Te veo y te quiero mía, solo mía y única para mi propiedad, aunque existan en el mundo otras parecidas. Te quiero porque vives atenta a mi deber elemental de mantener cuerpo y ánimo con todos los movimientos que sean necesarios. Te quiero porque me haces feliz tres veces cada día, cuando puntual complazco tus silenciosos llamados viscerales ante olores abstractos que anuncian sabores materiales. Te quiero y te regalo esta oda, querida Barriga mía, a pesar de que, tendido largo a largo en la cama, no me permites hacerle un guiño al dedo gordo de mi pie derecho, porque con tu presencia imponente sencillamente no me permites verlo.
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.