En 365 días, el político de izquierda Keir Starmer pasó de ser la esperanza de un país dividido, dominado por una economía en líneas rojas, a convertirse en un primer ministro impopular a nivel local, pero, a la vez, en un destacado líder global. 

El primer año del izquierdista Partido Laborista en Reino Unido ha sido de contrastes.  

Keir Starmer llegó a Downing Street no solo con un triunfo histórico, sino con una mayoría parlamentaria de 411 diputados, de un total de 650 en la Cámara de los Comunes. Números que le garantizaban no solo gobernabilidad sino una victoria en las reformas que necesitaba el país. Sin embargo, lejos de consolidar ese éxito predecible, Starmer ha perdido popularidad tanto con el electorado como entre sus copartidarios.   

Asuntos internos: un pasito adelante… dos atrás

Ante la crisis económica del país, el premier ha tenido que tomar decisiones difíciles, como la eliminación de beneficios del estado bienestar que pueden llevar a familias a la pobreza relativa.   

Además, acabó con el subsidio del invierno que reciben millones de pensionados. Ese recorte fue tan polémico y generó tanto ruido y amenazas de rebelión en su partido que tuvo que recular.   

No fue el único reversazo. Para apagar otra rebelión enorme que incluso amenazaba su cargo, tuvo que ceder en los recortes propuestos a más beneficios del estado bienestar.  Estos le restaron credibilidad a su Gobierno primerizo. 

“Los recortes a los beneficios por discapacidad obligaron al Gobierno a una humillante retirada”, señaló el diario 'The Times' respecto a las concesiones que tuvo que hacer Starmer sobre una iniciativa a la que los legisladores británicos dieron finalmente su aprobación inicial el martes 1 de julio.

Y es que, un año después de ganar una de las mayorías parlamentarias más amplias de la historia británica, Starmer ha visto desplomarse su popularidad y fue obligado a dar marcha atrás en varias políticas por la creciente rebeldía de sus legisladores.

"La reforma de la asistencia social, siendo sinceros, nunca es fácil, sobre todo para los gobiernos laboristas", declaró al parlamento la ministra de Trabajo y Pensiones, Liz Kendall.  

“No hay duda de que este Gobierno no estaba preparado para asumir el poder. No tenían un plan claro para gobernar y eso lo estamos viendo ahora. Otros factores importantes son, en primer lugar, que algunos de los problemas a los que se enfrenta este país son muy complicados, estructurales y de larga duración”, afirmó a France 24 el director del centro de pensamiento 'UK in a changing Europe', Anand Menon.   

Una realidad internacional que acapara a Reino Unido

Y mientras Starmer intenta poner el país en orden, promoviendo el crecimiento económico, controlando los niveles históricamente altos de inmigración y sacar de cuidados intensivos el sistema nacional público de salud (NHS), la realidad convulsa del mundo ahoga la agenda nacional.   

No obstante, las guerras en Ucrania, Gaza y el conflicto en Medio Oriente revelaron un Starmer pragmático, hábil para negociar y para lograr consensos.   

Starmer también ha contribuido a mantener la cabeza fría a la hora de acercar a Europa y Washington y esquivar con habilidad los vientos de incertidumbre que golpean constantemente desde la Casa Blanca

Pero su papel como líder global no ha tenido un impacto notorio a nivel interno, según las encuestas.

Un sondeo de la firma Yougov del 9 de junio revela que el 65% de los encuestados cree que el primer ministro está haciendo un mal trabajo, frente al 24% que cree que lo está haciendo bien.

“(Los laboristas) Sabían antes de las elecciones que iba a ser difícil. Pero creo que les ha sorprendido la dificultad de estar en el Gobierno, porque la situación económica ha sido muy complicada”, explica el director de programas del grupo independiente Instituto para el Gobierno, Tim Durrant.   

“Desde cualquier punto de vista, ha sido decepcionante para el Gobierno y para el electorado británico. El Gobierno parece haber tropezado de una crisis a otra, muchas de ellas provocadas por ellos mismos”, afirma Menon. 

No obstante, los expertos resaltan que, aunque el Gobierno no ha podido materializar mayores resultados, este es un Ejecutivo más profesional, sin tantas crisis.

