Por la importancia que reviste la fecha que conmemoramos, sobre todo desde el punto de vista de los saberes y los sabores, hemos querido preparar dos artículos para publicarlo fuera de los días que corresponden, con el interés de compartir con nuestros lectores en este asueto desde los encuentros familiares propicios para la fecha.
Tomando en cuenta que una las características de la Semana Santa dominicana al igual que la Cuaresma son las tradiciones cristianas y de la cultura popular, así como los platos que se preparan en nuestros hogares en un ambiente de unión familiar, encuentros de amigos, colaboración, ritualidad, cumplimiento de promesas, carnaval cimarrón, reflexión y oración. Una mezcla de lo que nosotros llamamos las dos Semana Santa dominicana, por las características que tienen las celebraciones cristianas y las populares vinculadas a la cultura y la historia española y africana de la isla. En este primer articulo hablemos sobre esos saberes, que serán preámbulo para entrar en los sabores como segunda publicación de esta serie especial.
Saberes sobre la Semana Santa cristiana
Los orígenes de la Semana Santa son diversos, pero para los cristianos, estos tienen sus bases en los evangelios de Marcos, Mateo, Juan y Lucas, mencionados en la Biblia. Cada uno de los apóstoles relata su propia vivencia a través de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, tres de los acontecimientos más importantes para el cristianismo.
Según la tradición cristiana (basada en los textos sagrados), este periodo está compuesto por acontecimientos específicos vinculados a Jesús. Cabe mencionar que no se entiende el origen de la Semana Santa sin hablar de la Pascua Judía, pues es en el libro del Éxodo donde entendemos que Jesús (El Mesías) es el Cordero de Pascua, sacrificado para redimir todos los pecados del mundo.
Resulta interesante hablar también de otras fuentes históricas, no oficializadas por la Iglesia Católica, que aseguran que la Semana Santa tiene sus orígenes en las festividades paganas de la Diosa Astarté, correspondiente a la diosa griega Afrotidta. Según la leyenda, esta Diosa cayó del firmamento al río Éufrates dentro de un huevo, motivo por el cual en la Semana Santa muchos países del mundo se lleven a cabo celebraciones como la del Conejo de Pascua, que consiste en pintar y esconder huevos para que niños y adultos los encuentren.
La Semana Santa es una conmemoración cristiana católica anual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, que inicia el Domingo de Ramos, día que los cristianos recuerdan la entrada de Jesús a Jerusalén, rodeado de una gran multitud de gente. De acuerdo a lo que establece la iglesia, desde el siglo II, después de Cristo se organizó la Semana Santa como la conmemoración del triduo sagrado, conocida como: la Pasión, la muerte y la Resurrección de Jesús.

Si bien es cierto que el primer día de la Semana Santa es el Domingo de Ramos, no podemos olvidar que justo cuarenta días antes de este señalado día se celebra el Miércoles de Ceniza, primer día de la Cuaresma en el calendario católico y simboliza la nulidad y la penitencia de las personas ante su creador. La ceniza de este día que se coloca en la frente de los creyentes, se obtiene de la quema de los ramos guardados de la celebración del año anterior.
Para algunos cristianos, la Semana Santa comienza el viernes de Dolores, el viernes anterior al Domingo de Ramos. En este día, también llamado Viernes de Pasión, se conmemora el dolor de la virgen María durante la crucifixión de Cristo. Este día suele celebrarse entre católicos y ortodoxos y se suele rendir culto a la Virgen de los Dolores mientras se canta el Stabat Mater, una plegaria dedicada al dolor de la Madre de Dios. Algunos creyentes suspenden el consumo de carnes desde este día y hasta el final de la Semana Santa.
Celebración de La Dolorita en Villa Mella
En República Dominicana el viernes de Dolores tiene una connotación especial en el sector Los Moreno del Chaparral en el paraje Punta en Villa Mella, Santo Domingo Norte, con la celebración de La Dolorita. El antropólogo dominicano Carlos Hernández Soto, sobre esta celebración patronal refiere:
"Los orígenes de la devoción a la Virgen de los Dolores data de los primeros años de la independencia nacional. Isidro Moreno, hijo del soldado haitiano Julián Moreno, perdió el barco que lo llevaría a Haití con su padre y tres hermanos. Se quedó entonces a vivir en el sector Los Morenos de Villa Mella. Entre 1845 y 1850, Isidro se casa con Florencia de la Cruz, de la Victoria, a quien su madrina le dejó la imagen de la Virgen de los Dolores para que con su hermana Antonia de la Cruz «se juntaran a rezarle, aunque fuera el Tercio» (un tercio del rosario). Luego le empezaron a celebrar nueve noches. Cuando ella envejeció, sus hijos se hicieron cargo de la celebración, la que ha continuado hasta nuestros días".
