El acto de escribir es como el volcán, ya que en unos es un ente de reacción y de importante actividad sísmica, misma que se necesita liberar en algún momento, por igual otros son volcanes dormidos que en algún momento tendrán que hacer una erupción, pero que, igual pueden pasar siglos sin que esta se manifieste, en tanto, que otros quedan como simple elevaciones majestuosas de lo que un día fueron y ya no son.
Todo el recorrido del símil viene dado porque los cuentos y relatos de Saddie Acosta Munnerlyn son una especie de erupción de un volcán que estuvo dormido, pero en una constante ebullición interna que hoy a explosionado, dejando entre los lectores un manojo de relatos que son más que nada, la pasión acumulada de una escritora que empieza desde ya a dejar que su ritual escritural tropiece con los ojos de quienes puedan tener en sus manos este libro.
Un texto, que resulta interesante en la medida en que su creadora recoge en ellos sus raíces de sureña de pura cepa, retorna, con una carga histórica que no parece caber en su memoria, se sienta y recupera sus días de infancia entre anécdotas de Bacá, Baquiní zarandeados entre las lomas de Panzo y La Petacas, de espíritus que volaban no solo en las mentes y en la militante creencias de sus antepasados yéndose de sueños oníricos por los fondos del Rodeo o de los rituales mágico religiosos vinculados al proceso del amor de pareja tal y como lo deja expresado en su cuento Una Flor de sol para Sol.
En este relato nos narra, con un olor recostados de los viñedos de su Neyba amada, lo siguiente:
Ellos, por tradición ya sabían cómo atar las vidas futuras, como se lo contaron sus padres y abuelos. Es más, ya ellos habían elaborado dos muñecos y los envolvieron con una misma atadura, como lo habían hecho los padres de estos en tiempos atrás. (pág-65).
Saddie Acosta, con sagacidad y una maestría recoge mitos y leyendas a las que le da vida friccionándolas para apuntalarse en una de las escritoras hacer tomada en cuenta, al igual que su compueblana Marithza Peña y su texto Con Los Misterios No Hay Quien Pueda cuando de esta temática literaria se escriba en el país.
Pero esta autora, sabe conjugar el elemento de lo mágicoreligioso, con otros saberes que dejándonos en cada uno de sus relatos y cuentos una alfombra espiritual tendida al camino de lo búsqueda interior donde procura inducirnos en un andar por la búsqueda de lo educativo, ponernos en modo reflexión en el tratamiento intimista de cada narrar.
Acosta Munnerlyn, va en sus relatos buscando ese decir orientador y de llamado a la atención de las cosas comunes, sobre todo de esas que siempre hemos escuchado, pero que poca veces reparamos en ellas, tal y como nos lo cuenta en el relato Enigmas de las carcajadas, donde nos lleva de las manos analizando el discurrir de una madre cuasi enfermiza con la educación de su pequeña hija y como está colapsa, ante las embestidas de una sociedad cada día más desmejorada en el quehacer de los cultivos de los valores morales y de la solidaridad. O mejor decir el olvido de la otredad. Pág. 21-35.
Sí, es un relato espeluznante, que nos sacude, que nos llama a la atención del rol de la madre y del padre, mandado una clara señal de que se tiene que jugar con el debido apego y con el cuidado necesario para no ver a nuestros hijos arruinarse en estas sociedades en que hoy pernotamos.
Y ni hablar del relato Donatela, mismo que es un andar sobre cogedor, de continuidad con la tendencia del llamado a lo educativo desde una simple literatura de ¨primer parto¨ lo que demuestra que ella como narradora no es un azar, sino que asumió su propuesta literaria como un desafío del contar, por lo que es Donatela, un escrito que sale del alma para dar un grito ante la miseria del cultivo de la envidia, de la traición, en fin un alarido ante la descomposición moral y la implementación de valores negativos que nos acechan en la cotidianidades del vivir.
¨Pasaron unos meses y los rumores se hicieron realidad. El asistente, el amigo, el confidente se las ingenió para quedarse con la posición de Donatella¨. (pág. 57).
Pero también se asume en este narrar de Saddie, un recorrido por la psiquis humana, por el estamento de principios y valores, de una apuesta que desanda por ese submundo psicológico en el que viven los humanos, mismos que recoge y moldean con una destreza y habilidad certera como si no fuera una novata en el narrar, esto lo deja evidenciado en este contar donde la joven discurre en el Gran glamur de la ciudad de Nueva York…algunos viernes por la tarde…Pág.55.
Este narrar le permite ser el personaje central que le permite narrar con ágil descripción omnisciente el ataque a la Torres Gemelas, sí, allí está la gracia narrativa mezclando dolor, esperanza, calamidades, dichas y desdicha. O como no decirlo en su narrar deja ver el juego del azar en la cotidianidad del existir…Todo marchaba…pág. 53.
Sin dudas este relato va contracorriente a una sociedad del siglo XXI. En el mismo Saddie Acosta, nos deja claro el drama que tienen que vivir las familias ante el tormentoso y devorador mal del cáncer aun y sea en un país desarrollado, dado que se imponen los antivalores atroces del capitalismo salvaje y denigrante del ser humano, tales como el abandono de la empresa por la que diste tu vida, la inseguridad social y laborar entre otros que el elector podrá aquilatar en cada uno de este manojo de cuentos y relatos.
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