Al bosnio Damir Dzumhur, el rival de Carlos Alcaraz este viernes por un puesto en octavos de final de Roland Garros, le tocó ser protagonista de una guerra antes de lanzarse a una carrera de actor que quedó aparcada cuando optó por practicar el tenis, aunque la espera retomar cuando cuelgue la raqueta.
En su último partido, este miércoles de triunfo, no escuchó el cinematográfico "¡corten!".
Actual 69 del ránking mundial, habitual de los torneos desde hace más de diez años, el balcánico regresa a los puestos altos de la clasificación tras un descenso a los infiernos que comenzó durante la pandemia, cuando abandonó toda disciplina de vida y descuidó los más elementales hábitos saludables.
De llamar a las puertas del top-20 en 2018, pasó al puesto 715 en menos de un año, una regresión que encaja bien en una vida llena de avatares.
"Se convirtió en un crápula, perdió toda higiene de vida", resume el que era su entrenador hasta 2020, el serbio Petar Popovic, en las páginas de L’Équipe.
Una actitud que se explica mejor cuando se contextualiza la vida de este muchacho, nacido en 1992 en medio de la bombas que caían sobre Sarajevo, durante la guerra de los Balcanes.
A punto de dar a luz, su madre se encontraba bloqueada en casa sin poder acudir a un centro sanitario para dar a luz. Con mucho sufrimiento, logró pasar entre los puntos de mira de los 'snipers', superó varios 'check points' y consiguió llegar a Zetra Olympic Hall, el centro hospitalario, donde nació el pequeño Damir.
Dos días más tarde, aquel hospital fue pasto de las bombas y, unos años después, fue reconstruido en lugar de práctica deportiva donde Dzumhur comenzó a golpear la bola con cinco años.
"Superar todo aquello me hizo más fuerte", asegura el jugador, que recuerda que fue su padre, que trabajaba en aquel centro deportivo, quien lo transformó en una pista, sin las dimensiones adecuadas y con un hilo de pesca como red.
Pronto, los refugiados arrancaron la madera del suelo para calentarse en los años difíciles que siguieron aquel mortífero conflicto que acabó en 1995 con unas 100.000 víctimas, entre civiles y militares, 1,8 millones de desplazados.
Sin ninguna ayuda para practicar el tenis en un país recién nacido, devastado por la guerra, Dzumhur decidió tentar la suerte en el cine, su otra pasión.
En 2006 tuvo un papel secundario en 'Grbavica', de Jasmila Žbanić, cinta que ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín y que fue candidata a la mejor película extranjera en los Oscars.
Al año siguiente tuvo un papel destacado en la producción alemana 'Mörderischer Frieden', donde interpretaba a Durcan, un joven albanés en busca de venganza tras la guerra de Kosovo.
Del cine al tenis
El dinero que se embolsaba del séptimo arte, Dzumhur decidió invertirlo en su formación tenística, aunque en un momento tuvo que elegir entre una carrera en el séptimo arte o empuñar una raqueta. Y optó por lo segundo.
Profesional desde 2011, sus primeros títulos llegaron tres años más tarde, pequeñas victorias en Arad y San Benedetto. El bosnio tiene una gran capacidad de desplazamiento, un carácter explosivo, un revés de gran calidad y una entrega que le hicieron escalar peldaños en el ránking.
Luego vino la depresión durante la pandemia de la covid y su carrera quedó entre paréntesis.
Superada la pandemia, Dzumhur trató de recobrar el hilo de su carrera deportiva, volvió a cuidarse, dejó de salir cada día y su rostro empezó de nuevo a verse en el circuito.
En 2022, tras perder contra el español Fernando Verdasco en la fase previa de Roland Garros, el bosnio sintió un intenso dolor abdominal. Ingresado en un hospital parisiense, los médicos le diagnosticaron una pancreatitis aguda, una enfermedad grave que podía haberle costado la vida si no hubiera sido tratada a tiempo.
Dzumhur nunca ha perdido del todo su vocación de intérprete. En esta edición del Grand Slam de tierra batida, superó en primera ronda al argentino Thiago Tirante, rescatado de la fase previa, y en segunda al francés Giovanni Mpetshi Perricaud, 31 del mundo.
Tras ganar los dos primeros sets, en el tercero, cuando el galo parecía dispuesto a la remontada, el bosnio sufrió una caída y, por un momento, debido a su actuación, parecía que no podría seguir. Tratado en la silla, acabó por regresar sin ninguna secuela e imponerse en cuatro mangas, lo que provocó que los franceses sospecharan de que interpretó un nuevo rol. (Luis Miguel Pascual, París, EFE)
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