Los legisladores franceses debaten el sábado enmiendas presupuestarias, incluido un posible nuevo impuesto a los ultrarricos. El Partido Socialista, de centroizquierda, ha amenazado con usar su voto bisagra para derribar al Gobierno si no se incluye este impuesto a la riqueza en el presupuesto del próximo año.
El maratón parlamentario continúa. Los legisladores franceses de la Asamblea Nacional deben votar un impuesto a la riqueza a última hora del sábado después de que el Partido Socialista, clave para inclinar la balanza, amenazara con derribar al gobierno si el gravamen no se añade al presupuesto de austeridad del próximo año.
Francia está bajo presión para aprobar una ley de gasto antes de fin de año a fin de contener su déficit y su creciente deuda, pero los esfuerzos se han visto obstaculizados por una crisis política.
Siendo el tercer primer ministro del país en poco más de un año, Sébastien Lecornu ha prometido “sacar el trabajo adelante”, después de que la legislatura destituyera a sus dos predecesores por medidas de recorte del gasto.
Lecornu sobrevivió a una moción de censura a principios de este mes al aceptar suspender una impopular reforma de las pensiones, presionado por los socialistas.
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La Comisión de Finanzas de la Asamblea rechazó el viernes el capítulo de “ingresos” del presupuesto, que pretende reducir el déficit del 5,4 % en 2025 al 4,7 % del PIB, dejando al descubierto las diferencias aún abiertas.
El sábado, los diputados también desestimaron congelar la escala del impuesto sobre la renta, una medida que habría hecho tributar a 200.000 hogares más y sumado 2.000 millones al proyecto de 2026.
Con votos de la extrema derecha, la derecha, algunos macronistas y Francia Insumisa, salió adelante una enmienda de Laurent Wauquiez que bloquea la congelación defendida por el Ejecutivo, contrariando a la ministra Amélie de Montchalin, en el examen inicial de los ingresos presupuestarios.
Y el viernes, los diputados habían ratificado la continuidad del recargo extraordinario a los altos ingresos hasta que el déficit fiscal caiga por debajo del 3 %.
Sin embargo, los socialistas han exigido un impuesto a los ultrarricos y, de no aprobarse, han amenazado con derribar a su gobierno tan pronto como el lunes.
Originalmente pidieron un gravamen, bautizado con el nombre del economista francés Gabriel Zucman, con el que se esperaba recaudar alrededor de 20.000 millones de euros (27.000 millones de dólares) al año de apenas 1.800 hogares adinerados. La medida ya fue rechazada en la comisión de Finanzas.
La propuesta de Zucman inicialmente era que las personas con al menos 100 millones de euros en patrimonio pagaran un impuesto mínimo del 2 % sobre esa riqueza.
Olivier Faure puso como ejemplo al multimillonario francés Bernard Arnault —uno de los diez más ricos del mundo—, cuya fortuna basada en el lujo la semana pasada aumentó en la asombrosa cifra de 19.000 millones de dólares de un día para otro.
No obstante, la extrema derecha y el gobierno de Lecornu se oponen a gravar los activos profesionales, que serían el objetivo de este impuesto.
El gobierno, en cambio, quiere gravar las sociedades gestoras de patrimonios con al menos cinco millones de euros en activos.
Los socialistas han propuesto ahora un impuesto mínimo del 3 % sobre patrimonios de 10 millones de euros en adelante, pero excluyendo las empresas familiares e “innovadoras”, en lo que esperan sea una concesión al gobierno. Su propuesta debe debatirse en el Parlamento este sábado.
Mientras los legisladores se ponían manos a la obra, Zucman advirtió a los socialistas que no cedieran respecto de su propuesta original.
“Crear un impuesto lleno de resquicios, que ofrezca oportunidades de evasión… es condenarse al fracaso”, dijo a la radio France Inter.
Francia lleva empantanada en un bloqueo político desde que el presidente Emmanuel Macron convocó el año pasado elecciones legislativas anticipadas con la esperanza de afianzar su poder.
Su bloque centrista, en cambio, perdió la mayoría; tanto la extrema derecha como la alianza de izquierda Nuevo Frente Popular ganaron escaños, dejando al Parlamento dividido entre tres bloques ferozmente enfrentados.
El contexto del debate está marcado por la decisión de Moody’s de empeorar el viernes sus perspectivas sobre la deuda soberana francesa, que llega una semana después de la sorpresiva rebaja de S&P y un mes tras un ajuste parecido de Fitch.
Con AFP y Reuters
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