En la víspera de una nueva ronda de negociaciones para elaborar el primer tratado mundial contra la contaminación por plásticos, un equipo de científicos presentó un informe sobre los efectos de esta contaminación en la salud humana. Según los expertos, se trata de un problema "muy subestimado".

Una última oportunidad frente a un "peligro grave y creciente para la salud humana y del planeta". Este martes 5 de agosto, los Estados de todo el mundo se reúnen en Ginebra, Suiza, para llevar a cabo las últimas negociaciones con el fin de elaborar un primer tratado internacional sobre la contaminación plástica. Tras el fracaso de la última sesión, celebrada en Corea del Sur en diciembre de 2024, ahora todo depende, en teoría, de estas últimas conversaciones para llegar a un acuerdo.

En vísperas de esta reunión y cuando el consenso parece cada vez más incierto debido a la oposición de los países productores de petróleo y gas, la comunidad científica da la voz de alarma sobre los efectos de los plásticos en la salud humana.

En un amplio informe publicado el lunes 4 de agosto en la revista 'The Lancet', una treintena de investigadores de renombre exponen así una situación actual que recopila los datos más recientes sobre los múltiples impactos sanitarios de los plásticos. Con una conclusión inequívoca: el peligro, en su opinión, sigue "subestimándose".

"Los científicos, los médicos y las ONG de defensa del medio ambiente llevan varios años alertando sobre las consecuencias nefastas de los plásticos para la salud humana y el medio ambiente", explica Hervé Raps, médico delegado de investigación del Centro Científico de Mónaco y uno de los autores del estudio.

"Sin embargo, este informe permite hacer un balance actualizado y volver a situar la cuestión de la salud humana en el centro del debate", indica Raps.

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Un peligro en cada etapa de su explotación

"A menudo, cuando se habla de los problemas relacionados con el plástico, solo se presta atención a la cuestión de los residuos", señala el especialista. "En realidad, los plásticos ponen en peligro a la población en cada etapa de su ciclo de vida, desde su extracción hasta su eliminación", provocando enfermedades a lo largo de todo el proceso y causando la muerte de miles de personas, según los autores del estudio.

Esto se debe a que más del 98% de los plásticos se fabrican a partir de petróleo, gas y carbón, es decir, energías fósiles. Cuando se producen, conservan numerosas sustancias especialmente nocivas, como benceno, formaldehído, cloruro de vinilo, dióxido de azufre u óxidos de nitrógeno.

Las primeras personas afectadas por los efectos nocivos del plástico son, por lo tanto, los trabajadores de las plantas de producción. Según el estudio, su exposición a estas sustancias químicas tóxicas provoca cada año alrededor de 35.000 muertes prematuras.

A los trabajadores se suman todas las poblaciones que viven cerca de estas instalaciones industriales.

Según estimaciones de Greenpeace en un informe publicado a finales de julio, esto afectaría a unos 16 millones de personas que viven a menos de cinco kilómetros de una plataforma química de producción de plásticos.

Además, la producción de plástico también genera contaminación atmosférica. "Sobre todo, porque más de la mitad de los residuos plásticos siguen quemándose al aire libre, especialmente en vertederos a cielo abierto", señala Hervé Raps.

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La plaga de los microplásticos y nanoplásticos

Una vez que sale de las fábricas, el plástico se encuentra en todas partes: en envases de alimentos, cosméticos, ropa, aparatos electrónicos; muchos objetos cotidianos que también representan un peligro para los consumidores.

"¿Alguna vez ha encontrado un objeto de plástico en el fondo de un cajón, por ejemplo, un ratón de ordenador, y se ha dado cuenta de que se había vuelto un poco pegajoso?", pregunta Hervé Raps. "Es normal, al degradarse, ha liberado todas las sustancias tóxicas que lo componen", señala.

En total, hay más de 16.000 sustancias químicas presentes en los plásticos de uso cotidiano, en particular colorantes y estabilizadores. Sin embargo, muchas de ellas se consideran "altamente peligrosas", ya que favorecen numerosas patologías como el cáncer, los infartos, la obesidad, la diabetes tipo 2 o la infertilidad. En los últimos años, algunas de ellas han sido objeto de alertas por parte de científicos u oenegés, como los PFAS, contaminantes eternos que se utilizan masivamente para fabricar sartenes antiadherentes, ropa impermeable o cosméticos.

Y la preocupación de los científicos es aún mayor porque, al degradarse, el plástico libera miles de micro y nanoplásticos, elementos tan pequeños que las personas los ingieren sin darse cuenta. Hoy en día, se multiplican los estudios que alertan sobre nuestra creciente contaminación: los microplásticos se encuentran en todo el cuerpo humano, en la sangre, en la leche materna e incluso en el cerebro.

"También hay que tener en cuenta los efectos indirectos", continúa Hervé Raps. "Por ejemplo, si llueve en los vertederos a cielo abierto, se crearán las condiciones ideales para la proliferación de mosquitos, que son vectores de enfermedades".

"Esta crisis del plástico está además relacionada con la crisis climática, ya que el plástico se fabrica a partir de combustibles fósiles", subraya el científico.

En ese sentido, "por efecto dominó, esto también contribuye a agravar todos los efectos del cambio climático sobre la salud".

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Un problema "creciente"

Ante estas constataciones, los investigadores dan la voz de alarma: la situación empeorará mientras siga aumentando la producción de plásticos. La cantidad de plásticos producidos en el mundo ya ha pasado de dos millones de toneladas en 1950 a 475 millones de toneladas en 2022, recuerda el informe. Si no se toman medidas, el consumo mundial de plástico podría triplicarse de aquí a 2060, según las previsiones de la OCDE.

Sin embargo, menos del 10 % de los residuos plásticos se reciclan. Hoy en día, 8.000 millones de toneladas de residuos contaminan el planeta, desde la cima del Everest hasta las profundidades de las fosas oceánicas.

Tras este primer balance, el equipo de investigadores, que reúne a científicos del Boston College, la Universidad de Heidelberg en Alemania y el Centro Científico de Mónaco, tiene la intención de seguir de cerca la evolución de esta "crisis del plástico" y sus consecuencias para la salud. Por lo tanto, se prevé la publicación de nuevos estudios cada dos años, el próximo de ellos en otoño de 2026.

Para establecer la comparación, se han fijado cuatro indicadores principales. El primero se refiere a las emisiones de contaminantes relacionadas con la producción de plástico. "Se medirá la producción de plásticos y los residuos generados por país, pero también el volumen de productos químicos incorporados o los gases de efecto invernadero emitidos", explica Raps.

"También observaremos la exposición de las poblaciones en su entorno multiplicando las campañas de medición de microplásticos o sustancias químicas". El tercer indicador se centrará en los efectos sobre la salud. Por último, "se tratará de evaluar los compromisos de los Estados y las medidas adoptadas para poner fin a esta lacra".

Los autores del estudio coinciden en un punto importante: el impacto de esta contaminación plástica podría mitigarse si se adoptaran medidas ambiciosas.

"A quienes se reúnen en Ginebra: por favor, acepten el reto y la oportunidad de encontrar un terreno de entendimiento que permita una cooperación internacional significativa y eficaz en respuesta a esta crisis mundial", pide en un comunicado Philip Landrigan, médico e investigador del Boston College de Estados Unidos, autor principal del estudio.

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Este artículo fue adaptado de su versión original en francés.

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