Una economía que no despega   

Impulsar el crecimiento económico, tras años de crisis económica que arrancó en el 2008, fue la principal promesa de campaña con la que los laboristas llegaron al poder.   

Una vez en el Gobierno, advirtieron el hallazgo de un “agujero negro” de más de 30.000 millones de dólares.    

Sus primeras intervenciones sobre el estado de la economía, tras 14 años de gobiernos conservadores, fueron sombrías y alarmantes, con frases como el hueco fiscal es “el más grande desde la Segunda Guerra Mundial”.   

Sin embargo, en las últimas semanas, el mismo Gobierno ha tratado de cambiar esa narrativa, proyectando una actitud más positiva sobre el rumbo del país y la economía.   

Pero, lo cierto es que el panorama es desesperanzador. Los precios de los alimentos siguen por las nubes por la disparada de la inflación, el crecimiento económico es muy pobre y con una tasa de desempleo al alza.  

En tanto, los esfuerzos del Gobierno se han centrado en dos frentes: intentar promover el crecimiento de la economía y sanear las finanzas públicas, recortando gastos y subiendo impuestos, pero sin concretar resultados.    

El experto Tim Durrant afirma que a la hora de gobernar y, sobre todo, materializar resultados un año es muy poco tiempo y se necesitarán varios años para empezar a ver un cambio real.   

Mirando al futuro, en el 'Spending Review', el informe en el que el Gobierno detalla en qué gastará los recursos públicos de los próximos 3 a 5 años, que ordenó en tres grandes bloques: servicios, infraestructura y defensa, los laboristas prometieron sumas enormes.   

Sin embargo, el opositor Partido Conservador arremetió contra el Gobierno argumentando que ese plan no podrá cumplirse sin subir impuestos. Los laboristas no han cerrado esa puerta.    

“En cuanto a la política económica en general, todavía no hay grandes signos de crecimiento. El Gobierno ha tomado muchas decisiones sensatas sobre la inversión a largo plazo. Por lo tanto, estas tendrán consecuencias a mediano plazo, más bien lentas, en lugar de inmediatas”, explica Menon.   

Controlar la inmigración, otro pendiente  

Otra propuesta de campaña que tampoco ha sido materializada. Es un asunto muy complejo porque para que los inmigrantes no lleguen al Reino Unido, según los expertos, debe haber una cooperación y estrategia integral con toda Europa.   

Para lograrlo, Starmer se alineó con Europa, además de haber tomado varias medidas independientes, mientras sectores de la oposición exigen acciones más contundentes como devolver los inmigrantes a Francia.   

Esas medidas adoptadas, como luchar contra las bandas criminales que transportan a los inmigrantes, no han sido efectivas aún para frenar la llegada de embarcaciones irregulares a través del canal de la Mancha que, según las cifras del propio Gobierno, han superado los niveles récord.  

Estas también incluyen un aumento del patrullaje y control fronterizo, especialmente con Francia, para frenar los viajes en pequeños barcos que se hacen todos los días desde las playas francesas, cooperación entre las autoridades binacionales y nueva legislación para expulsar y no permitir la solicitud de asilo de quienes llegan por esta vía. 

En los seis primeros meses del 2025, aproximadamente 20.000 personas llegaron al país a través de esta vía, un 48% más que en el primer semestre de 2024, cuando los conservadores todavía estaban en el poder.  

El Observatorio para la Inmigración de la Universidad de Oxford reveló que, en 2024, unas 37.000 personas, aproximadamente, llegaron al país en pequeñas embarcaciones por el canal de la Mancha, un 25% más que en 2023.  

Controlar la llegada irregular de inmigrantes es un asunto urgente para el Gobierno que, en sus primeras semanas, experimentó la furia del sentimiento contra la inmigración y, como consecuencia, vivió una semana de disturbios y violencia callejera sin precedentes en al menos 20 ciudades del país.  

Si bien la ola de violencia arrancó con protestas legítimas en zonas deprimidas, sobre todo en el norte de Inglaterra, pronto, y por efecto de las redes sociales, se tornaron en batallas campales que dejaron miles de detenidos, incluso menores de edad.  

