Belém, capital del estado brasileño de Pará, acoge este noviembre el principal evento ambiental mundial: la COP30. Fundada en 1616, esta ciudad amazónica vivió una época de esplendor por la bonanza del caucho (1879-1912), llegando a ser conocida como la ‘París de las Américas’. Ahora, tras atravesar un extenso periodo de decadencia, el Gobierno local apuesta por convertirla en "el valle biotecnológico de la Amazonía".
Quien visite Belém durante la COP30 y conozca el recién reinaugurado mercado de São Brás, podrá hacerse una idea de lo que fue esta ciudad amazónica de Brasil durante el auge de la producción del caucho.
Se trata de un edificio histórico de unos 3.000 metros cuadrados que, tras pasar por una reforma radical que ha durado 16 meses y ha costado unos 32 millones de dólares (28 millones de euros), alberga un polo gastronómico y una serie de tiendas con encanto, además de los tradicionales puestos de comida local.
A pesar del tufillo de gentrificación que desprende, su estructura majestuosa delata el antiguo esplendor de esta capital amazónica, que llegó a ser conocida como la ‘París de las Américas’. Fundada hace 409 años, el 12 de enero de 1616, Belém es una ciudad portuaria de 1,3 millones de habitantes, que es considerada la entrada a la parte baja de la Amazonía brasileña. También es un importante centro comercial y logístico para toda la región amazónica.
La invención en 1839 del caucho vulcanizado, un material duradero y elástico derivado del látex producido por varias especies de árboles endémicos de la selva amazónica, marcó profundamente la historia de esta ciudad. Durante más de tres décadas, su modelo económico se basó casi exclusivamente en la producción de este material. La época de bonanza se benefició también de la popularización de las bicicletas en la década de 1870 y de la invención del automóvil en 1886. Ambos fenómenos causaron un crecimiento exponencial de la demanda de caucho.
Leer tambiénLos desafíos de la COP30: ¿por qué Brasil y qué rol juega la Amazonía?
El apogeo económico ligado al llamado ‘ciclo del látex’, que duró de 1879 a 1912, proporcionó mucha prosperidad a los belenenses. En poco tiempo, el caucho se convirtió en un verdadero maná, gracias a la Segunda Revolución Industrial y su creciente demanda de látex para la fabricación de neumáticos, suelas de zapatos, correas y otros productos. La ciudad pasó por importantes obras de urbanización y modernización, principalmente durante la gestión de Antônio Lemos, que fue alcalde entre 1897 y 1911, periodo en que fueron implementados varios proyectos de saneamiento, iluminación, suministro de agua y creación de bulevares.
“La economía del caucho fue el principal motor de la modernización de la ciudad, ya que el excedente de la exportación facilitó la implementación de cambios físicos en el espacio urbano. Cabe destacar que la mayor parte de la producción de caucho amazónico destinada al extranjero salía por el puerto de Belém. Este escenario transformó Belém en un centro cosmopolita de la región, facilitando la importación de costumbres y hábitos de países europeos como Francia e Inglaterra”, explica Maria de Nazaré Sarges, historiadora y profesora de la Universidad Federal de Pará.
El ciclo del caucho impulsó también una intensa migración de personas procedentes de las regiones más pobres de Brasil para trabajar en la extracción de látex, y transformó por completo ciudades amazónicas como Belém y Manaos. Si en Europa la Belle Époque fue un período marcado por intensas transformaciones en el estilo de vida, tras una época sin guerras y de gran desarrollo tecnológico, y conocida como una era de progreso y efervescencia cultural; en esta región brasileña al auge del caucho dio origen al período conocido como la ‘Belle Époque del Pará’.
Leer también¿Habrá justicia ambiental en las zonas periféricas de Belém después de la COP30?
Las sucesivas intervenciones urbanísticas transformaron Belém en una especie de ‘París de las Américas’. “Se habla de Belle Époque del Pará porque fue una época en la que el administrador de Belém, el alcalde Antônio Lemos, buscó reflejar en el trazado urbano un modelo europeizado de glamour, luminosidad y civilización”, señala Sarges.