La fiesta se celebra desde el jueves al viernes de Dolores, que es el viernes anterior al Viernes Santo, como sabemos una fecha movible que sigue el calendario de la liturgia católica. Pero antes del día de la fiesta, la hornacina de la Dolorita, que, durante todo el año, ha permanecido en la iglesia de Los Morenos, es llevada desde ahí a la casa No. 44 de la Avenida Hermanas Mirabal en Santa Cruz de Villa Mella (actualmente se encuentra ahí el «Supercolmado Vicente»), donde permanece durante un mes. Esa era la casa donde residía Paulina de la Cruz y familia. Nueve días antes de la fiesta, se celebra una novena en honor a la Dolorita, y a seguidas la fiesta misma.
El nuevo calendario litúrgico católico instituyó la Semana Santa, con el interés de recordar la Pasión de Cristo, a partir de su ingreso en Jerusalén, ya decíamos que este día se conoce como Domingo de Ramos. La celebración de la Cena de Jesús con sus discípulos aparece en el siglo V, y se conmemora desde entonces el Jueves Santo. El Viernes Santo, que está relacionado con la adoración de la santa cruz, emblema del cristianismo, resume en su figura la redención del mundo. Luego la iglesia institucionalizó la procesión del vía crucis del Viernes Santo.
En el caso de nuestro país, para los fieles católicos, estos son días para visitar la iglesia y participar activamente en sus celebraciones. El Viernes Santo, los católicos participan desde muy temprano en la mañana de los tradicionales y multitudinarios viacrucis que se llevan a cabo en todas las parroquias del territorio nacional, así como durante el día, en la liturgia de la pasión, el oficio de la lectura de las siete palabras, el beso de la cruz y los viacrucis. Se destaca la emblemática y esperada procesión del santo entierro, que sale cada año desde la Basílica Catedral Primada de América Santa María La Menor de la Encarnación, que recorre las principales calles de la Ciudad Colonial de Santo Domingo.
El Sábado Santo fue asignado como el día del ayuno, por eso la iglesia recomienda a sus fieles un día de intensa oración, acompañando a Jesús en el silencio del sepulcro con ausencia de celebraciones litúrgicas durante el día, en preparación al paso de Jesús de la muerte a la vida, conocido como la Pascua. Llegamos así a la celebración del Domingo de Resurrección, también llamado Domingo de Pascua o Domingo de Gloria. Se considera la fiesta central de los cristianos y se conmemora, en este día, la resurrección de Jesús tres días después de haber sido crucificado. Para los cristianos católicos dominicanos, este es quizá el día más significativo de la Semana Santa, pues es cuando se realizan procesiones con la salida del Cristo Resucitado y en muchos países se llevan a cabo los intercambios de huevos de Pascua.
Otros días marcado de simbolismos durante esta semana, son el lunes, martes y miércoles, a estos la iglesia les tienes su dedicación vinculada al proceso de la pasión de Jesús, por eso el lunes se conmemora el día en el que Jesús expulsó a los mercaderes del Templo de Jerusalén. Además, también se conmemora la Unción que María, la hermana de Lázaro, le hizo a Jesús en casa de este. El Evangelio cuenta que seis días antes de la Pascua, Jesús fue a casa de Lázaro, a quien había resucitado. Durante la cena, María tomó un perfume costoso y ungió con él los pies y la cabellera de Jesús. Como sucede con otros días de la Semana Santa, en el Lunes Santo se llevan a cabo procesiones en diferentes partes del mundo. En la Ciudad Colonial de Santo Domingo, se realiza la procesión de Jesús atado a la Columna desde la iglesia Regina Angelorum.
