La reciente aprobación por parte de la Junta Monetaria del nuevo Reglamento Cambiario representa un punto de inflexión en la arquitectura regulatoria del mercado de divisas en la República Dominicana. Esta reforma integral, resultado de un proceso de consulta pública celebrado en agosto de 2025, redefine las reglas de juego para asegurar un entorno más transparente, competitivo y eficiente, en beneficio tanto del sistema financiero como del aparato productivo nacional.

Uno de los ejes centrales del nuevo reglamento es la incorporación de un mayor número de participantes a la Plataforma Electrónica de Negociación de Divisas del Banco Central (BCRD). A partir de ahora, no solo los intermediarios financieros, sino también clientes corporativos, importadores, exportadores e inversionistas institucionales podrán colocar posturas de compra y venta de divisas en la plataforma, bajo supervisión normativa. Esta apertura, inédita hasta ahora, eleva los niveles de competencia, profundiza el mercado y promueve una formación de precios más eficiente, reduciendo los márgenes de intermediación tanto en el segmento mayorista como minorista.

Una de las ventajas más significativas de esta mayor participación es la eliminación de la duplicación artificial de demanda de divisas. Hasta ahora, un mismo requerimiento cambiario podía ser canalizado por múltiples vías, generando distorsiones en el mercado. Por ejemplo, una solicitud real de US$100 millones podía parecer como una presión de US$300 o US$400 millones al circular simultáneamente por distintos intermediarios. Esta sobredimensión inducía incertidumbre, ruido de mercado y, en algunos casos, decisiones de política monetaria sobreestimadas. La nueva normativa asegura que cada necesidad de divisa quede registrada de forma única, con trazabilidad plena, fortaleciendo así la capacidad del regulador para leer correctamente la dinámica cambiaria y evitar reacciones innecesarias.

Al exigir el registro obligatorio de todas las operaciones mayores a US$10,000 o EUR€10,000, el Banco Central adquiere una visibilidad más amplia y oportuna del comportamiento del mercado. Contrario a lo que algunos podrían interpretar, esta medida no viola la confidencialidad del cliente, ya que la información recabada no se utiliza de forma individualizada, sino como insumo técnico para monitorear flujos, detectar patrones y anticipar presiones cambiarias. Es una herramienta de inteligencia de mercado, no de fiscalización tributaria.

Este nuevo esquema tiene implicaciones directas sobre la estabilidad cambiaria. Al centralizar la información y establecer lineamientos de conducta para todos los participantes en línea con el Código Global de Conducta del Mercado Cambiario se reducen drásticamente las oportunidades de especulación, manipulación o colusión.

La supervisión también será más efectiva: los tesoreros de las entidades financieras deberán actuar con mayor prudencia y rigor técnico. Se acabó el margen para arbitrajes oportunistas o para construir márgenes excesivos sobre operaciones de alto volumen. La autoridad monetaria, equipada ahora con un verdadero telescopio financiero y un termómetro en tiempo real, podrá observar con nitidez cada movimiento y actuar de forma preventiva ante desviaciones.

En términos estructurales, el reglamento también fortalece la resiliencia institucional del mercado. Se han elevado los requerimientos de capital mínimo y reservas patrimoniales para los agentes de cambio y remesas, ajustándolos al tamaño y naturaleza de sus operaciones. Esto asegura que los participantes cuenten con un colchón financiero robusto, capaz de absorber shocks en un entorno global volátil. A su vez, se mantienen límites más estrictos a la posición neta en moneda extranjera, en consonancia con las medidas prudenciales adoptadas en marzo de este mismo año.

El impacto de esta reforma va más allá del ámbito normativo. En la práctica, se habilita un ecosistema más confiable y predecible para empresas importadoras y exportadoras, que podrán operar en un mercado con mayor liquidez, reglas claras y menores costos transaccionales. La mejora en la calidad de la información disponible y la ampliación de los canales de negociación fomentan la integración de actores productivos al sistema financiero formal.

En una economía altamente expuesta a los movimientos del tipo de cambio y con crecientes niveles de dolarización transaccional, contar con un marco cambiario moderno y alineado a las mejores prácticas internacionales es una necesidad impostergable. La decisión de la Junta Monetaria, en ese sentido, no solo responde a una coyuntura regulatoria, sino que envía un mensaje institucional claro: el país apuesta por un modelo de mercado ordenado, supervisado, competitivo y resiliente.

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La columna “La Banca Dominicana por Dentro”, es desarrollada por Jesús Geraldo Martínez, en el interés de aportar al fortalecimiento del Sistema Financiero Dominicano desde una perspectiva analítica y práctica orientada a la formación de conocimientos y divulgación de informaciones exclusivas de dicho sector. Para contactar con el autor. Email jesusgeraldomartinez@icloud.com, o seguir a @Jesusgeraldomartinez en Instagram

Jesús Geraldo Martínez

Economista

Dominicano, consultor, con amplia experiencia profesional en regulación y supervisión del sector financiero, destacado por sus conocimientos en gerencia, finanzas bancarias, gestión de riesgos, administración y optimización de portafolios, investigación económica, planificación estratégica, análisis de riesgos financieros y sectoriales, análisis y estructuración de bases de datos, econometría, estadística, diseño y aplicación de modelos de pruebas de estrés.

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