En un país donde la cultura se ha escrito históricamente desde Santo Domingo, el ensayo “La solidaridad: vigencia de Sócrates Nolasco”, incluido en Narrológica: visión panorámica de José de Rosamantes, irrumpe como un acto de justicia poética y crítica literaria comprometida. Con rigor académico y pasión militante, el texto rescata al narrador, poeta e historiador sureño (1884-1980) del olvido, proponiéndolo como piedra angular de una literatura dominicana verdaderamente descentralizada.
José de Rosamantes no escribe sobre Sócrates Nolasco: escribe con él, en un diálogo solidario que trasciende tiempo y geografía. Su ensayo se erige como un acto de reivindicación literaria y territorial, rescatando a Nolasco del silenciamiento al que lo ha relegado el centralismo cultural dominicano. La propuesta combina el rigor analítico con un tono emotivo y combativo, situando a Nolasco en dos ejes fundamentales:
- Legado literario: su obra como puente entre lo local y lo universal.
- Compromiso ético: la solidaridad y la justicia social como pilares de su escritura.
Desde su introducción, Rosamantes plantea con acierto una tesis contundente: Nolasco no es solo un autor regional, sino un faro para repensar la identidad nacional desde la periferia.
Estructura del ensayo
El texto se organiza en seis secciones que abordan dimensiones complementarias de la figura y la obra de Nolasco:
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Introducción (p. 9): contextualiza la marginalización del autor y justifica su rescate.
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Características generales de la cuentística (p. 27): analiza doce rasgos estilísticos —criollismo, folclore, lenguaje popular, entre otros— que distinguen su narrativa.
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Historia del apellido Henríquez (p. 31): vincula a Nolasco con la tradición intelectual de las familias Henríquez y Carvajal.
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El ensayo literario (p. 41): examina su faceta como pensador crítico y polemista.
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Sobre los cuentos cimarrones (p. 50): profundiza en relatos que exploran la resistencia afrodescendiente y la marginalidad.
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Bibliografía (p. 52): sustenta documentalmente las afirmaciones del autor con fuentes primarias y secundarias.
Revalorización d la cuentística nolasquiana
Rosamantes lleva a cabo una relectura que devuelve profundidad y vigencia a la cuentística de Nolasco. Destaca especialmente:
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Temas: lo rural como espacio épico, donde el campesinado aparece como protagonista simbólico de la historia nacional (Ángel Liberata, El diablo ronda en los guayacanes).
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Estilo: un lenguaje llano pero lírico, anclado en la oralidad popular, con una sensibilidad que anticipa lecturas decoloniales.
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Símbolos: el Diablo como figura cotidiana y mediador cultural, articulando una visión sincrética de lo religioso y lo social.
“Nolasco es un radiógrafo del suroeste: su narrativa convierte la tragedia rural en arte universal.” —José de Rosamantes
El ensayo confronta una crítica nacional “aletargada” que ha ignorado sistemáticamente a Nolasco, utilizando para ello un tono abiertamente polémico (por ejemplo, al referirse a ciertos “criticuchos aletrados”). En este gesto desafiante, Rosamantes lo equipara a figuras universales como Juan Rulfo o William Faulkner, destacando su trascendencia desde lo local.
Un ensayo como acto de resistencia
Al ser él mismo un autor del sur, el texto de Rosamantes se lee también como un acto de resistencia cultural. Su lectura de Nolasco no es nostálgica ni museística, sino proyectiva: enlaza tradición y modernidad desde una ética del relevo generacional. El ensayo no solo ilumina la obra de un autor olvidado, sino que construye un canon alternativo para la literatura dominicana, plural, periférico y profundamente ético.
Estilo y tono
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Barroco y apasionado: destaca por el uso de neologismos (como fantasmagoricidad) e hipérboles deliberadas.
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Híbrido y arriesgado: oscila entre un tono académico riguroso y una prosa combativa, provocadora, que desafía el conformismo crítico (por ejemplo, en la analogía entre Nolasco y Balaguer).
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Propositivo y urgente: plantea la necesidad de leer a los autores regionales como voces esenciales de una cultura que debe descentrarse para ser verdaderamente nacional.
¿Por qué leer este ensayo hoy?
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Para entender el sur: Nolasco documentó la vida rural con una mirada que hoy llamaríamos decolonial, desde una sensibilidad campesina y popular.
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Para repensar la literatura nacional: Rosamantes demuestra que el “gran relato” dominicano está incompleto sin las voces de la periferia.
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Para aprender de la solidaridad intergeneracional: El texto es un puente entre dos autores sureños separados por un siglo, pero unidos en la lucha por una cultura más justa.
“Sus cuentos cimarrones son actos de resistencia: el Diablo no es un mito, es un vecino que negocia con los pobres.”
Frase final
“Este no es un ensayo: es un manifiesto. Rosamantes no solo habla de Nolasco; reclama un país donde quepan todas las literaturas.”
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