El Martes Santo, es conocido en la iglesia como el Martes de la Controversia, es un día especial en la ruta espiritual que va trazando la Semana Santa. Es el martes que Jesús de Nazaret anticipa la traición de Judas y así se lo comunica a sus discípulos, quienes perplejos piden a Jesús identifique quién será el traidor. En la Ciudad Colonial de Santo Domingo, se realiza la procesión de Jesús pacientísimo desde la iglesia Santa Barbara.
El Miércoles Santo es el día de la traición. Se recuerda el episodio más oscuro de la vida de Judas Iscariote, el traidor, nada menos que uno de los Doce. El Iscariote se reúne con el Sanedrín, tribunal religioso judío y pacta con sus miembros la entrega de Jesús a cambio de 30 monedas. Este día termina la primera parte de la Semana Santa y el día jueves, se da inicio al Triduo Pascual, núcleo de las celebraciones litúrgicas de la Iglesia dentro el año.
La otra Semana Santa dominicana
Jas Reuter en el “El Arte Popular” (1977), establece, que el hecho de que nos encontremos con una cultura popular sólo confirma la situación determinativa que ejerce sobre todos los fenómenos sociales la sociedad clasista. La cultura popular define las expresiones y el comportamiento valorativo de una clase social; aquella que queda marginada de los aspectos formales de expresión y desarrollo educativo de los que se apropia la élite y que, por extensión imitativa, hace suya la clase o capa media (Béjar Navarro, Raúl, 1979).
Si analizamos lo que expresa el profesor mexicano, Béjar Navarro, entendemos que la cultura popular no tendría sentido, en principio, de no existir la cultura de la “élite”. Es decir, la cultura del "pueblo” sólo tiene significado en oposición a la cultura del “no pueblo”, de la clase hegemónica tanto política como social y económicamente.
Estas reflexiones teóricas sobre el tema nos van adentrando a la otra Semana Santa, con la que se identifica otro sector de la población dominicana, que no necesariamente profesan la religión católica, pero que forman parte de los prácticamente del llamado Catolicismo Popular, del que refiere Antoine Vergote en «Folk Catholicism: Its Significance, Value and Ambiguities» (1982), como: “Un amplio término que hace referencia a las diferentes expresiones étnicas de la práctica del cristianismo católico, que varían de un lugar a otro y a veces pueden contradecir las enseñanzas y prácticas oficiales de la Iglesia católica, por su mezcla con creencias no católicas como es el caso de los sincretismos con las religiones africanas que incluyen el vudú haitiano y dominicano, la santería cubana, el candomblé brasileño y el espiritismo venezolano vinculado al culto de María Lionza”.
Estas prácticas ancestrales llamadas religiones afroamericanas muy populares en toda la región latina y caribeña se desarrollan desde hace siglos y forman parte de las manifestaciones culturales que difieren en sus prácticas de tradiciones cristianas como la Semana Santa.
El profesor Dagoberto Tejada estudioso del tema, plantea que, estas prácticas han sido y siguen siendo prejuiciadas, discriminadas e invisibilizadas, rechazadas y satanizadas, realizadas “aprovechando que Jesucristo está muerto”. Asegurando que son “cosa” de negros, de haitianos, considerándolas “irrespetuosas, grotesca y salvajes” que profanan la santidad de los días sagrados de la Semana Santa.
En todo lo expresado por Tejeda, nosotros estamos de acuerdo, por eso es muy importante respetar las creencias que quiera profesar cada ciudadano y hacer hincapié en la tolerancia religiosa, que se entienda, que estas son manifestaciones folklóricas, expresiones de nuestra cultura popular, celebraciones que al igual que las cristianas tienen un sentido de fe y devoción para sus creyentes, donde se cumplen promesas y desde otra visión y ritualidad se agradece al creador, a la naturaleza, a los dioses y la vida misma por el cierre de un ciclo y llegada de otro con el inicio de la primavera, que trae la fertilidad de la tierra, el resultados del trabajo, cosechas, frutos, flores, verdor, lluvia, esperanza y alegría. Y como refiere Tejeda: “En estas celebraciones, el diablo está ausente y no tiene nada que ver con las manifestaciones”.
Esa es la gran respuesta a la explicación del encuentro de ambas visiones en la misma fecha, no teniendo que ver una con la otra, en su práctica, y tampoco interfiriendo una con la otra, cada una tiene su espacio, creyentes, rituales, símbolos y particularidades, solamente que una es aceptada y otra sigue satanizada y reprimida.