Inspirados por la cultura francesa, los políticos y las élites locales de la época intentaron importar el estilo de vida y, al mismo tiempo, imitar el arte y la arquitectura del París de inicio del siglo pasado. Fue durante este período, por ejemplo, cuando se construyó uno de los símbolos de la ciudad, el Teatro de la Paz. Es uno de los más antiguos del país tropical y quedó famoso en todo Brasil por sus espectáculos culturales de estilo europeo.
Con el expresivo crecimiento económico también llegaron los avances tecnológicos como el tranvía eléctrico y el alumbrado público. Belém fue la primera ciudad de la región norte de Brasil en contar con alumbrado eléctrico público, en 1895. Además, se adoptó un modelo europeo de saneamiento básico, que pasó por la construcción de redes de alcantarillado, y suministro de agua y tratamiento de residuos.
En 1884 fue inaugurada la cisterna de agua de São Braz, una de las más antiguas de Brasil. Es una estructura en hierro que fue importada directamente desde París. Sirvió como punto de abastecimiento de agua y, al igual que la Torre Eiffel, se convirtió en un hito visual de la ciudad. Como contrapartida, fueron desmantelados algunos barrios marginales, lo que empujó a las personas más pobres hacia zonas periféricas y aisladas.
Hoy en la ciudad hay obras en todas las esquinas, que ni siquiera se finalizaron para la cumbre de presidentes del 6 y 7 de noviembre. El Parque de la Ciudad, sede de la COP30, es quizás la más emblemática. Se trata de un área de 50 hectáreas que antiguamente albergaba un aeropuerto. El proyecto final incluye el Museo de la Aviación, un Centro de Economía Creativa, una ciclovía y un sendero ecológico. Después de la conferencia, será uno de los principales legados para Belém. Otro ejemplo es el Puerto Futuro II, un complejo de cinco galpones con una superficie construida de 3.200 metros cuadrados, que ha sido transformado en un área para el ocio y la gastronomía. La inversión total en la ciudad ha rondado los 845 millones de dólares.
Leer tambiénFlotilla Amazónica: indígenas viajan por río a la COP30 para presentar sus exigencias
El fin de una era
En 1877, un episodio marcó el comienzo de la decadencia de Belém. Los ingleses contrabandearon más de 70.000 semillas de caucho del estado de Pará con el fin de plantarlas en las colonias inglesas de Asia. Debido a la similitud con el clima amazónico, se inició una producción en masa de látex, con consecuencias catastróficas para Brasil. A partir de 1910, el caucho amazónico no pudo competir con el concurrente asiático, que resultaba más rentable al ser un monocultivo. Fue así que la época dorada del caucho llegó a su fin.
La pregunta es si esta vez Belém será capaz de aprovechar con más sabiduría el legado de un evento internacional como la COP y las inversiones multimillonarias realizadas por el Gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Leer tambiénLa capital de la Amazonía, el corazón del debate climático mundial
Por lo pronto, el gobernador del estado de Pará, Helder Barbalho, ya ha dicho que la COP30 podría tener como legado el posicionamiento de la ciudad anfitriona como la “capital de la Amazonía”. La idea de este político es seguir el modelo del Silicon Valley en Estados Unidos, pero aplicado a la bioeconomía:
“Queremos transformar Belém en el valle biotecnológico de la Amazonía”, afirmó.
El Gobierno de Pará destaca que el recién inaugurado Parque de Bioeconomía e Innovación de la Amazonía es el mayor centro de su género en América Latina y el único parque tecnológico del mundo centrado exclusivamente en la bioeconomía forestal, integrando ciencia, innovación y conocimiento tradicional.
La expectativa del poder local es que el nuevo centro contribuya a la transformación productiva de los recursos forestales, gracias a la combinación de conocimiento científico y sabiduría de las comunidades tradicionales, y con el lema de la sostenibilidad de por medio.
Leer tambiénBrasil: aumento de los precios en Belém y crisis de vivienda ante la proximidad de la COP30
Compartir esta nota