Pauline Ferrand-Prévot no había nacido la última vez que una corredora de casa, Catherine Marsal, se coronó en el Tour de Francia, en 1990, o cuando tuvo lugar la última victoria masculina, la de Bernard Hinault en 1985. Su triunfo de este 3 de agosto en la etapa decisiva de la edición 2025 pone fin a una larga sequía, y le reserva un lugar en la historia que ella se había ganado a pulso desde mucho antes de este resultado.

Luego de coronarse en la etapa reina, el ascenso al Col de la Madeleine, Pauline Ferrand-Prévot defendió exitosamente su ventaja al frente de la clasificación general del Tour de Francia femenino en el último tramo, que terminó en la estación invernal franco-suiza de Chatel, un desempeño notable para una atleta que tenía casi 10 años sin correr ciclismo de ruta.

Su equipo, el Visma-Lease a Bike, no pudo celebrar por intermedio de un escalador excelso como Jonas Vingegaard en la prueba masculina una semana antes, pero sí lo hizo en la femenina gracias a una corredora que decidió volver a la ruta recién este año.

Ferrand-Prévot fue en 2015 la primera ciclista, hombre o mujer, que se coronaba simultáneamente en los mundiales de ruta, ciclocrós y montaña, pero después de eso se tomó una larga pausa en la primera modalidad.

Tras casi 10 años alejada de las carreteras, regresó cosechando en abril de 2025 el título de la París-Roubaix, que jamás en su breve historia femenina había registrado un triunfo de la casa. Era un abrebocas de lo que reservaba para la Grande Boucle.

Un regreso por todo lo alto

En el Tour, el protagonismo inicial fue para su compañera de equipo, la neerlandesa Marianne Vos, que pasó tres días vestida de amarillo en la primera semana, pero luego la propia Vos dejó claro que su misión era apoyar las opciones de Ferrand-Prévot.

Después de la demostración de la París-Roubaix, para Visma-Lease a Bike quedaba claro que había una opción clara de dominar el Tour a través de una atleta para la que el ciclismo es más bien un hábitat.

Su madre Sylvainne fue gerente de la escuela donde Pauline se inició en este deporte. Su padrastro Daniel es propietario de una tienda de artículos de ciclismo, y el hermano de éste, Ludovic, fue campeón francés de montaña en 1994 y atleta olímpico en Sídney 2000.

Su pareja, el neerlandés Dylan van Baarle, también del Visma, ganó la París-Roubaix de 2022 y fue subcampeón mundial de ruta el año anterior.

Ferrand-Prévot venía de ser campeona olímpica de montaña en París 2024, poniendo fin a ocho años de decepciones. En Río 2016 abandonó y en Tokio 2020 apenas pudo ser décima, luego de una accidentada carrera en la que sufrió un resbalón y un pinchazo.

Esa consagración cerraba su lista de tareas pendientes en la montaña, donde había sido cinco veces campeona del mundo, y marcaba el punto de inicio que necesitaba para su regreso a la ruta.

Cierre de lujo en la montaña

En el Tour, la veterana nacida en Reims se ubicó en el podio de la general desde que comenzó la media montaña en la quinta etapa, pero fue en la dos últimas en las que lanzó su ofensiva final.

Ganó la octava, la reina, el formidable ascenso al Col de la Madeleine, que aparecía por primera vez en el recorrido del Tour femenino, una subida de 18,6 km con pendiente promedio de 8,1% que le permitió sacar 2:37 minutos de ventaja sobre la australiana Sarah Gigante, una de las mejores escaladoras del circuito.

En el último tramo, había mucho en juego todavía, porque los 124,1 km entre los Alpes franceses y los suizos incluían dos puertos de primera categoría y uno especial o máxima, el ‘hors’ del Col de Joux Plane. Era un trazado en el que todo podía cambiar y Ferrand-Prévot se negó a especular.

Su ataque a seis kilómetros del final fue suficiente para ampliar la ventaja en la general y acabar con las ambiciones de las campeonas de 2023, Demi Vollering, y de 2024, Katarzyna Niewiadoma-Phinney, que la escoltaron en ese orden en el podio final.

