Por recientes experiencias he reflexionado sobre una realidad innegable: La República Dominicana, a diferencia de países de similar condición, cuenta con servicios de salud verdaderamente grandes: Hospitales estatales y clínicas privadas de primer nivel de atención, centros de todas las especialidades, clínicas regionales y municipales, servicios de diagnósticos avanzados, miles y miles de médicos especialistas en todas las ramas y atenciones ambulatorias. (Sí…, por más que critiquen los criticones, en servicios de salud somos ya incomparables y no tenemos nada que enviarle a nadie).
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.