Por décadas, reclusorios, basureros y apatía gubernamental marcaron su historia, mientras el estigma de la violencia le valió el apodo de "Iztapalacra". Las llamadas Utopías irrumpieron en el paisaje urbano de Iztapalapa, con mariposarios, muros de escalada, pistas de parkour y foros culturales. No son solo parques, sino centros de transformación que acercan a miles de personas—jóvenes, adultos mayores, familias enteras—a actividades que antes eran exclusivas para las élites.

Adolescentes haciendo piruetas en una pista de BMX, una niña escalando un muro junto a su padre, jubilados nadando con ritmo constante en una piscina semiolímpica: y todos compartiendo un mismo espacio. Estas escenas, comunes en los barrios exclusivos de muchas ciudades del mundo, son en cambio una revolución en la demarcación más poblada de la capital de México, que durante mucho tiempo se consideró también una de las más peligrosas y pobres.

Hace una década, Iztapalapa apenas contaba con una piscina pública para dos millones de habitantes. Hoy, este vibrante rincón de la Ciudad de México se enorgullece de tener 16 albercas, además de cinemas inmersivos, pistas de hielo, orquidearios, terreno de parkour, huertos sustentables, y más. Todo sin costo alguno.

Esta nueva realidad la albergan las Utopías: las "Unidades de transformación y organización para la inclusión y la armonía social".

Son la creación de Clara Brugada, exalcaldesa de Iztapalapa y ahora jefa de gobierno de la Ciudad de México. La funcionaria conceptualizó las Utopías como una manera de atender las causas de raíz de la desigualdad que se vive en la demarcación, y durante su administración se inauguran 15; la primera en 2019.

Ponies y planetario al lado del reclusorio

En lo que antes era un terreno baldío "lleno de maleza, basura y animales muertos", Alfonso Monroy alimenta a unos ponies que le llegan a la rodilla.

Son parte de la mini granja de la Utopía Libertad que frecuenta Alfonso: "El estar aquí con los animales, te despeja, ya no estás en conflicto. Yo era una persona que vivía en este conflicto, estaba a la defensiva con todos. Pero los cambios que trajeron las Utopías, ha sido maravilloso. Y ha sacado a muchos niños de la drogadicción, de la delincuencia".

Con 40 años viviendo en Iztapalapa, Alfonso se ha encontrado constantemente frente a la falta de lugares para hacer ejercicio al aire libre de manera segura.

Hoy tiene una pista para corredores que da la vuelta alrededor de las seis hectáreas de la Utopía: "Poder tener un espacio así, con gente que viene a disfrutar y no a drogarse o buscar pleito, se agradece", relata el iztapalapense.

Después de entrenar, Alfonso también puede disfrutar gratuitamente del planetario, de la alberca semiolímpica, de una tina de rehabilitación, canchas de tenis y minigolf; todo a unos pasos de la prisión.

Mirando las torres de vigilancia del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, Alfonso -que tiene algunos conocidos del otro lado del muro de la Utopía Libertad- tiene un pensamiento para quienes no pueden disfrutar de estas instalaciones.

Detrás de estas transformaciones está el arquitecto Raúl Basulto, actualmente Secretario de Obras del Gobierno de la Ciudad de México.

"En muchas ciudades, las periferias son las más desprotegidas, con menos infraestructura pública", explica Basulto.

"Iztapalapa ya había caído en este rezago, en ese abandono. Era el momento de crear un modelo de política pública que atendiera integralmente las necesidades de la población".

En efecto, Iztapalapa ha sido históricamente un vertedero de proyectos indeseables, donde florecían basureros y penales. 

La mayoría de los dos millones de habitantes del barrio trabajan por debajo del salario mínimo y apenas tenían acceso a un cine, una biblioteca o un campo de deportes. Hace unos años, "Iztapalacra" como se le apoda despectivamente, también era sinónimo de delincuencia y drogas.

Sin embargo, desde la inauguración de las primeras Utopías en 2019, el gobierno informó de la reducción en los delitos de alto impacto hasta en un 57% en Iztapalapa.

Perspectiva de género y una atención integral

Las Utopías también están pensadas para las y los cuidadores del hogar: "Aquí te sientes libre, porque primero te quita la carga de cocinar; llevas tus tuppers y pasas por comida por 11 pesos (0,54 dólares). Luego, te quita la carga de lavar porque tenemos lavandería por un peso (0,04 dólares). Y mientras lavas, puedes ir al spa, a recibir un masaje o algún cuidado facial", comparte con entusiasmo la usuaria Cecilia, mientras –durante un taller de medicina con plantas– prepara una decocción con cúrcuma para infecciones de la garganta.

Las Utopías no solo ofrecen instalaciones deportivas y recreativas; también brindan atención psicológica para casos de adicciones, depresión o violencia intrafamiliar.

Cecilia cuenta que cuando recibió una sesión de terapia psicológica por primera vez, tenía "la autoestima en el piso": "Llegué aquí por un pleito que tuve con el papá de mis hijos. En ese momento, pensaba que sólo eras una mujer maltratada si te pegaban, pero aquí aprendí que también existe la violencia verbal, y aprendí a defenderme".

¿Un proyecto utópico a largo plazo?

Sin embargo, no todo ha sido aplausos. Algunos críticos consideran que servicios como la hidroterapia, masajes y formación musical clásica son lujos innecesarios en una región con crisis de agua y el 37.3%, de su población en situación de pobreza moderada, según datos oficiales.

A lo que el arquitecto Basulto contesta: "Primero, se decía que no iba a alcanzar el dinero para construirse, que estaban siendo muy ambiciosas y que inclusive íbamos a endeudar el municipio. Cosa que no sucedió. Segundo, se decía que no iban a alcanzar los recursos para el mantenimiento. La primera Utopía que inauguramos va a cumplir su cuarto año de funcionamiento. Así que con un mantenimiento preventivo y un buen ejercicio del recurso, podemos hacer que esta política pública perdure por décadas".

El "hacedor de Utopías" no tiene por qué dudar del impacto positivo que estas obras tienen en el bienestar de la población: "Mi padre de casi 80 años, residente de Iztapalapa, es usuario de las Utopías y gracias a que viene dos veces a la semana a rehabilitación física, ha tenido una evolución importante. Tenía poco movimiento, poca energía. Y hoy se levanta con muchas ganas de hacer terapia, y ha mejorado su calidad de vida".

Las Utopías han ganado premios internacionales por su diseño e impacto social: el premio de oro en los Holcim Awards, -galardón entregado a los mejores proyectos de arquitectura sostenible en el mundo-; el premio Internacional a las "Mejores prácticas en participación ciudadana" por parte del Observatorio Internacional de la Democracia Participativa, y también fueron ganadoras en el concurso "Prácticas Inspiradoras" del IV Foro Latinoamericano y del Caribe vivienda y Hábitat.

"De Iztapalapa, para el mundo" dicen Los Ángeles Azules. Y justo, sus impulsores creen que el modelo de las Utopías se podría replicar a toda América latina.

De momento, Clara Brugada se concentra en su expansión a nivel capitalino y anunció el objetivo de alcanzar las 100 instalaciones en la Ciudad de México al final de su administración como jefa de gobierno.

France24

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