos de audios, indicándoles que las voces que aparecían en ambos audios pertenecían a sus madres. No obstante, uno de los dos audios no pertenecía a las voces de sus madres, como audio control.
En tal sentido, los expertos registraron la actividad cerebral de los adolescentes mientras éstos escuchaban los audios mediante una resonancia magnética, lo que les permitió observar cómo respondían las regiones cerebrales implicadas en la gratificación social de ambos grupos de adolescentes.
Según comprobaron, los niños más pequeños, de 7 a 10 años, la voz materna activó significativamente el núcleo acumbens y el córtex prefrontal ventromedial, zonas asociadas al placer y a la conexión emocional de éstos; mientras que, en los adolescentes de 11 a 16 años se detectó el efecto contrario, ya que sus cerebros mostraban mayor actividad cerebral cuando escucharon las voces que no pertenecían a sus verdaderas madres.
Como usted ha podido observar, el cerebro de un adolescente está en un proceso de intenso desarrollo y de remodelación marcado por el podado neuronal, lo que influye en su curiosidad y a la adaptación al medio ambiente social, así como a las voces y opiniones de sus pares y otras personas que influyen en ellos/as.
No obstante, en su etapa de crecimiento, descubrimiento y adaptación, el adolescente tiene una extraordinaria oportunidad de aprendizaje y adaptación, ya que durante esta etapa maduran sus funciones ejecutivas, evento neuronal que ocurre entre los 19 y los 30 años de edad.
De nuestro lado, los especialistas en higiene y salud mental sabemos, que el cerebro de un adolescente alcanza su mayor tamaño a temprana edad, es decir, entre los 11 y los 14 años, etapa en la que el adolescente afina el funcionamiento cerebral, especialmente, la corteza prefrontal.
Asimismo, sabemos que las vivencias y experiencias que tiene un adolescente con sus compañeros favorece el desarrollo continuo de su corteza prefrontal, área que si tarda en madurar, expone al adolescente a riesgos peligrosos que él aún no está en capacidad de reconocer.
Según nos consta, un adolescente está sometido constantemente a peligros que él no asume como tales por su inmadurez cerebral, como es el caso de fumar, consumir alcohol y sustancias prohibidas, conducir a alta velocidad, así como su adicción a los instrumentos tecnológicos, a la comida chatarra y a la pornografía.
Como tales, las adicciones a los instrumentos tecnológicos afectan las conexiones cerebrales del adolescente, ya que su cerebro es atrapado por la luz, el sonido y el movimiento que éste percibe, especialmente de la tableta, el teléfono inteligente, la TV, el canal de YouTube, Facebook y las demás redes sociales a las que éste tiene acceso.
No obstante los especialista en higiene y salud mental sabemos, que el cerebro de un adolescente tiene una capacidad asombrosa para aprender y adaptarse a nuevas experiencias, vivencias y situaciones que desafían su creatividad, desafíos que fortalecen las conexiones cerebrales de éste.
Finalmente, los padres, los padrastros y los abuelos, tenemos la responsabilidad de acompañar a nuestros vástagos en su desarrollo, adaptación y madurez cerebral, hasta estar seguros que éstos saben diferenciar lo que es correcto, lo que es incorrecto o lo qu es peligroso para su salud física y mental.
“Cometer errores es humano; tropezar es común; ser capaz de reírse de sí mismo, es madurez (ANONIMO).
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