El billonario y dueño de X, Elon Musk, incursionó entonces en la polémica criticando a Starmer por sus políticas migratorias y cuestionó, entre otros, si el Reino Unido estaba cerca de "una guerra civil".  

Acuerdos comerciales, los aciertos   

En la lista de logros de Starmer está la firma de varios acuerdos comerciales. El de Estados Unidos, tal vez el más importante, por ser su segundo socio comercial, ha sido recibido entre aplausos porque le da estabilidad a una relación que estaba siendo amenazada por la volatilidad del presidente Donald Trump.   

Firmó otro con la India, una de las economías emergentes más grandes y con mayor perspectiva de crecimiento.   

“Quiere trabajar en estrecha colaboración con Donald Trump, con los europeos en todas las grandes cuestiones internacionales. Es algo en lo que se está centrando. Eso es lo que siempre hacen los primeros ministros. Siempre acaban centrándose en asuntos internacionales”, sostiene Durrant.   

Uno de los más criticados, pero al mismo tiempo celebrado, fue el acuerdo post-Brexit con la Unión Europea, que es mucho más amplio en los sectores que cubre.   

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La pesca fue el asunto más controversial. Da acceso recíproco por 12 años tanto a aguas británicas y europeas hasta el 30 de junio de 2038.   

El Reino Unido se alineará con las normas de seguridad alimentaria y bienestar animal de la Unión Europea a cambio de que Bruselas flexibilice los controles sobre los productos británicos vendidos en Europa.  

En defensa, se acordó una mayor coordinación y un pacto, según el cual las tropas británicas podrían luchar junto a los ejércitos europeos.  

Y habrá movilidad de los jóvenes europeos que quieran estudiar o trabajar en el Reino Unido. Otro punto muy controversial. El Partido Conservador que negoció el Brexit, afirma que este es un nuevo tipo de libre movilidad de ciudadanos europeos.    

“Starmer ha sabido manejar las diversas exigencias contradictorias de reconstruir la relación con la UE, mantener buenas relaciones con Estados Unidos y continuar el comercio con China. Lo ha hecho bastante bien”, afirma Menon.   

Los puntos rojos: Israel y Gaza   

Tanto en escenarios nacionales como internacionales, el Gobierno británico ha llamado la atención de Israel, cada vez con un tono más vehemente, para que pare la crisis humanitaria en Gaza.   

Recientemente, sancionó a dos miembros del gabinete israelí: Itamar Ben-Gvir, el ministro de Seguridad, y Bezalel Smotrich, titular de Finanzas, “por sus monstruosos comentarios sobre Gaza”.  

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Esas sanciones, similares a las impuestas a altos funcionarios rusos vinculados con la guerra en Ucrania, incluyen la prohibición de viaje al Reino Unido y de una relación con cualquier institución financiera con sede en el país.   

El viraje empezó con semanas en el cargo. Suspendió las negociaciones para un acuerdo comercial, congeló 30 contratos de venta de armas, restableció la financiación británica a la agencia de la ONU que atiende a comunidades palestinas y no vetará una posible captura de Benjamín de Netanyahu, si la Corte Penal Internacional, decide procesarlo judicialmente.   

Ultraderecha: ¿el futuro?  

En su segundo año, que tampoco será fácil, por las medidas que tendrá que tomar para enderezar las finanzas públicas y estimular el crecimiento económico, se espera que empiece a dar resultados que beneficien el bolsillo de millones de británicos.   

Se trata de una coyuntura de crisis y guerras internacionales en las que se espera que Keir Starmer siga siendo un protagonista activo, aportando pragmatismo y llamados para salidas negociadas.  

La pregunta que ronda en el Parlamento, en Downing Street y entre los analistas, es si esos cambios a los que el Gobierno le ha apostado a largo plazo darán los resultados suficientes para que, en las próximas elecciones generales en 2029, los laboristas se mantengan en el poder.   

No lo tendrá fácil. El partido de ultraderecha Reform UK,  gran ganador de las elecciones locales de mayo, hace campaña y conquista adeptos con una narrativa muy sencilla: criticar al Gobierno, mientras también enfoca su estrategia en llegar al poder en 2029, prometiendo recomponer o implementar lo que Keir Starmer no ha logrado.  

France24

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