La presidenta electa Catherine Connolly llamó a "forjar una nueva República" y prometió ser "una presidenta inclusiva" al celebrar su victoria en el Castillo de Dublín, tras imponerse con el 63,36 % de los votos frente a Heather Humphreys (Fine Gael) en unos comicios de baja participación y en una nación sacudida por la crisis de vivienda y el debate migratorio.

“Podemos forjar juntos una nueva República. Seré una presidenta inclusiva, para quienes votaron por mí y para quienes no: una presidenta que escucha y reflexiona", dijo Catherine Connolly, presidenta electa de la República de Irlanda, en el Castillo de Dublín, en pleno centro de la ciudad, la noche del sábado, acompañada por simpatizantes y por referentes de la coalición de partidos de izquierda que representó. 

El conteo mostró un 63,36 % de los votos a su favor, una victoria contundente frente a su única rival, la democristiana Heather Humphreys, del gobernante partido Fine Gael, quien reconoció su derrota en la radiotelevisión pública irlandesa RTÉ. 

"Será una presidenta para todos nosotros y será mi presidenta", afirmó.

La mayoría de Connolly  (914.143 votos) es una cifra superior a la del anterior presidente, Michael Higgins, reelecto en 2018 con 822.566 votos, quien se presentó como independiente con apoyo de su partido, el Laborista, y se posicionó durante dos exitosos mandatos sentando puntos de vista en ciertos asuntos nacionales e internacionales, en un cargo que históricamente había sido neutral. Su periodo termina el 10 de noviembre de 2025 y la posesión de la nueva presidenta será al siguiente día. 

Ser presidenta en Irlanda no es lo mismo que ser Taoiseach (primer ministro), quien es el real jefe de Gobierno, que dirige el Ejecutivo, marca la agenda política y coordina a los ministros. Actualmente este cargo lo ostenta Micheál Martin, del Fianna Fáil, partido de centroderecha. 

Con funciones presidenciales principalmente ceremoniales y algunos poderes constitucionales, Connolly tendrá un mandato de 7 años, que puede ser renovable una vez.

Sin embargo, la nación de la icónica cerveza Guinness mostró la participación en votaciones históricamente más baja en estas elecciones, con muchos colegios electorales por debajo del 40 por ciento y recuentos que muestran un número récord de votos nulos, según los datos oficiales. 

Antes de la contienda, figuras conservadoras instaron a los votantes a anular su papeleta, en protesta por las reducidas opciones de candidatos. En la anterior elección se presentaron seis candidatos, en este 2025 solamente había dos opciones viables. 

Neutralidad militar de Irlanda, su reto real 

Una tarea de la nueva mandataria será mantener el espíritu carismático y reivindicativo del presidente saliente, en un momento en el que la sociedad irlandesa tiene como prioridad la búsqueda de soluciones para la crisis de vivienda y el incremento en el costo de vida. 

Ahora, los votantes que la eligieron esperan coherencia con la crítica de política gubernamental en esas áreas, temas que le brindaron notoriedad en la campaña, sobre todo entre la juventud.

Ha sido incluso comparada con el estadounidense Bernie Sanders o el británico Jeremy Corbyn, muy populares entre los jóvenes.  

También ha denunciado que "dinero estadounidense ha financiado el genocidio en Gaza", lamenta la pasividad de Europa, describe a Hamás como "parte del tejido social" de Palestina y ha criticado el "discurso belicista" de la OTAN y la "creciente militarización" de la Unión Europea, hasta el punto de asemejar el aumento del gasto armamentístico de Alemania con la situación de ese país en 1930.

Ruairí Weiner, profesor de Métodos de Investigación y Estadística de University College Dublin (UCD), y quien ha estudiado el tema, explica que “si ella enfrenta algún desafío, podría ser si el gobierno intenta presentar un proyecto de ley para cambiar la neutralidad de Irlanda. Ella defiende fuertemente la neutralidad irlandesa, así que podría remitir ese proyecto al Tribunal Supremo para probar su constitucionalidad, pero si el Tribunal Supremo lo aprueba, podría verse obligada a firmarlo para convertirlo en ley”.

Otro de sus ejes es la política climática. Como defensora de las energías renovables, propone transporte público gratuito y medidas de eficiencia energética para asegurar hogares con temperatura adecuada.

¿Quién es la nueva presidenta? 

Con 68 años, madre y casada, es la tercera mujer que asume el cargo y la décima presidenta del país. Lejos de ser de la clásica élite de Dublín, nació de una familia trabajadora en Galway, la cuarta urbe más poblada de la República de Irlanda, reconocida como la ciudad de los navegantes y la cultura. 

Primero fue limpiadora, enfermera y profesora. En 1981 completó un máster en psicología en la Universidad de Leeds; después trabajó como psicóloga clínica. Más tarde volvió a Irlanda y se licenció en derecho.

Desde 1991 hasta 1999, trabajó como abogada. Fue concejala por el Partido Laborista en la municipalidad de Galway, donde también trabajó como alcaldesa durante 2004 y 2005. 

Abandonó el laborismo en 2007 para presentarse a las elecciones generales de ese año como independiente, pero solo en 2016 logró un escaño en el Dáil de Dublín (cámara baja).

Luego, se convirtió en la primera vicepresidenta del Dáil, lo que elevó su perfil de cara a presentar su candidatura a la Presidencia del país y ganarse el apoyo del bloque progresista, incluido el del laborismo.

Se destaca que tiene el respaldo del Sinn Féin, antiguo brazo político del ya inactivo IRA y líder de la oposición, pese a que nunca ha estado vinculada a esa formación aunque respalda la reunificación de la isla a través de un referéndum.

Sus detractores la califican de contradictoria y populista, entre otras cosas porque representó como abogada a varios bancos en casos de algunos procedimientos de ejecución hipotecaria y desalojo provocados por la crisis financiera que empezó en 2008. 

Dos candidatas en una papeleta de tres 

Connolly y Humphreys terminaron como las únicas opciones efectivas después de que abandonara la contienda otro candidato, Jim Gavin, representante del centrista Fianna Fáil, partido mayoritario en la coalición de gobierno de Irlanda junto con Fine Gael. 

A inicios de octubre, se retiró tras salir a la luz un viejo conflicto financiero sobre 3.300 euros de reembolso de alquiler no devuelto a un inquilino, un aspecto sumamente sensible en una sociedad en la que el tema de la vivienda está en el centro del debate. Sin embargo, su nombre quedó en la papeleta porque el escándalo se dio a conocer después del cierre de nominaciones. 

Esta elección se da apenas unos días después de un fuerte enfrentamiento entre la Garda (policía local) y los manifestantes radicales que están en contra de que el país reciba más solicitantes de asilo y han incinerado carros, incluso al frente de las instalaciones donde están alojadas estas personas. 

No se tratará entonces solamente de autenticidad irlandesa: el desafío de Connolly será probar si su propio carisma y su voz de protesta se traducen en acciones que realmente puedan forjar lo que ella anuncia como la nueva República.

Con EFE, Reuters, medios locales y fuentes propias

France24

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