Fitch revisó este viernes 12 de septiembre su evaluación de la deuda pública francesa, en un contexto de inestabilidad política que se ha dejado sentir en los mercados. La agencia rebajó la calificación crediticia de largo plazo de Francia a A+ desde AA-. Su justificación es que la creciente deuda pública limita la capacidad del país para responder a nuevas crisis sin empeorar su situación fiscal.

Fitch tiene una escala de calificación que categoriza la salud fiscal de un país según su capacidad de pago, en la que AAA se refiere a una "máxima calidad crediticia", es decir, el riesgo de incumplimiento es casi cero, y D O "default" se otorga cuando el emisor ha entrado en un proceso de quiebra que lo ha llevado a cesar el pago de sus obligaciones.

Países como Alemania, Australia, Suiza, Dinamarca, Luxemburgo, Singapur, Suecia, Noruega y Países Bajos disfrutan de la mejor nota en las calificadoras de riesgo más destacadas: Moody’s, Fitch Ratings y Standard & Poor’s. Belarús, Ghana o Líbano están en el fondo de la clasificación.

Con la de este viernes 12 de septiembre, la segunda economía de Europa comienza una serie de revisiones clave de la calificación de su deuda soberana, con serios riesgos de rebaja, a medida que el Gobierno lucha por conseguir respaldo para un impopular plan de reducción de la deuda.

Ya la agencia de calificación Moody’s había reducido el año pasado la nota del país tras el colapso de su anterior gobierno y se apresta para volver a revisarla el próximo 25 de octubre, mientras que S&P lo hará el 28 de noviembre.

¿Qué significa una rebaja de nota?

El mercado de bonos francés, el mayor de la Eurozona, se consideraba en su momento una de las principales alternativas seguras para los inversores que buscaban financiación más allá de Alemania.

Sin embargo, desde que unas elecciones legislativas anticipadas resultaron en un Parlamento sin mayoría absoluta el año pasado, Francia ha tenido que pagar una prima de riesgo más alta por su deuda.

En otras palabras, España, Grecia e Italia tienen calificaciones más bajas y, aun así, los bonos franceses ofrecen rendimientos más altos. Es decir, los inversionistas confían menos en la capacidad francesa para honrar sus obligaciones que en otros peor catalogados.

Que a un país le degraden su calificación crediticia significa que será menos atractivo como destino de inversión, inquietando a los ejecutivos corporativos y al mercado en general.

Una nota con perspectiva negativa… y empeorando

El déficit francés ya es el más alto de la Eurozona como proporción del producto interno bruto, alcanzando un 5,9% en 2024 frente a un promedio comunitario del 3,1%. Su deuda pública supera con creces el 100% del PIB, como solo lo hacen Grecia, Italia, Bélgica y España.

Incluso si el Gobierno de Emmanuel Macron sobrevive a este examen financiero, la lucha de Francia por controlar su deuda la mantiene en riesgo de una eventual rebaja, ya que dos de las tres grandes agencias tienen una perspectiva negativa.

Permanecer en terreno negativo, en lo que a calificaciones de deuda soberana se refiere, implica que la Nación se mantiene bajo amenaza de que su categoría sea degradada.

Con Reuters, AP, EFE y medios locales

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