En un reciente artículo sobre el tema del Autismo, de la autoría del señor José Manuel Santana, se sostiene que “narrativas dañinas no solo nos distraen de las verdaderas causas del autismo, sino que también nos alejan de las soluciones reales y basadas en la evidencia”; y, fiel a su conducta de estudiante de INTEC de finales de los ochenta, se apresura a firmar, en términos proféticos que, “el futuro del autismo descansa en la verdad científica”. Pero resulta que su artículo solo demuestra su incomprensión del fenómeno en cuestión, así como su descalificación a lo que no puede demostrar con su sistema de creencias, puesto que su artículo no presenta ninguna argumentación soportada por la evidencia científica.
Empecemos por la pobreza conceptual mostrada por el articulista respecto al Autismo, en donde no muestra una conjetura científica, entendida en el sentido de Karl Popper: “una hipótesis general, una suposición o una solución tentativa a una problemática determinada”; le basta con afirmar que el Autismo “Lejos de ser una “enfermedad” o un “defecto” que se adquiere, sabemos que es una diferenciación neurobiológica con raíces profundas en la genética”. No obstante, no se molesta en esclarecer cómo lo sabemos y, mucho menos, en qué consiste esa diferencia neurobiológica y cuáles son esas raíces genéticas.
Por tanto, todo su artículo carece de soporte científico alguno y se queda en una base de apoyo fundamentada en un sistema de creencia en oposición a los argumentos que y las creencias que, en esta ocasión, critica; y, peor aún: su pobre comprensión del autismo resplandece en el momento cuando afirma que “El cerebro de una persona autista simplemente se desarrolló de una manera diferente”; pues bien, dicha afirmación, por demás prestada, solo reafirma su incompetencia sobre la materia, porque no existe tal cosa como un cerebro autista[1], como han podido mostrar Davidson y Begley; de hecho, la evidencia disponible muestra que cada cerebro humano es único y, en consecuencia, no existe tal cosa como cerebro estándar para hacer comparaciones y que se pueda demostrar la existencia de un cerebro común en la comunidad autista.
En otro momento de su artículo, el prolífico autor, refiriéndose al tema del paracetamol y sin ninguna ciencia de respaldo, afirma que “la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG) han sido inequívocos: no hay evidencia científica que vincule el uso de paracetamol en embarazadas con el autismo”. Y como se podrá observar, se trata de una simple afirmación de instituciones sin el debido soporte científico que reclama el referido articulista. Pues bien, veamos algo de ciencia sobre ese particular, resultado de las investigaciones del Dr. William Shaw:
“Parece que el marcado aumento en la tasa de autismo, asma y déficit de atención con hiperactividad en gran parte del mundo podría deberse en gran medida al marcado aumento del uso de acetaminofén en niños genéticamente o metabólicamente susceptibles, y al uso de acetaminofén por parte de mujeres embarazadas. La toxicidad del acetaminofén puede causar autismo al sobrecargar la vía de sulfatación defectuosa catalizada por la fenolsulfotransferasa, la cual es deficiente en el autismo, lo que lleva a la sobreproducción del metabolito tóxico N-acetil p-benzoquinona imina (NAPQI)[2]” (traducción nuestra)
Y, ese fenómeno, reduce la capacidad celular de desintoxicación; por tanto, se incrementa el stress oxidativo a nivel celular, generando una cascada de daños en las proteínas, los lípidos y los ácidos nucleicos; a ese evento prenatal, indicado por el Dr. Shaw, debemos agregar otro componente tóxico en la fase posnatal, en el conjunto de eventos que conducen al fenómeno conocido como Autismo: la toxicidad por aluminio. Es bien conocido que, el aluminio, en su forma no metálica de dióxido de aluminio, puede dañar el metabolismo de la glucosa en el cerebro al interferir con su absorción, a través de una alteración en el equilibrio del metabolismo energético que conduce a un agotamiento de los niveles de ATP en las células cerebrales. Y, no hace falta indicar cuál es la fuente principal de aluminio en nuestros niños.
Pues bien, ya se ha demostrado que la toxicidad de aluminio es el interruptor de las moléculas transportadoras de glucosa, desde las células epiteliales hacia los astrocitos y neuronas; la glucosa en los astrocitos es el combustible para producción de energía celular a través de la glucólisis, cuyo subproducto es el lactato, que luego será enviado a las neuronas para la producción de energía a través de la cadena de transporte en las mitocondrias. Por tanto, lo que conocemos como Autismo es el trastorno del metabolismo de la glucosa en el cerebro, lo que deriva en una insufiencia de energía celular, con consecuencias en las actividades de mayor demanda de energía en el cerebro humano: (i) el potencial de acción, (ii) la sinapsis y, (iii) el sistema glinfático.
Ante esa situación, se produce una respuesta celular al peligro, en donde las mitocondrias tienden a utilizar sus recursos para orquestar una defensa contra el daño celular, dejando así su actividad central de producir energía; y, de acuerdo con las investigaciones del Dr. Naviaux[3], “si bien la CDR es una respuesta celular, tiene el poder de modificar el pensamiento y el comportamiento humanos, el desarrollo infantil, la aptitud física y la resiliencia, la fertilidad y la susceptibilidad de poblaciones enteras a las enfermedades. Con esos simples ejemplos de investigación científica, se muestra que el Autismo es una situación creada, aun cuando eso no implique una intencionalidad previa.
Como evidencia auxiliar y muy cercana -que el señor Santana no recoge-, basta con hacer un análisis comparativo entre casos de Autismo en Haití y nuestra República Dominicana; obviamente, conozco muy bien la respuesta: se argumentará la inexistencia de registro en nuestros vecinos. Pero, como Tenemos miles de niños haitianos en nuestro sistema escolar: basta con asistir a esos centros y verificar la evidencia, que es donde reside la verdad: niños haitianos nacidos vaginalmente, sin ninguna vacunación y nada de suplementos con ácido fólico, la forma sintética del nutriente de la naturaleza: el metilfolato… ¡Esa es la evidencia!
[1] Richard J. Davidson y Sharon Begley, 2012: “El Perfil Emocional de tu Cerebro”.
[2] W. Shaw: “Evidence that Increased Acetaminophen use in Genetically Vulnerable Children Appears to be a Major Cause of the Epidemics of Autism, Attention Deficit with Hyperactivity, and Asthma”, 2013, Journal Compilation.
[3] Robert K. Naviaux: Perspective: Cell danger response Biology-The new science that connects environmental health with mitochondria and the rising tide of chronic illness
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