No es que no lo hayamos estado siempre, pero en esta ocasión, cuando el mundo ha perdido el respeto "a las consecuencias", sí.

Tenemos a un niño dirigiendo el país más poderoso del mundo y este se sienta a jugar con la vida de los demás, como si estuviera sentado cómodamente en la sala de su casa "blanca", con una pantalla de video game…

Los demás, los países europeos, ven a este niño travieso moviendo sus dedos afanosos, destruyendo ciudades y matando todo tipo de gente, junto a su "partner in crime", impotentes y desesperados, buscando la manera de "desenchufar" el juego…

Mientras encuentran la manera, se la pasan como locos "acudiendo" a juntas y consultando a todos, pero nadie puede hacer nada y así vemos indignados cómo empieza el mundo a derrumbarse.

¿Un asunto de democracia? Que está "supuestamente" pautado a terminar, cuando "le toque" terminar…

Ya tenemos otros "reyes" en el planeta, así les quitamos la designación de dictadores, que se mantienen en el poder como sea, con la diferencia de que son "más cautos" a la hora de ponerse a jugar.

Nunca habíamos visto a semejante pedante y burlón individuo que se burla de los muertos y lo justifica bajo frases infantiles: "Se los advertí", mientras esboza una sonrisa cínica.

La paciencia de las otras potencias, ante los desaciertos de este niño, está a punto de acabarse y en cualquier momento veremos que "los grupos" se van definiendo para cuando estalle el tercer "torneo mundial", donde "los malos" terminen con el juego de "los buenos".

Usted también tendrá que definirse y ponerse del lado de uno de los dos bandos, aunque lo más probable es que no tendrá que tirar de ninguna palanca en un juego donde el final no dejará a nadie con ganas de jugar, además de que también "la máquina" terminará rota…

¡Perderemos todos y todo! El mundo se enrarecerá de un aire pesado y tibio, que irá matando a los que pensaron librarse del armagedón.

Miraremos un pedacito de cielo azul con nostalgia, cada vez que asome, y nos indignaremos de nuestra cobardía e indiferencia al pensar que lo que ocurría miles de kilómetros de nuestra cómoda casa no era nuestro asunto.

Aprenderemos muy tarde que el planeta es nuestra casa, que así no veíamos la cerca del patio; el patio era el horizonte y el techo, las estrellas. Éramos un conjunto extenso, pero éramos la misma cosa.

Arrodillados y adoloridos, casi moribundos, alcanzaremos a meditar de lo absurdos que fuimos al pensarnos superiores a otros. Al dividirnos por creencias estúpidas que no pudieron salvarnos "del demonio" porque lo teníamos dentro de cada uno de nosotros.

Y las creencias las creó él y todas las razas y lenguas y religiones y formas que promovían división. Sabía que nuestro ego era su mejor aliado y jugó con "el honor y la dignidad", que también son dos mierdas más.

Como toda la mierda en la que terminamos y que ahora nos toca comenzar de nuevo, ladrillo a ladrillo, calle por calle, casa por casa, a construir un nuevo mundo en donde espero hayamos aprendido que un perro ladra igual en la China que en tu casa y, si se llegan a ver, terminarán apareándose.

El mundo está al borde del abismo, y la culpa no es de ningún animal del planeta, solo del animal humano capaz de construir y acumular "cosas" que a los otros animales, por instinto o por "precaución", jamás se les hubiera ocurrido semejante tontería. ¡Salud! Mínimo Abismero.

Máximo Caminero

Artista

Máximo Caminero; artista plástico dominicano residente en La Florida. Su labor cultural navega ya por más de treinta años entre la pintura y las letras. Sus escritos tocan temas filosóficos, políticos, cotidianos, anecdóticos o como a él le gusta llamar “Todas Las Puertas”. Autor del libro “Patricio, Todas Las Puertas” novela existencialista con pinceladas de humor y realismo mágico.

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