En la primera entrega de este ensayo escribimos lo siguiente sobre la obra Sendero entre las piedras de Gerardo Castillo Javier: “Lo expresado en él, como lo hace Castillo Javier, nadie lo ha dicho y eso lo hace auténtico. En ocasiones, aunque el lenguaje se oscurece, principalmente en El resplandor, el lector puede fluir en un sendero de piedras como un río de sinuosas aguas para despertar la atención y la sensibilidad”. En otras entregas he analizado las zonas oscuras y los abismos en el lenguaje, donde hay planteamientos teóricos, descripciones, conceptualizaciones, juicios críticos, ejemplos e interpretaciones.
Cuando el lenguaje se oscurece
En el lenguaje oscuro hay saltos lingüísticos, abismos polisémicos, falta de coherencia y cohesión interna; dispersión semántica, absurdidades, saltos conceptuales, ritmo inapropiado, entre otros, que no es el caso del lenguaje trabajado en la obra Sendero entre las piedras, aunque en algunas oraciones utilizadas en segmentos del texto pueden sugerirlo. Sin embargo, pienso que nuestro autor puede tener conciencia de ese riesgo y lo ha permitido. Eso puede pasarnos a todos, porque hay cosas que ni siquiera pueden ser dichas con palabras en el lenguaje poético. Van más allá de la comprensión lingüística, guardan mundos que corren como ríos, entre montañas subterráneas ubicadas en la casa del ser de cualquier sujeto-autor.
Casi todas estas oscuridades vienen dadas por el inadecuado uso de la lengua, en la interpretación de símbolos, en el uso de códigos ocultos, entre otros, que impactan en la comunicación lingüística y estética. Pero, sin duda, puede haber una comunicación carente de estética. Si hay comunicación y hay también estética en el uso de la lengua, entonces es más sencillo percibir el fenómeno poético y entrar en él, consustanciarse.
La obra de Castillo Javier, por su hondura conceptual, percepciones visuales, estructuras del texto y respiración filosófica de su yo, ejercita de manera tal el pensamiento que el pálpito emocional, que de él se desprende, puede aflorar con acción retardada como ha sido mi experiencia particular.
Algunas preguntas
¿Hacia dónde nos conducen las siguientes oraciones incluidas en el texto?: “Bajo la casa fluye el río. En total oscuridad, una caverna lo habita. A veces, un rumor de aguas me alcanza mientras sueño con los pies en la arena” (pág. 29). Vayamos más adelante en la misma página. “Cada uno, cada quien es una casa bajo la que un río a oscuras pasa. Cada uno, cada quien es una casa sobre acantilados y cavernas, pero no lo sabe” (pág. 29).
Son descripciones realizadas desde una experiencia onírica, desde la propia vivencia del autor. Sin saberlo, parece que a todos nos fluye un río, dentro de una caverna, ¡sobre acantilados! O sea, que la experiencia onírica, visual, poética y filosófica del yo del autor o poeta, es común para todos los seres de la tierra.
Desde el punto de vista místico, el cuerpo es un templo. Bueno, hay una relación entre templo-casa (cuerpo-templo del espíritu santo). Pero, ¿qué simboliza la caverna y el río? ¿Serán la caverna de Platón y el río de Heráclito? Nada de eso podemos saberlo, los campos semióticos y semánticos se abren como un estadio de béisbol. Si a lo largo del texto no se presenta una aproximación a la develación de los símbolos, como es el caso del de la casa, el lector quedará buceando en un mar de pensamientos para auscultar significados y adaptarlos a su realidad real y espiritual. ¿Cómo se es capaz de transmitir sensaciones, emociones y pensamientos en estas condiciones? En verdad, ahí es donde está la sagacidad, el manejo de la lengua y el lenguaje por parte del autor. En la comunicación, el emisor carga con casi toda la carga expresiva en un texto.
¿Cómo emocionarse con algo que no se “entienda” o que no se puedan construir mundos inteligibles? ¿Cómo razonar si la propuesta de un texto en cuanto al uso de la lengua carece de un constructo, capaz de hacernos fluir por senderos donde se aprehenden emociones, sentimientos y la facultad para tener conciencia o noción de las cosas?
