Juan Matos ha escrito un libro que no teme temblar: tiembla de rabia, de duelo, de memoria; tiembla por los siglos de injusticia racial, por la impunidad aún activa, por el cuerpo colectivo que resiste desde su herida. Pero también tiembla como un sismo ético, un gesto poético que sacude las narrativas hegemónicas desde el lenguaje mismo.

Con un poderoso y descarnado poema —que puede leerse como uno de los clímax de Temblor de Espejos—, Matos lleva su proyecto poético hacia un paroxismo de denuncia y dignidad. El tono conjuga la ironía brutal con la épica invertida de los condenados de la tierra.

Temblor de espejos.

“Tienen razón…”: sátira, desobediencia y renuncia al simulacro

El poema “Tienen razón, patriotas de la alcurnia…” rebasa la sátira: se erige como acto performático de desobediencia verbal y emancipación simbólica. Desde el inicio irónico —“Tienen razón, señores amos de la fusta sutil…”— hasta el grito subversivo —“¡Al carajo, sí!”—, la voz lírica se sacude el yugo y se vuelve cuerpo colectivo: esclavizado, violado, exiliado, zafrero mutilado.

Con imágenes contundentes:

  • “los cadáveres vivos de las innúmeras zafras”
  • “la epidermis tatuada por la benevolencia del generoso látigo”
  • “los huesos del latifundio”

… el poema denuncia la continuidad histórica del poder blanco y el capitalismo racializado. El hablante no implora: sentencia.

Contra el poder: alegorías del saqueo y del cinismo institucional

Jueces, clérigos, legisladores, banqueros aparecen como cómplices de un sistema brutal. La crítica alcanza incluso el lenguaje religioso, con expresiones como “sacramentales pétalos de su misericordia”, desmontando el cristianismo colonizador y su retórica de piedad hipócrita.

Pero lo más potente del poema es su afirmación final: la retirada del cuerpo explotado no es derrota, sino legado. El temblor permanece como huella.

“dejando a nuestro paso la sentencia inefable

de nuestras bravas vidas…”

Del temblor colectivo a la pena interior: la fractura del yo

En otro registro, el poemario transita hacia una introspección doliente: el duelo migrante, la herida del desarraigo, la pena encarnada. El verso de César Sánchez Beras —“un pájaro de canto alucinado y lo enterró en mi pecho…”— actúa como umbral: el dolor ya no es solo histórico, sino íntimo y existencial.

Imágenes como “angustia alada” o “óleos de soles solos” instauran una poética de la pérdida que va más allá de lo político. El lenguaje mismo se quiebra, se fragmenta, se desfigura: ao-liente, aban-dono.

Formas de resistencia poética

En términos formales, destacan:

  • La anáfora rítmica y ritual (“Aquí dejamos…”, “Tienen razón…”)
  • Enumeraciones viscerales (“amasadas en estiércol infame…”)
  • La ironía sacramental que subvierte el discurso cristiano
  • El contrapunto entre registros elevados y expresiones populares (“¡al carajo!”)

El poema se niega a hablar desde un lenguaje limpio o domesticado: su palabra tiembla, sangra, resiste.

“White Privilege”: la blancura como estructura de poder

En el poema “White Privilege”, Matos denuncia con agudeza el racismo estructural en EE. UU., tomando como detonante la ocupación armada del Capitolio estatal de Michigan en 2020. La repetición del adjetivo “blanco” desarma la neutralidad aparente de la palabra, devolviéndola como índice de supremacía impune.

“Blanco el derecho / blanco el fusil / blanca la amenaza…”

La crítica no se dirige solo al suceso, sino a la arquitectura simbólica de un privilegio racial fundacional. La Casa Blanca, evocada al final, funciona como metonimia del poder hegemónico: blanco, armado, incuestionado.

El espejo herido: genealogía del saqueo y reexistencia

Otro de los poemas centrales, sin título explícito pero de tono bíblico y anticolonial, se estructura como letanía profética. Con preguntas que arden —“¿En qué página de tu historia aparezco?”—, la voz poética interpela desde la herida abierta del esclavizado, el indígena, el afrodescendiente.

Hay referencias intertextuales a Fray Antón de Montesinos y su grito de 1511. Pero Matos va más allá: señala la sordera del poder (“Mas eran solo sordos, los dueños del destino”). Sangre, cenizas, viento, espíritu y montaña son símbolos de una historia soterrada pero persistente. No hay derrota en esta voz: hay reexistencia.

Conclusión: poética del temblor como ética de la memoria

Temblor de Espejos no es un libro para la complacencia: es un espejo que arde. Matos construye una poesía radicalmente ética, profundamente política y dolorosamente bella. Su escritura interpela al lector institucional, al lector indiferente, pero también invoca al lector hermano, al lector exiliado, al lector que aún resiste.

El poemario puede leerse como:

  • Archivo vivo de la violencia afroamericana y caribeña
  • Manifiesto de descolonización simbólica
  • Grito colectivo y lamento íntimo
  • Estética del cuerpo herido pero insumiso

En última instancia, Juan Matos propone otra forma de leer el mundo: no desde el centro que borra, sino desde el temblor que recuerda. En cada verso, late la posibilidad de un nuevo espejo: uno donde la dignidad no se oculte, y donde el temblor ya no sea sinónimo de derrota, sino de despertar.

Ike Méndez

Poeta, educador y ensayista

Ike Méndez es ensayista y metapoeta dominicano. Coautor de obras como *"San Juan de la Maguana, una Introducción a su Historia de Cara al Futuro"* (Primer premio en el Concurso Nacional de Historia 2000) y *"Símbolos de la Identidad Sanjuanera"* (Segundo premio en 2010). Ganó el Segundo premio en el Concurso de Literatura Deportiva “Juan Bosch” (2008) y colaboró en la serie *"Fragmentos de Patria"* de Banreservas. También coeditó las antologías *"Voces Desatas"* (poesía, 2012) y la primera antología de cuentistas sanjuaneros (2015). Ha publicado seis poemarios: *Al Despertar* (2017), *Flor de Utopía* (2018), *Ruptura del Semblante* (2020), *Baúl de Viaje* (2022), *Al Borde de la Luz* (2023) y *El Joyero de Ébano* (2024), que reflejan una evolución poética constante. E-mail: jemendez@claro.net.do

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