En la meta la esperaban dos leyendas francesas, Bernard Thévenet, el hombre que puso fin al reinado de Eddy Merckx, y Jeannie Longo, la penúltima campeona de la casa y tres veces ganadora en versiones anteriores del Tour femenino.

Longo se había lamentado días antes del olvido al que el ciclismo puede confinar a las mujeres. “Incluso siento que nos están pisando”, lamentó en declaraciones a ‘L’Equipe’ tras la victoria de Ferrand-Prévot en la octava etapa.

La legendaria corredora, 13 veces campeona del mundo, se quejaba de las imprecisiones con las que se celebraba el liderato francés, calculando que sería el primer título que se quedaría en casa desde los tiempos de Bernard Hinault, que ganó por última vez en 1985. Ella se había coronado entre 1987 y 1989, y Catherine Marsal lo hizo en 1990.

Pero Ferrand-Prévot no está dispuesta a permitirse caer en el olvido. Ella quiere reservar un lugar en la historia, y por eso ha anunciado que éste será el primero de al menos tres títulos, porque planea que su reinado se extienda aún más.

Cada vez más consolidado

Si tendrá razón Ferrand-Prévot o prevalecerá el pesimismo de Longo, dependerá en gran medida de que el Tour femenino siga el camino de la consolidación, que parece mejor pavimentado en este relanzamiento que en los anteriores.

Celebrada de forma intermitente en el renglón de mujeres, la Grande Boucle ha tenido largas pausas y muchos nombres a lo largo de su accidentada historia.

Disputó su primera edición en 1955, pero luego hubo un paréntesis de casi 30 años hasta que volvió a disputarse. Entre 1984 y 1993 alternó entre los nombres de Tour de Francia femenino y Tour de la CEE Femenino. Fueros los años de las victorias de Longo y Marsal.

Luego vivió una fase de 17 años que incluyó varias ediciones aficionadas, y en la que recibió los nombres de Tour Ciclista Femenino y Grande Boucle, hasta que regresó en 2022 coordinada por la organización Amaury Sports (ASO), la misma responsable de la versión masculina.

La cantidad de aficionados que siguen la acción bien sea en las carreteras o por televisión ha crecido de forma sostenida en estos últimos años, así como la vinculación de grandes marcas, tanto que la directora de la prueba Marion Rousse citó a su contraparte en la prueba de varones, Christian Prudhomme, diciendo que no veía diferencias entre los dos eventos.

Los abismos, sin embargo, siguen siendo enormes. A diferencia del trazado de hombres, en el de mujeres no se incluyó ninguna etapa contrarreloj, a pesar de que el recorrido pasó de ocho a nueve etapas este año.

Más elocuente aún: Ferrand-Prévot se llevará a casa un premio de 50.000 dólares, mientras que el cheque del campeón una semana antes entre los hombres, Tadej Pogačar, fue de 500.000.

Y no se trata exclusivamente del Tour. De acuerdo con el portal ‘Cyclingnews’, entre los dos corredores mejor pagados del circuito hay 7,3 millones de euros: de los 9,2 millones de Pogačar a los 900.000 de Demi Vollering.

Otras cosas podrían cambiar para mal en el ciclismo femenino a partir de la próxima temporada. La UCI pondrá en vigencia una nueva reglamentación técnica que limitará el ancho mínimo del manillar, argumentando opiniones técnicas según las cuales los manubrios muy estrechos hacen la bicicleta menos estable y más propensa a accidentes.

La medida ha sido criticada como profundamente discriminatoria con el ciclismo femenino y con los corredores hombres de menor estatura, que apelaban a diseños con manubrios más estrechos en un esfuerzo por sacar ventaja de las adaptaciones ergonómicas.

La rivalidad entre las tres ocupantes del Tour femenino y la irrupción de nuevas figuras como Sarah Gigante o la mauriciana Kim Le Court pueden cambiar el juego en 2026, y hacer mucho más atractivo el circuito femenino.

France24

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