Donald Trump ha sido claro en vincular su subida arancelaria a los productos Brasil con el caso contra el expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro, quien enfrenta un juicio por una supuesta trama golpista contra el actual mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Una jugada sin precedentes por parte de Washington en más de un sentido, pero que puede representarle un tiro en el pie.
Para Donald Trump, se trata de un asunto personal. La carta que envió al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el miércoles 9 de julio empieza por “yo”. Un estilo alejado de los modelos de las misivas que también ha enviado a varios líderes asiáticos desde principios de semana para informarles de las intenciones estadounidenses en materia de aranceles.
“He conocido y tratado con el expresidente Jair Bolsonaro, a quien respeto mucho”, subrayó Donald Trump en su preámbulo.
Pero, ¿qué tiene que ver esto con los aranceles estadounidenses? Pues los impuestos de aduana son justamente la razón de ser de las cartas enviadas por el presidente estadounidense para iniciar posibles negociaciones antes de su imposición a las exportaciones brasileñas a Estados Unidos, prevista para el 1 de agosto.
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Aranceles para acabar con la "caza de brujas"
En este caso, Donald Trump parece establecer un vínculo directo entre el destino de Jair Bolsonaro y los impuestos del 50% que el presidente estadounidense quiere imponer a los productos brasileños.
El expresidente brasileño Bolsonaro es acusado de haber intentado organizar un golpe de Estado a finales de 2022 para anular los resultados de elecciones presidenciales de ese año, que dieron la victoria a Lula, a quien también habría intentado asesinar, según la acusación. Jair Bolsonaro se enfrenta a una pena de hasta 40 años de prisión si el tribunal lo declara culpable de los cargos.
Pero, para Donald Trump, su “amigo brasileño” es víctima de una “caza de brujas” que debe terminar “inmediatamente”.
El presidente de Estados Unidos “no se molesta en dar una justificación económica a sus amenazas de aranceles aduaneros”, expresa sorprendido en su blog Paul Krugman, premio Nobel de Economía en 2008 y hoy gran detractor de Trump.
Hasta ahora, el castigo arancelario de Donald Trump se presentaba como una forma de castigar a los países acusados de "aprovecharse comercialmente" de Estados Unidos. Lo que, en la jerga trumpista, equivalía a meter en el mismo saco a todos los países con superávit comercial. Pero, Brasil es uno de los pocos países que tiene déficit comercial con Estados Unidos.
En otras palabras, "es difícil no ver las últimas amenazas de aranceles como una especie de venganza personal y política de Donald Trump contra el Gobierno brasileño", afirma Natasha Lindstaedt, especialista en regímenes autoritarios de la Universidad de Essex.
"Los dos líderes tienen una muy mala relación", dice la experta Lindstaedt.
Donald Trump le reprocha a Lula no solo la forma en que su Gobierno "trata" a Jair Bolsonaro, sino también su postura política muy izquierdista y "las barreras que el país ha levantado contra la penetración en el mercado brasileño de las plataformas digitales estadounidenses (X, Facebook, etc.)", añade Thiemo Fetzer, economista de la Universidad de Warwick que ha trabajado en el análisis de la guerra comercial emprendida por Donald Trump.
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Los aranceles, una herramienta ideológica
En su carta, el presidente estadounidense se refiere a lo que denomina "ataques insidiosos" de Brasil contra las redes sociales estadounidenses. En concreto, Brasil bloqueó el año pasado durante unos meses el acceso a X, acusada de ser una herramienta de desinformación.
Para Thiemo Fetzer, los agravios "tecnológicos" de Donald Trump contra Lula no son solo una nota a pie de página en el tira y afloja ideológico entre ambos presidentes. "Los estadounidenses ven estas barreras a la entrada de sus servicios digitales en un mercado tan grande como el brasileño como un peligro para la proyección del poder blando de Washington", afirma este economista.
No es la primera vez que Estados Unidos utiliza un arma económica con fines políticos o geopolíticos. “Pero, hasta ahora, ha tendido a hacerlo bajo el pretexto de promover la causa de la democracia en todo el mundo, como por ejemplo cuando cortó la ayuda militar a Filipinas al final del reinado de Ferdinand Marcos en 1985”, señala Natasha Lindstaedt.
En su opinión, Donald Trump está abusando de esta estrategia para promover a líderes autoritarios.
“Está utilizando los aranceles como una herramienta ideológica para castigar a Lula y a un Gobierno que ha estado particularmente a la vanguardia de la lucha contra los excesos autocráticos en su país”, señala Natasha Lindstaedt.
En su opinión, es una forma en la que Washington busca hacer comprender al resto del mundo los riesgos que corre un gobierno si se sitúa en el campo ideológico “equivocado” a los ojos de Donald Trump.
Pero Brasil también debe pagar porque el Gobierno de Lula "es uno de los principales promotores de un sistema de fiscalidad internacional en el seno del G20 y, en particular, de la fiscalidad de los multimillonarios. Y esto es algo que Donald Trump no quiere, o más bien un área en la que Estados Unidos quiere imponer su solución", afirma Thiemo Fetzer. En otras palabras, la amenaza de aranceles aduaneros exorbitantes también tendría como objetivo hacer que Brasil vuelva a los estándares del sistema.
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¿Bumerán para Washington?
La coerción solo funciona si el país objetivo no tiene medios para tomar represalias y si realmente necesita acceder al mercado estadounidense para sus exportaciones", señala Manfred Elsig, director adjunto del Instituto de Comercio Mundial de la Universidad de Berna.
En estos dos aspectos, puede que Brasil no sea tan dependiente de Estados Unidos como Donald Trump podría pensar. Lula ya ha anunciado que su país tomará represalias contra cualquier aumento de los aranceles. El diario español 'El País' señala que “es probable que los desayunos de los estadounidenses cuesten más porque un tercio del café que beben y la mitad de las naranjas que comen proceden de Brasil”.
Además, “Lula estará más inclinado a no negociar con Donald Trump debido a que ha construido parte de su popularidad sobre su voluntad de encarar a Estados Unidos”, añade Natasha Lindstaedt.
Además, las exportaciones a Estados Unidos solo representan el 2% del PIB brasileño. Brasil debería poder absorber el choque económico. Irónicamente, la primera guerra comercial lanzada por Donald Trump contra Beijing en 2018 “benefició mucho a Brasil, que pudo aumentar sus exportaciones a China”, afirma Thiemo Fetzer.
En otras palabras, Donald Trump ha hecho que Brasil sea menos susceptible al chantaje comercial estadounidense. Y para los expertos entrevistados, estas nuevas amenazas podrían acercar aún más a Brasil y China, “lo que sería lo contrario de lo que quiere Donald Trump”.
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Texto adaptado de su versión original en francés*
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