Estoy seguro —y los últimos meses me sirven para afirmarlo— de que lo único que no escasea en esta patria ("Patria, patria, ¡qué rica está la patria!", a ritmo de merengue y según el estilo de cualquiera de nuestros noventa combos) es el político dispuesto a sacrificarse por ella… ¿Por qué (y no es que yo sea haragán) esta patria ya tan vieja necesita tanto sacrificio? Creo que lo que más necesita esta patria de sus políticos, más que obsesivos sacrificios, así, generalizados por todas partes, es más consideración y respeto… por ejemplo, que no le levanten tanto la falda, para empezar (¡pobrecita!).

Ramón Colombo

Periodista

Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.

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