Busco y rebusco en nuestra larga historia, y en la no menos profunda historia mundial, y no encuentro un hecho semejante al que ayer testimoniamos en un país justificadamente asombrado. Reviso, país por país de América Latina, y no encuentro a nadie que se le haya ocurrido convocar, desde lo más alto del poder, a amigos y enemigos a ponerse de acuerdo en algo tan complicado y riesgoso. Pienso en las prácticas tradicionales del Poder presidencial y ni por asomo identifico algo parecido a lo que hemos presenciado: cuatro líderes políticos adversarios, todos muy serios, que acordaron una estrategia general para la defensa patria, todos sonrientes.
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.