Lo antes dicho se puede resumir de forma efectiva: “Se trataría de un texto que, en partes o en su totalidad, puede ser ininteligible”. Esa sería una definición común para todos. “No entendí lo que quiso decir el autor. Ese “lenguaje es oscuro”, dirían muchos y lo convierten en un paradigma. En esta parte entraría Jacques Derrida con su famosa deconstrucción, donde se desmantelan, estructuras semánticas subyacentes en ciertos imaginarios colectivos. Hay que hacer un acto de deconstrucción de lo oscuro mediante el método crítico, no interpretativo.
Reiteramos, para evitar confusiones, porque es mi responsabilidad hacerlo. Todas estas ideas expuestas en el presente ensayo, no son una radiografía del importante texto de Castillo Javier, en múltiples dimensiones. Solo que algunas oraciones expuestas en Sendero entre las piedras han dado pie a esta reflexión sobre lenguaje y poesía, cosa altamente positiva para ser analizado. Si hubiera utilizado el método crítico, otra sería la narrativa; también, diferente sería esta exposición si fuera una nota laudatoria al autor, como sucede en muchos análisis literarios.
Lo que deja el autor
Me atrevo a indicar que el autor de esta obra, deja “ocultos mensajes”, mediante la descripción o narración de lo que ve en su tránsito poético. El sentido más utilizado es la vista. Ve más allá del esplendor, la oscuridad, la luz, la caverna, la casa y de su yo.
Plantearé la siguiente hipótesis: Cuando se utiliza el lenguaje oscuro, profundo o hermético, no hay paso para la estética y la develación del fenómeno poético. De hecho, es riesgoso utilizar un “lenguaje oscuro” y producir un texto poético; sin embargo, no siempre es así.
Fíjense que ahora utilizamos “lenguaje oscuro”, entre comillas, para indicar sus múltiples sentidos. Es que el “lenguaje oscuro” no es un fenómeno único basado en el uso de la lengua, porque textos bien escritos podrían catalogarse como oscuros, no así herméticos.
Hay poemas que guardan profundos secretos, no solo del autor, sino de otro origen. Subyacen mensajes encubiertos y hasta códigos con naturaleza de arcano. Hay poemas concebidos con ese nivel de hermetismo que a muchos lectores les son intrascendentes por varias razones: los niveles de lenguas y estéticos utilizados, características culturales y sociales, desarrollo cognitivo y de sensibilidades, el acceso a los textos, entre otros.
No debe confundirse el “lenguaje oscuro” con el “lenguaje profundo” ni el “lenguaje hermético”. Para esos casos poseen conceptos diferentes. El primero, como se ha dicho, centra su atención en el uso de la lengua utilizada en el texto. En el segundo, a la hondura de la intuición, creación y pensamiento. Debe acotarse que en este caso debe manejarse la lengua con avanzadas estructuras y esencias creativas para lograr la unidad del campo expresivo y al mismo tiempo la diversidad en lo semiótico y semántico. El tercero se reduce al encubrimiento de mensajes a los cuales solo tienen acceso grupos limitados pertenecientes a doctrinas, ideologías y fundamentalismos.
En el caso de Sendero entre las piedras hemos planteado que “En ocasiones el lenguaje se oscurece…”. El prejuicio puede apabullar a ciertos lectores y arremeter en contra de nuestro autor. Porque cuando alguien lee o escucha cualquier vocablo relacionado con lo oscuro, como es el caso de oscurecerse, tiende a cerrarse el modelo interpretativo del concepto para dar pie a uno crítico-negativo e irreflexivo.
¿Quién dijo que todo lo oscuro es antiestético? Si así se prejuzga, se deja atrás el universo reflexivo donde la intuición y el pensamiento protagonizan momentos de transmutación del lenguaje y desembocan en juicios constructores de conciencia crítica e interpretativa. (CONTINUARÁ)
Domingo 5 de octubre de 2025
Publicación para Acento No. 165
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