En la propia Casa Blanca, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, acompañado del vicepresidente, J.D. Vance, acorraló al presidente de Ucrania, Volodímir  Zelenski, lo insultó, le impidió responder, y en su propia cara lo empequeñeció en su dignidad.

Al mismo tiempo, Trump se extasió al hablar de sus diálogos con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y que por esa vía se pondrá fin a la guerra que sufre Ucrania tras la invasión rusa.

Fue Carlos Marx, en su libro El 18 Brumarlo de Luis Bonaparte, que dijo que “la historia ocurre primero como tragedia y después como farsa”. Eso exactamente es lo que ha ocurrido con el caso de Ucrania, la agresión rusa contra ese país, que desde 2014 le ha estado mermando su territorio y se anexó la importante Crimea. En 2022 el gobierno de Rusia envió sus tanques y soldados al territorio de Ucrania, para una supuesta "operación militar especial" que todavía permanece.

Lo ocurrido en la Casa Blanca este viernes, ante los ojos de todo el mundo, es la repetición de la historia como farsa. El gobierno norteamericano dice apoyar a Ucrania, pero agrede a su presidente, lo ridiculiza, lo debilita, lo reduce hasta llevarlo a la ridiculez, y empodera al agresor, el gobierno de Vladimir Putin.

El gobernante de Rusia, a quien un gran parte de su pueblo rechaza y considera ilegítimo, se lleva muy bien con Trump, y al parecer confía en que con su amigo en la Casa Blanca resolverá los problemas provocados por una invasión que parecía fácil, pero que ha resultado compleja, con bajas rusas, por encima de los 160 mil soldados, más de 13 mil civiles muertos en Ucrania, más de 30 mil heridos, destrucción en todo el país, reducción al mínimo de su capacidad productiva, y soldados ucranianos muertos que superan los 50 mil, más 390 mil heridos.

Trump dice que quiere terminar la guerra. Ya dijo que Zelenski es un dictador, y que es un presidente ilegítimo, además de que su creencia es que Ucrania comenzó la guerra, y no la invasión rusa. Ahora calcula que deberá cobrar, con riqueza mineral ucraniana más las llamadas tierras raras, un total próximo a los 500 mil millones de dólares. Y Zelenski asistió a la Casa Blanca para firmar unos acuerdos que compensarían a los Estados Unidos.

El espectáculo que el mundo vio el viernes, con un presidente de un país agredido, invadido, vilipendiado por su par norteamericano, demuestra que la diplomacia es otra cosa, que el atropello parece planificado, y que es muy problema que al presidente del país invadido no le espere una recepción con orgullo en Ucrania. Cualquier cosa le podría pasar a Zelenski: Una petición de renuncia, un golpe de Estado, un suicidio, una renuncia voluntaria, ademas de una risotada desde el Kremlin que lo hunda más en la vergüenza.

Asistimos a tiempos de desazón, de abuso del poder, de violación de derechos, de ausencia de solidaridad. Solo había que observar la presentación de imágenes del horror de la guerra, por parte de Zelenski a Donald Trump, y la ausencia completa de compasión por parte del presidente de los Estados Unidos. Parecía que miraba fotografías de una desfile de moda y no de gente torturada y masacrada por las fuerzas rusas que invaden a Ucrania.

En esa rueda de prensa el semblante del presidente de Ucrania era de incredulidad, de sorpresa, por las agresiones del presidente y el vicepresidente de los Estados Unidos.

Para Trump el papel de Estrados Unidos ahora es de mediación entre Rusia y Ucrania. El apoyo de Estados Unidos en tiempos de Obama y Biden a Ucrania fue catalogado de estúpido y criminal.

En Rusia el agresor, Vladimir Putin y su equipo, deben estar celebrando una gran fiesta. El tiempo de Zelenski en Ucrania ya tiene un reloj contando los segundos, los minutos y las horas para su final como presidente.

Pero no todo está perdido. El presidente de Ucrania defendió muy bien el rol de Europa en la defensa de su país. Estados Unidos controla y financia la OTAN, que fue quien impulsó con Estados Unidos a la cabeza a Ucrania a solicitar una posición en ese ente de protección militar hemisférica.

Zelenski debe seguir cerca de Europa. Hizo bien en no firmar el acuerdo para que Estados Unidos se apropie de las tierras raras de su país, que representa el 5 por ciento del total de tierras raras en el mundo. China tiene el 40 por ciento de las tierras raras.

El próximo paso de Zelenski podría ser la negociación de un acuerdo con China, para la explotación de las tierras raras de Ucrania, si a cambio recibe apoyo militar, político y logístico, para hacer frente a las agresiones de Rusia. Rusia y China tienen acuerdos entre ellos, pero siempre hubo quejas y dudas sobre la permanente actividad sediciosa de los rusos contra los chinos. Zelenski podría jugar una carta más inteligente que obedecer los dictados del gobierno de los Estados Unidos. Obrama y Biden impulsaron el ingreso de Ucrania en la OTAN, ahora Trump niega esa posibilidad.