Otro elemento importante que debemos tener bien claros, es que antes de que la iglesia cristiana existiera y antes de fuera un poder dominante en el mundo, ya existían estas tradiciones religiosas y festivas para esta época en que hoy se celebra semana santa. Por eso algunas fueron integradas, otras eliminadas y otras hubo que tolerarlas y desde el punto de vista antropológico, no se sabe cuál de las dos es la pagana, la que quiere dañar a la otra, ni quién tiene derecho a eliminar rituales ajenos.
Lo que hay que saber es, que estos son rituales en los que se integran tanto componentes judeocristianos como africanos, que tienen que convivir y están llamados a convivir, que se encuentran y se desencuentran acá, allá y acullá.
La quema de Judas que une ambas celebraciones
Una de esas prácticas simbólicas que unen ambas celebraciones, es la de quemar a Judas, uno de los doces discípulos, que traicionó a Jesús, y la iglesia recuerda el hecho el miércoles santo. Mientras que, en la otra acera, en la práctica de las celebraciones populares africanas se quema el judas en varias de ellas, siendo una de las emblemáticas, la que ocurre cada año en el municipio de Cabral, provincia Barahona al suroeste del país.
La “quema de Judas” o “Jua” como le llaman en esa localidad, se realiza el lunes de resurrección en la tarde, luego salir Las Cachuas a las calles el sábado y el domingo santo, en una ceremonia en el cementerio de del pueblo, encima de las tumbas de las cachúas fallecidas como forma de homenaje.
En otros pueblos la quema de Judas se realiza de forma popular en las calles, patios y parques, además de pasea el muñeco en burros, motores y bicicletas, el que luego se quema por traidor delante de cientos de personas con una algarabía.
Para la elaboración del Judas se usan “horqueta” y se prepara un cuerpo cubierto con hojas de plátano, se viste con camisa, pantalón y sombrero, asegurando que parezca un espanta pájaros. En San Juan de la Maguana decía mi abuela materna, Matilde Ramírez, que se guardaba en sacos en los potreros una remúa completa de un hombre que falleciera antes del viernes de Dolores, para usarla como vestimenta del Judas.
El carnaval cimarrón

Forma parte de las manifestaciones de la cultura popular que existe en la isla. Refiere Dagoberto Tejeda: “Es un carnaval clandestinizado, invisibilizado, popular, rural, no comercializado, con otras motivaciones, con máscaras y trajes ecológicos y con relaciones de ancestros étnicos, mágico-religioso y de herencia afro. Este es un contra carnaval que se realiza al final de la Semana Santa, en diversos lugares del país”.
El cuestionado y menospreciado Gagá es parte fundamental de las expresiones de este carnaval cimarrón, cargado de símbolos, ritualidad, devoción y cumplimiento de promesas por sus devotos. Forma parte de esta celebración la subida de la silla, el bautizo de trajes, los instrumentos y los largos desfiles de regocijo que se llevan a cabo en las zonas bateyeras dominicanas. Al igual que el histórico Gagá teatralizado de Cun Cun en Elías Piña.
Otras expresiones únicas de estas fechas en el país, son Las Máscaras del Diablo de El Llano en Elías Piña con su ritual de la quema de las máscaras que al convertirse en cenizas son regadas en los sembradíos como ritual a la fertilidad y la prosperidad de sus miembros. Es al amanecer del jueves Santo que se colocan la mascaras y con fuetes en las manos hombres vestidos de mujeres, salen desde los montes a las calles.
Los Negros de la Joya o El Peje en el municipio de San Antonio de Guerra; Los Cocoricamos y las Tifúas en San Juan de la Maguana; y las ya mencionadas Cachúas en Cabral, Barahona. Además de las salidas de Los Tiznaos y los platanuses una expresión cimarrona de la identidad dominicana.
Por último, con estas reflexiones buscamos adentrarnos a esta época hermosa que vivimos, aprendiendo y desaprendiendo, sin juicios ni prejuicios a estas historias y celebraciones que nos unen y desunen, que se encuentran y se desencuentran. Además, la idea es entender que estas expresiones tienen una belleza, una riqueza, una ritualidad y una simbología que ha sido legada por nuestros antepasados, razón por la que estamos obligados a conocerlas, salvaguardarlas y respetarlas. Nos vemos en la segunda parte para compartir saberes de los exquisitos sabores de la época.
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