Muy posiblemente, la mayoría de las personas esté de acuerdo con el estribillo de la salsa de Bad Bunny “Baile inolvidable”, que dice: “la vida es una fiesta que un día termina”. Pero que la vida de cientos de personas termine, literal y trágicamente, en un baile (una fiesta), es algo con lo que nadie, absolutamente nadie, puede estar de acuerdo.

Así pues, lo ocurrido recientemente en la discoteca Jet Set es, radicalmente, imperdonable, probablemente, hasta para el propio Dios. Frente a desgracias como esta, Dios debe lamentar cómo el hombre ha distorsionado el regalo divino del libre albedrío.

Como dijo en redes sociales el artista Juan Carlos Canela, es muy duro “pensar que estaban bailando y disfrutando sus vidas sin saber que era su último baile, su último beso, su último jangueo entre amigos…”. Y claro que duele cuando muere un ser querido, pero duele mucho más cuando muere celebrando la vida, en una fiesta, en un baile que debió ser inolvidable por su alegría, y no por la tragedia y la muerte.

Ahora bien, frente a la gran conmoción y profunda tristeza que ha provocado este “baile inolvidable” en la sociedad dominicana, y considerando la empatía que debemos tener con el dolor de las víctimas, ¡qué atrocidad morir aplastado o quedar terriblemente herido por el desplome de un techo!, y de sus familiares, todos, sin excepción, debemos exigir a las autoridades competentes la más profunda y exhaustiva investigación, a fin de establecer las causas y circunstancias exactas que dieron lugar al derrumbe del techo de la discoteca Jet Set.

Obviamente, cuando hablamos de autoridades competentes, nos referimos, concretamente, al Ministerio Público, ya que el enfoque investigativo de este caso debe dirigirse a determinar si la muerte de tantas personas fue el resultado de acciones u omisiones negligentes e imprudentes por parte de quienes estaban a cargo de la gestión de la discoteca en cuestión.

En tal sentido, el Ministerio Público debe abrir, inmediata y formalmente, una investigación penal con el propósito de determinar si los hechos que provocaron la muerte de tantas personas configuran el tipo penal de homicidio involuntario, previsto y sancionado por el artículo 319 del Código Penal dominicano. En caso afirmativo, deberá acusar penalmente a todo aquel que resulte responsable de la comisión de tales hechos, a fin de que, mediante sentencia condenatoria firme, se imponga la pena de prisión correccional de dos años (pena máxima) establecida por dicho artículo.

Una definición breve y sencilla del homicidio involuntario sería la siguiente: forma de homicidio que ocurre cuando una persona causa la muerte a otra sin intención de hacerlo, pero como consecuencia de su negligencia, imprudencia o falta de cuidado. Es decir, la muerte ocurre como resultado de una acción u omisión involuntaria que produce un desenlace fatal.

En consecuencia, la sociedad dominicana espera la más contundente de las respuestas por parte de la cabeza del Ministerio Público, la Procuradora General de la República, Yeni Berenice Reynoso, quien ha demostrado no tener procesables ni procesados favoritos. Por ello, entendemos que, caiga quien caiga, este caso será llevado hasta sus últimas consecuencias y que, en caso de tratarse de homicidio involuntario, los responsables serán debidamente recluidos en prisión.

Cabe destacar que la investigación y eventual sanción del presumible homicidio involuntario deben llevarse a cabo sin perjuicio y al margen de la responsabilidad civil de los gestores y propietarios de la discoteca Jet Set, así como también sin perjuicio y al margen de la responsabilidad patrimonial del Estado y de sus funcionarios públicos, por la también presumible falta de inspección y supervisión durante las dos remodelaciones a las que fue sometido el establecimiento, en los años 2015 y 2023; la primera, realizada por iniciativa de los propietarios, y la segunda, motivada por un incendio.

En definitiva, la última fiesta de nuestro gran Rubby Pérez, al igual que la de las demás víctimas, será, tristemente y para siempre, el “baile inolvidable” de todos los dominicanos. No obstante, corresponde al Ministerio investigar, perseguir, probar y sancionar el presunto homicidio involuntario que provocó la muerte de tantas personas buenas y queridas de nuestra sociedad.

Salvador Catrain

Abogado

Es egresado de la facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM-RSTA). Obtuvo su titulación de Magíster en Derecho Público y Constitucional en la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). Forma parte del profesorado de su Alma Máter, PUCMM-RSTA, especialmente en Derecho Constitucional, Derecho Administrativo y Derecho Procesal Constitucional, entre otras materias. Socio-manager de la firma de abogados Catrain & Vega

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